Es inevitable que estemos con la mirada puesta sobre este punto del planeta, porque cualquier palabra malsonante o cualquier incidente diplomático puede ser la cerilla que incendie este conflicto. Deseamos que la diplomacia triunfe y este es el papel más importante que hace valer la Unión Europea.
Más allá de los comentarios políticos que se dicen dentro de nuestra España y que, como siempre, solo sirven para enturbiar y generar ruido, pero que no aportan nada útil, me interesa saber qué es lo que piensan los expertos internacionales y conocedores de las capacidades de cada potencia.
¿Se están reproduciendo las condiciones que dividieron al mundo en la Guerra Fría tras la Segunda Guerra Mundial?
Según los analistas, Rusia se permite este acoso sobre Ucrania, aparte de las razones que argumenta de la expansión de la OTAN acercándose hasta las fronteras de su país, porque quiere recuperar su papel de liderazgo en el nuevo tablero mundial y porque encuentra a una Unión Europea en su punto más débil y con una inexistente política común exterior y de seguridad.
Rusia se está midiendo, no con Europa, sino con EEUU, que ha entrado de inmediato a la confrontación, sobre todo, cuando Joe Biden advirtió que “Putin está buscando su lugar en el mundo entre China y Occidente”.
Ambos mandatarios, Biden y Putin, se encuentran en los momentos de popularidad más bajos de su mandato. ¿Les interesa a ambos desviar la atención buscando un enemigo externo?
Lo que Rusia se juega con Ucrania es, además de la popularidad de su presidente, un nuevo orden internacional, un nuevo reparto de fuerzas y potencias que se ha ido reconfigurando desde la caída del muro de Berlín.
En el escenario internacional vemos a EEUU y a Rusia. Vemos a la Unión Europea conjunta y separada, intentando calmar aguas, sin que sepamos si su papel se considera relevante (ojalá lo sea en su función diplomática). Sin embargo, qué dice China.
Como está ocurriendo durante todo el siglo XXI, China mantiene la discreción y el sigilo público. China no ha querido mantener nunca una imagen prepotente externa, sino más bien, un silencio que le ha permitido ir creciendo y expandiéndose sin que el resto del mundo pudiera advertir tal peligro.
En la política exterior del siglo XX, China nunca se llevó bien con Rusia. Sin embargo, estamos en el siglo XXI, y China ha establecido relaciones discretas pero intensas, llegando a realizar maniobras militares conjuntas desde este verano del 2021 o maniobras de ambas potencias en el mar de Japón.
A China le interesa este conflicto sencillamente, porque debilita a las otras dos potencias más fuertes en su competencia global. Y, como un juego de vasos comunicantes, de la misma forma que a Putin le interesa medirse frente a frente con EEUU para ganar poder internacional e imagen exterior, a China le interesa que EEUU se distraiga con Rusia. A China le interesa que el enemigo americano esté en otro lugar.
Por otra parte, China tiene una piedra en el zapato: Taiwan. El conflicto de Ucrania para Rusia es similar al conflicto de Taiwan para China: una amenaza occidental junto a sus fronteras. Por tanto, seguramente es otro motivo para que China no vea con malos ojos este pulso de Rusia a EEUU.
El potencial de China está en su crecimiento económico (que ya va frenando), su expansión económica que aún sigue en África y América Latina, su potente industria, y, sobre todo, su alto nivel tecnológico. China ya no copia, inventa y exporta técnicos, patente y conocimiento.
Tampoco podemos olvidar que China es hoy el segundo país que financia la ONU, tanto en medios económicos como humanos con los cascos azules. Y no solo eso, sino que China sí está haciendo valer su papel en la ONU para tomar ciertas medidas como impedir la entrada de Taiwan, presentar una queja contra EEUU por sus incursiones en su espacio, China y Rusia bloquearon la solicitud de EEUU para sancionar a Corea del Norte por los lanzamientos de misiles.
China ha conseguido ganar votaciones relevantes en la ONU, porque cuenta con el apoyo de los países africanos. De hecho, China se ha convertido en portavoz de muchas demandas de África como el necesario suministro de las vacunas contra el coronavirus.
Los ataques de China a EEUU no son militares, no dispone de fuerza para ello, son claramente diplomáticos y comerciales, de desgastar su imagen, de frenar el dominio americano, y de ir agrupando a países agraviados en su entorno. De hecho, unas sanciones económicas a Rusia supondrían también una mayor dependencia de China, tanto por parte de Rusia como por parte de la Unión Europea.
Según el Observatorio de Política China, el conflicto Rusia-EEUU con una invasión de Ucrania sería el sueño dorado de Pekín, porque “podría catapultar a China a la cima” de la jerarquía internacional.
¿Habrá invasión militar? Esperemos que no. Las dos potencias enfrentadas tienen un alto poder militar. Sorprendentemente, Rusia tiene tantas cabezas nucleares como el resto del mundo. ¿Para qué? Evidentemente no hacen falta tantas para destruir el mundo, pero sí para mantener una amenaza bien diversificada.
Por otra parte, EEUU es, sin duda, la potencia militar por excelencia. En su haber dispone de más portaaviones que todo el resto del mundo. Rusia ha conseguido movilizar a 8000 soldados en la frontera con Ucrania a base de tanques y camiones. EEUU con solo un portaviones (de los 19 que dispone. Rusia sólo tiene 1. China 2) puede movilizar a 5000. La fuerza militar de EEUU es claramente ofensiva. Por eso siguen siendo los sheriffs del mundo; por eso, la Unión Europea debe seguir en la órbita de la OTAN. EEUU mantiene la imagen del poderío mundial y sigue siendo el país más implicado en conflictos militares.
El camino de China es diferente. No es la presencia militar su prioridad, ….de momento!