Con ocasión de la creciente tensión geopolítica entre Estados Unidos y Rusia, por la situación de Ucrania, donde la Federación Rusa ha emplazado tropas y armamentos a la frontera con dicho país, mientras que la OTAN amenaza con expandir su presencia militar hacia el este, ubicándose en la frontera ucraniana con Rusia, se han abierto negociaciones en Viena, entre las dos súper potencias, para llegar a algún acuerdo político sin que se produzca un conflicto militar en la tensa región.
El conflicto tiene sus antecedentes históricos y en ello se confrontan los intereses geoestratégicos de ambas potencias. Ambos países, EE.UU.–Rusia, por cierto, países capitalistas. Atrás quedó la confrontación ideológica entre dos sistemas políticos: el capitalismo y el socialismo, que caracterizó el período de la Guerra Fría entre 1946-1989. Hoy, se trata de conflictos geopolíticos entre capitalistas, que pueden arrastrar al mundo a una guerra total, como sucedió en la Primera Guerra Mundial. Los países mueven sus tropas y armamentos en la frontera entre Rusia–Ucrania en defensa de sus intereses nacionales; y, en el caso de Rusia, el presidente Vladimir Putin, ha trazado una línea muy estricta en defensa de la Soberanía de su país y sus intereses nacionales.
Los países poderosos, los que ocupan un sitial en el tablero de la política mundial, son –independientemente de su tamaño y su poderío– absolutamente celosos de su Soberanía e Integridad Territorial. En defensa de este principio, están dispuestos a ir a la guerra. Es la soberanía un principio, por cierto, piedra angular de la Carta y todo el Sistema de las Naciones Unidas.
En nuestra América del Sur, hace ya doscientos años, el Padre de la Patria, Simón Bolívar, levantó las banderas de la Soberanía e Independencia, como dos elementos indivisibles e indisolubles entre sí, piedra angular de la existencia de las nuevas Repúblicas; y, en particular, de la nuestra, la República Bolivariana de Venezuela.
En defensa de este principio, con una visión continental de la Patria Grande, Simón Bolívar, no sólo lideró al Ejército Libertador en la cruenta Guerra de Independencia, enfrentando a uno de los Imperios más poderosos de la época, el Imperio Español, derrotándolo con inmensos sacrificios que costaron a los venezolanos, en términos de vida humana, una cuarta parte de nuestra población. Los soldados de nuestro Ejército Libertador regaron llanos, montañas y campos en Venezuela con su sangre heroica y su sacrificio en el martirio, para conquistar nuestra Independencia y Soberanía.
Luego, sin dar tregua y en el marco de una visión única Gran Patria Suramericana, nuestros Ejércitos Libertadores, bajo la genial conducción de Bolívar y Sucre, cruzaron allende nuestras fronteras, para liberar del Imperio Español, los vastos territorios de Suramérica, y crear 5 nuevas Repúblicas, todas libres y soberanas.
Bolívar y su Gesta Heroica nos legaron, no sólo su ejemplo y en su acción concreta, sino también su doctrina, en sus miles de escritos y proclamas, el maravilloso ideario Bolivariano a las generaciones futuras, a los hijos de las nuevas Repúblicas, los hijos de los hijos de los hijos, de sus soldados libertadores; es decir, a todos nosotros.
En lo más enconado de la guerra, a pesar de todas las dificultades –que fueron muchas–, Bolívar siempre tuvo una claridad meridiana sobre el tema de la Independencia y la Soberanía, con una nítida postura antiimperialista, sin distingos entre los imperialismos “buenos y malos” que existían o surgían en el mundo, en aquel momento en competencia con el Imperio Español. Para Bolívar, el Principio de la Soberanía e Independencia, fue una constante en su pensamiento, así lo expresó desde la Carta de Jamaica, de 1815, cuando defendía el nacimiento de las Nuevas Repúblicas ante la barbarie española; y, hacía una brillante exposición de la situación política de la guerra en el momento, exigiendo siempre, el reconocimiento por parte de la Europa y de todas las Naciones, a la Independencia de las Nuevas Repúblicas del Nuevo Mundo.
Igual lo hizo en medio del fragor de la guerra, cuando dejó bien claro al enviado especial de los Estados Unidos de Norteamérica, Míster Irvine, ante las pretensiones injerencistas del naciente Imperio en contra de la Soberanía de nuestro país, en una de un conjunto de Cartas en una de las cuales expresó firmemente: “No permitiré que se ultraje ni desprecie al gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España, ha desaparecido una gran parte de nuestra población, y el resto que queda, ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”. (7 de octubre de 1818).
Esa posición del Libertador se mantendría invariable; y, ya como Presidente de la Gran Colombia y en el fragor de la guerra del Sur, siempre recordaba a las nuevas Repúblicas lo indispensable de mantener la independencia y Soberanía, tal como hizo en una carta al argentino Bernardo Montenegro (el 5 de agosto de 1823) ante la propuesta de hacer una Confederación con Inglaterra, Portugal y EE.UU., y Suramérica para enfrentar a España, donde dice: “Luego que la Inglaterra se ponga a la cabeza de esta liga seremos sus humildes servidores, porque formando una vez el pacto con el fuerte, es eterna la obligación del débil”. Igual, defendería con decisión y arrojo la soberanía de Bolivia, ante las pretensiones tanto del imperio del Brasil, como del mismo Perú.
Podríamos escribir miles de páginas sobre el pensamiento antiimperialista, y en defensa de la Soberanía e independencia del padre de la Patria. Pero no hay espacio, por ello los invito a leer y reflexionar sobre nuestras raíces Bolivarianas, y utilizar el pensamiento de Bolívar como fuente inagotable de doctrina para nuestro pensamiento nacional y revolucionario.
El Ejército Bolivariano era para el Libertador, el brazo fuerte, las armas de la República, cuya única responsabilidad y razón de ser, era la defensa de la Soberanía e Independencia de la República y las Instituciones y garantías sociales de nuestro pueblo. Esta responsabilidad histórica para nuestro Ejército, fue una constante de Bolívar en sus discursos, parte de su última proclama desde su lecho de muerte en Santa Marta, que luego el Presidente Chávez convertiría en Doctrina para nuestras Fuerzas Armada Bolivariana.
Para el Libertador, el concepto de Soberanía e Independencia no estaba sólo asociado al territorio, sino también, a las instituciones políticas y a la economía. En 1829 promulgaría en Lima, el Decreto que Reservaba para las nuevas Repúblicas la Propiedad de los Minerales que se Encontraban en el Subsuelo, el cual es el origen y fundamento de la Soberanía de nuestro país sobre sus inmensas reservas de petróleo y gas, oro y otros minerales, consagrado así en todas nuestras Constituciones y, de manera muy especial, en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 y en la Ley Orgánica de Hidrocarburos promulgada por el Presidente Chávez en 2002, que desataría la violencia y el conflicto con el capital transnacional.
En los momentos de mayor debilidad para nuestra patria, luego de la muerte de Bolívar, nuestra Soberanía Territorial fue vulnerada por países vecinos, como Colombia y el Imperialismo Inglés, quienes nos arrebataron el Territorio Esequibo. Luego, ya en el siglo XX, la Soberanía Económica se perdería en manos del dictador Juan Vicente Gómez, quien entregaría todos nuestros recursos a las transnacionales petroleras, las cuales saquearon al país por más de 70 años y deformaron nuestra economía, instalando un modelo rentista petrolero, un capitalismo dependiente, satélite de la economía norteamericana.
En el ámbito geopolítico, los sucesivos gobiernos, sobre todo a partir de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, hasta los gobiernos de la Cuarta República, convirtieron a Venezuela en una pieza más del complejo militar norteamericano en la Región, perdiendo cualquier vestigio de soberanía real sobre nuestros asuntos.
Uno de los elementos fundamentales del gobierno del Presidente Chávez y de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, fue reconquistar la Soberanía sobre nuestros propios asuntos, partiendo de nuestras instituciones políticas basadas en el Principio de que “la soberanía reside en el pueblo” y, a partir de allí, se desarrolla nuestra institucionalidad.
En el ámbito económico, se reafirmaron principios de soberanía sobre todos nuestros recursos, principio que nos tocó conquistar a nosotros, junto al pueblo, en la batalla por la PLENA SOBERANÍA PETROLERA, para colocar el petróleo, POR PRIMERA VEZ EN NUESTRA HISTORIA, como instrumento del ejercicio real de la soberanía económica del país y pilar fundamental de nuestra conquistas sociales, poniendo el petróleo al servicio del pueblo.
Por su parte, la derrota del Golpe de Estado de 2002 le permitió al pensamiento Bolivariano que nació en el Ejército, asumir la conducción de la institución, y al Presidente Chávez, dotar a las Fuerza Armadas de la Doctrina Bolivariana.
Durante el gobierno del Presidente Chávez, se restableció el concepto Bolivariano de Independencia y Soberanía, el cual está indisolublemente vinculado al socialismo como propuesta que, nos permite andar con nuestros propios pies y desarrollar nuestro propio modelo del “Vivir Bien” para el pueblo venezolano.
Venezuela alcanzó con Chávez un sitial de respeto entre los pueblos del mundo, no sólo por su petróleo y su fuerza, sino, sobre todo, por su ejemplo y sus nuevas instituciones.
Cuando el Presidente Chávez se volcó hacia el Sur, le daba continuidad al pensamiento bolivariano, de constituir un nuevo espacio, un nuevo mundo, que pudiera ser uno propio, que viera hacia el Sur y ser un contrapeso al capitalismo depredador que está decidido a extinguir la vida en el planeta. Todas las alianzas y acuerdos hechos en el marco de esta visión, eran absolutamente respetuosos de nuestra Soberanía, nuestra Integridad Territorial y, en particular, nuestra Independencia, en el ámbito político y militar.
Eran nuestras instituciones, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y el pueblo movilizado, las garantías de estas conquistas.
Todo ésto se ha perdido en manos de nicolás Maduro, quien ha entregado la Soberanía de nuestro país, para mantenerse en el poder.
La Soberanía Económica y la conducción de la economía, la ha cedido a los operadores financieros del capital, llamados eufemísticamente “la burguesía revolucionaria”; ha entregado el petróleo a las empresas transnacionales, sean éstas americanas, rusas, chinas, de maletín, lo que sea; ha repartido nuestros minerales estratégicos entre sus operadores y agentes, devastando las selvas y expulsando a nuestros pueblos indígenas, de todo lo que se conoce como el “Arco Minero”. Han acabado con nuestra moneda, el Bolívar, y dolarizado la economía, a la vez que arrebataron todas las conquistas sociales al pueblo trabajador, condenándolo a vivir en la pobreza o a abandonar la patria.
En cuanto a la Soberanía Territorial, el gobierno ha hecho caso omiso a la presencia y el avance de las transnacionales petroleras americanas, canadienses y chinas, en aguas del Territorio Esequibo en reclamación. “Han dejado hacer, han dejado pasar”, buscando acuerdos con el capital internacional, para mantenerse en el poder, a costa de nuestra Soberanía. Han cedido el control de nuestro territorio a grupos armados irregulares, paramilitares, que conviven en una extraña relación con Componentes de nuestra Fuerza Armada Bolivariana.
Existe una fuerte presencia militar extranjera en nuestro país, con “asesores” de todo tipo dentro de nuestros Componentes Militares y acuerdos secretos que le dan el control de áreas estratégicas a potencias extranjeras. Se ha vulnerado la seguridad del país, involucrando Cuerpos de Inteligencia Extranjera en los asuntos de la Seguridad del Estado Venezolano y de represión política, entregándoles el control los Sistemas de comunicaciones e Informáticos, lo que les permite espiar y manipular la Información y “Data” de los ciudadanos, convirtiéndonos en un país bajo vigilancia permanente por parte de fuerzas foráneas.
Nada de ésto sucedió con Chávez, quien siempre fue –y así me consta– EXTREMADAMENTE CELOSO con la Soberanía del país, al punto de entrar en conflicto con países aliados y, especialmente, con lo referente a la Soberanía Militar y la Integridad e INDEPENDENCIA DE NUESTRA FUERZA ARMADA NACIONAL BOLIVARIANA.
Los oficiales militares que estuvieron con el Presidente Chávez, que hoy están dados de baja, están presos o fueron apartados por el madurismo; y los que aún se mantienen en el seno de la institución armada, saben que estoy diciendo la verdad: una cosa son los Acuerdos de Cooperación para la defensa nacional y otra, muy distinta, es la presencia militar extranjera en el país, y la subordinación de nuestra FFAA y del gobierno a los dictámenes e intereses de una potencia o país extranjero, cualquiera que sea.
Por eso, las declaraciones del Viceministro Sergei Ryabkov, enviado ruso a Viena como negociador con los Estados Unidos en el conflicto de Ucrania, del pasado 13 de enero, cuando dice textualmente que “Rusia no descarta un despliegue militar en Cuba y Venezuela, si aumentan las tensiones con Estados Unidos”, no sólo resultan INDIGNANTES para cualquier venezolano, sino que, son MUY PREOCUPANTES y develan la SUBORDINACIÓN de Venezuela a los intereses de las potencias extranjeras, en este caso, de Rusia.
¿Significa ésto que Venezuela dejó de ser “el patio trasero” de los Estados Unidos, para convertirse en el de Rusia, China o Turquía? ¿Significa ésto que un Viceministro de un país extranjero, puede anunciar al mundo que utilizarán a Venezuela como una base militar y el gobierno no da respuesta alguna? ¿Cómo puede el General en Jefe y Ministro de la Defensa, Padrino López, despacharse un asunto tan grave con un tuit? ¿Por qué la Cancillería Venezolana, tan diligente para defender a delincuentes como Álex Saab, no dice NADA al respecto? ¿Cómo es posible que nicolás Maduro, en medio de su show de lucecitas y montajes para el tuiter, en su mensaje de Narnia, no tenga un poco de responsabilidad y aclare al mundo, cuál es la posición de Venezuela frente a las afirmaciones del Viceministro Ruso?
El silencio de nuestra Fuerza Armada Bolivariana ante estos hechos tan graves, es una falta grave a su mandato constitucional, a la doctrina Bolivariana y sus responsabilidades como garantes de nuestra soberanía territorial.
En estos casos, y teniendo el gobierno todas las posibilidades de emitir una declaración al respecto, “el que calla, otorga” y, en este caso, estamos hablando, nada más y nada menos, que, de violación a nuestra Soberanía y TRAICIÓN A LA PATRIA.
En nuestro país, siguen sucediendo cosas muy graves, no sólo en el ámbito político, económico y social, sino, sobre todo, en el fenómeno, cada vez más extendido de disolución del Estado y sus instituciones, “dejar hacer, dejar pasar”, no prestarles atención a temas tan graves de la geopolítica mundial, nos van debilitando ante la comunidad internacional, y abren las puertas a cualquier agresión frente a la debilidad del país y sus instituciones.
Por eso, insisto, a Maduro hay que revocarlo, con la EMERGENCIA de un asunto GRAVE; QUE NO SE PUEDE POSPONER, en torno al cual, no se pueden seguir haciendo cálculos mezquinos, anteponiendo temores e intereses grupales, hay que revocarlo junto al pueblo para restablecer la Plena Soberanía e independencia de nuestro país, la que está establecida en nuestra constitución y leyes, la que forjó Bolívar, la que conquistamos con Chávez.