Neuro Villalobos: Que no se atore el entendimiento

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Los irresponsables -sépanlo o no- son los enemigos viscerales de la libertad. Con ellos y con los distraídos el destino será implacable y hasta despiadado. Jorge L Borges.

Se percibe en el ambiente que el miedo ha calado muy profundo. Miedo a la sinrazón de la muerte y a la inseguridad desatada precisamente por quienes están obligados a proteger a sus ciudadanos y sus propiedades. Existe temor a perder el trabajo o perder las dádivas que da el Estado. Temor a aparecer en nuevas listas que son utilizadas con fines denigrantes. Terror a la parcialización de la justicia, a la ideologización de la educación, a la pérdida de la propiedad y del voto, y a la consecuente militarización en asuntos de la sociedad civil. Es un miedo paralizador, generalizado. Estamos en presencia de una dictadura atorrante, envilecida y envalentonada.

Pero también el régimen que nos desgobierna, al igual que sus colaboradores, sienten miedo. Miedo a que se diga y revele la verdad, porque como decía Tocqueville, el despotismo golpea groseramente al cuerpo, pero en los regímenes inertemente democráticos, el despotismo ignora el cuerpo y se ceba con el alma, porque es al alma a la que quiere encadenar. En las democracias inanimadas, continúa, se puede decir todo menos la verdad. Porque la verdad da miedo ya que la cobardía es el pan que por poco dinero se vende en todas las tiendas, como también  decía Oriana Fallaci. Por eso el miedo a los medios.

José Ingenieros expresaba que  “la verdad hay que saberla amar y sentir. Las nociones mal digeridas sólo sirven para atorar el entendimiento.” Quizás por eso en Venezuela observamos un gran vacío entre lo que la mayoría de la población aspira y demanda y lo que los dirigentes políticos ofrecen. No obstante, creo que en Venezuela ya no es posible seguir aplicando lo que hace muchos años fue el lema de una gran empresa publicitaria: “permítanos pensar por ud.” Nuestra gente piensa con cabeza propia, observa con malicia y actúa con viveza. De allí la necesidad de actuar con responsabilidad y coraje para decir la verdad.

Hace más de una década que una prestigiosa empresa encuestadora venezolana, en su análisis, llegó a la conclusión de que la gran mayoría de los venezolanos reclamaba la refundación del orden democrático sobre la base del desarrollo de las instituciones, el rescate de los valores, la unidad, reconciliación y el establecimiento de un modelo de relaciones sociales basado en la igualdad de oportunidades, la no discriminación y la inclusión participativa. Se hizo caso omiso.

La gente aspira a opinar, participar e influir sobre las decisiones que los afectan y esperan un liderazgo con una oferta superior a la del paternalismo de Estado que vulnera su dignidad y que la hace cada vez más dependiente de las clases en el poder, así sean reconocidos delincuentes.

La dirigencia opositora debe analizar cuidadosamente las demandas y exigencias de la sociedad venezolana las cuales están fundamentadas en valores, y que se traducen, entre otras, en recuperar el orden, es decir, el respeto al Estado de Derecho, la vigencia de las leyes y el funcionamiento responsable de las instituciones. Un trato con equidad, traducido en garantizar la igualdad de oportunidades para todos. Un comportamiento ético dirigido a rescatar los principios y valores de la cultura nacional y universal. Capacidades gerenciales que hagan más eficiente el funcionamiento de la administración pública, y que trabajemos juntos por el país, para lo cual la unidad y la humildad son necesarias.

Atendamos la voz del pueblo, no permitamos que se nos atore el entendimiento,  a ver si podemos responder  lo que ya en el mundo empiezan a ser grandes interrogantes, como las de Marina Garcés en su libro Escuela de aprendices: “De qué sirve saber cuando no sabemos cómo vivir? Para qué aprender cuando no podemos imaginar el futuro? ¿Cómo queremos ser educados?”

nevillarin@gmail.com

 

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