Elecciones presidenciales en Costa Rica

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25 candidatos presidenciales en Costa Rica este 3 de febrero. La mayoría de los votantes llegan indecisos a los comicios de este domingo y es muy probable que sea necesario un ballotage, El préstamo extraordinario del FMI por 1.800 millones de dólares condiciona a la política y divide a los costarricenses.

El país de la “pura vida”, del Estado de bienestar más estable de Latinoamérica, se enfrenta este domingo a unas elecciones que ponen en cuestión la conservación de su sólido sistema democrático y social. La pandemia golpeó muy fuerte la economía de Costa Rica que depende en buena medida del turismo. La pobreza alcanzó el 26%, mientras la riqueza sigue acumulándose en unas pocas manos como en el resto del planeta. La informalidad en los empleos supera el 44%. Y el sistema educativo estatal, gran orgullo de la nación centroamericana y modelo de igualdad social, sufrió un “apagón” en los últimos dos años.

Con promesas de reparar estos daños, hay una insólita lista de 25 candidatos. Obviamente, de todo tipo, forma y medida. Para todos los gustos. Sin embargo, el fenómeno profundizó la confusión generalizada y a pocas horas de ir a las urnas, la posición mayoritaria sigue siendo la de los indecisos. Todo indica que habrá una segunda vuelta el 3 de abril para elegir quién gobernará a partir del 8 de mayo.

Costa Rica rompió su tradicional bipartidismo para adentrarse en gobiernos “alternativos” como los de Luis Guillermo Solís (2014-2018) y Carlos Alvarado (2018-2022) que terminaron con una enorme disconformidad de la población. El partido oficialista de centroizquierda Acción Ciudadana (PAC), no supera el 3% de las intenciones de voto. Parecería que la mayoría de los votantes acude a las dos corrientes tradicionales para intentar enderezar el rumbo. El Partido de Liberación Nacional (PLN) que nació hace 70 años como una expresión socialdemócrata para luego virar hacia el liberalismo, y la Unidad Social Cristiana (PUSC) de centroderecha. Aunque por el medio se está metiendo un candidato que representa al fenómeno del populismo disfrazado de antipolítica y fuerte impronta de extrema derecha con el nombre de Nueva República (NR), que se formó alrededor de un televangelista.

El contexto es el de desconfianza generalizada por una dirigencia política salpicada por casos de corrupción. El año pasado detonó un caso de sobornos a altos funcionarios por parte de empresarios de la construcción que participaban en licitaciones del trazado de carreteras. Hay dos prominentes “hombres de negocios” con prisión preventiva, así como varios ex funcionarios. Esto fue acompañado de denuncias sobre la penetración de narcotraficantes en los estamentos políticos municipales y una disputa parlamentaria de nunca acabar sobre el ajuste fiscal que impone el gobierno de Alvarado para cumplir con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

El último informe del centro de pensamiento de las universidades estatales, Estado de la Nación, dice que “el país está embarcado en un acelerado proceso de construcción de un riesgo de proporciones históricas: que durante estos años se produzcan regresiones, más o menos permanentes, en los logros de Costa Rica en desarrollo humano, debido a la falta de respuestas frente a la ampliación de las profundas desigualdades económicas y sociales prepandémicas, el debilitamiento de su Estado de bienestar y de las políticas de sostenibilidad ambiental”.

La última encuesta elaborada por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR), indica que el que encabeza las preferencias con apenas un 17% es el ex presidente José María Figueres del PLN. Este ingeniero industrial es el representante más rancio del establishment costarricense. Tiene 67 años y es hijo de José Figueres, una figura destacada de la política del siglo XX. Fue director ejecutivo del Foro Económico Mundial hasta 2004, cuando tuvo que renunciar a causa de un escándalo por un “asesoramiento” a la empresa francesa Alcatel en contratos de las redes telefónicas y de Internet. También está afectado por el hecho de que cinco alcaldes de su partido fueron acusados de colaborar con bandas de narcotraficantes. El lema de su campaña es: “Tengamos un presidente otra vez”.

Lineth Saborío, del PUSC, está segunda con el 13% de la intención de voto. Es una abogada de 61 años y ejerció la vicepresidencia entre el 2002 y 2006. También ocupó el cargo de directora de la policía judicial. Tiene una muy buena imagen general y está limpia de casos de corrupción. Eso le puede dar una ventaja importante si llega a la segunda vuelta, sobre todo si utiliza una carta muy popular contra quien sería su principal rival, Figueres. En las calles de San José se lo apoda “el militar” por su formación en la academia estadounidense de West Point y consideran que podría terminar con uno de los grandes pilares de la democracia costarricense que lo convierten en uno de los pocos países del mundo que no cuenta con un ejército.

Y el tercero en discordia es Fabricio Alvarado, un periodista televisivo, cantante y predicador evangelista de 47 años que ya sorprendió en las últimas elecciones cuando fue el más votado y pasó a la segunda ronda. Tiene el 10% de las preferencias. Se presenta como un típico candidato que promete reformas económicas y mano dura, sin conexiones con la “vieja política”.

Más abajo están algunas opciones de izquierda. Rodrigo Chaves, del Partido Progreso Social Democrático, con un 8%; José María Villalta, de Frente Amplio, con el 7%; y Eli Feinzag, del Partido Liberal Progresista, con un 5%.

La lucha por los 57 asientos en el Congreso, también está muy disputada. La actual legislatura está dominada por el Partido de Liberación Nacional (PLN), nacido en el centro-izquierda a mediados del siglo XX. Se espera que esta enorme ristra de partidos y candidatos deje un Legislativo muy fragmentado. Está pendiente la aprobación de medidas para cumplir con los términos del acuerdo con el FMI al que varios candidatos presidenciales creen que hay que renegociar. Se trata de un crédito 1.800 millones de dólares a pagar en tres años. Costa Rica cerró 2021 con un déficit fiscal del 5,16% del PIB y un crecimiento económico del 7,6%, tras la contracción del 4,5% en 2020 por los efectos de la pandemia.

“Si alguien espera encontrar un camino de rosas, no será el caso. Costa Rica está en un momento de crisis social, económica y política de gravedad”, ya advirtió la candidata Saborío.

Claro que, comparada con a sus vecinos, al norte y al sur, Costa Rica aún sigue manteniendo una envidiable estabilidad. El último dictador cayó en 1919 y el último conflicto armado ocurrió en 1948. El 100% de la energía que consume el país proviene de recursos renovables. Mantiene unos parques selváticos extraordinarios, en un clima anual moderado, playas blancas abiertas para todos, pasajes de menos de 300 dólares desde cualquier lugar de Estados Unidos y resorts repletos de celebridades que dejan muchos dólares a las arcas del Estado. Entre los 25 candidatos, los ticos tendrían que poder encontrar a alguien que mantenga estos parámetros y los mejore.

Gustavo Sierra – Infobae

 

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