Muchos análisis se han formulado sobre las elecciones del 21-N y el 9-E, no entraré en la continuación del debate polarizado que se vive en los factores y generadores de opinión en la oposición, respeto las distintas posiciones que se ventilan, pero quiero avanzar en mi línea de argumentación de la importancia de la organización de base y para ello me apoyaré en las últimas elecciones, analizando el patio del adversario.
Si algo caracterizó al movimiento electoral chavista, fue el control social, el que ejercían sobre la sociedad, desde el funcionario público hasta el que recibía la dádiva clientelar, quienes eran comprometidos en los operativos con características militares para su participación.
La maquinaria chavimadurista fue siempre una maquinaria clientelar, la base de apoyo fue mermando en la medida que la crisis floreció y se hizo crisis humanitaria compleja, con el éxodo se fueron los venezolanos chavistas y opositores e independientes.
Ahora bien, antes el chavismo era una fuerza política movilizada, hoy está inmovilizada, las elecciones revelaron que perdieron el control social, que antes fue determinante para soportar sus resultados electorales.
Esto indica que perdieron igualmente su estructura de base, lo cual es una importantísima noticia para nuestro análisis, si entendemos que debemos avanzar en el terreno donde la revolución ya es minoría definitivamente, convirtiéndose en una expresión sin organización, pero igual debemos admitir que de nada nos sirve ser mayoría estando desorganizados en la base.
El comunismo es un modelo de minorías, no depende de las mayorías, pero la lucha de los demócratas para hacer retroceder al régimen necesita de la organización para lograr el propósito por la acción de la presión.
La izquierda en Latinoamérica practica la presión puntual para hacer retroceder las políticas que se hayan puesto en práctica, logrado el propósito continúan con otro objetivo, golpean los pilares de sostenimiento, hasta que se ven resquebrajados.
En nuestro caso es imprescindible entenderlo, cuando en lo electoral se gana, se logra un espacio, pero con ello no estamos haciendo retroceder al gobierno en sus políticas fundacionales del Estado comunal, fin último del proceso revolucionario.
La oposición ganó gobernaciones y alcaldías, pero no el retorno de sus competencias y autonomías, si contaran con ellas, podrían hacer gobiernos competitivos, como la descentralización se perdió sin lucharla, es por lo que estas instancias sí existen para la oposición dentro de la centralización, a donde están sometidas todas.
Mientras el país estaba en elecciones se concluyó la consulta clandestina de la Ley de Universidades que le permite al gobierno tener el control hasta de su propia existencia, carreras, contenido, fusión entre ellas y pare de contar, sin consulta real, sin debate, aprobaron los nuevos aranceles de registros y notarías en el propósito de seguir desestructurando la vida del país, haciéndole al venezolano imposible la transmisión de la propiedad, para llevarlo a ser un ocupante, usuario pero no propietario, ¿quién con esos aranceles puede iniciar un emprendimiento? Están golpeando los derechos económicos de los ciudadanos.
Tenemos que organizarnos para hacerlos retroceder y darnos pequeñas victorias sobre el desmontaje de las leyes socialistas; ganamos elecciones, muy bien, somos mayoría, perfecto, pero desorganizados no somos nadie ni les metemos miedo.
Mis palabras son de reflexión, el objetivo y los planes del régimen no los estamos frenando en razón de que no estamos organizados para dar la lucha en todos los frentes.
Dios nos bendice.