El momento más peligroso para un psicópata es cuando parece ser normal. Daniel Marcos Rodríguez.
¿Cómo termina la vida de un psicópata? Muchos terminan en la cárcel de por vida, otros en las adicciones, otros se cambian de ciudad o país, donde nadie los conoce, para continuar con sus psicopatías. Lo común en todos es que terminan muy solos. Así Julio cambia de ciudad, cuando levanta polvo en la que vive, pero la cárcel es su destino.
Nos corresponde descubrir a Julio este psicópata integrado que nació en el año de 1963, o mejor dicho describir la personalidad engañosa de Julio.
En la cátedra de psicología forense, por lo menos como ejemplo latinoamericano de un trastornado con alto perfil psicopático y narcisista, es casi obligatorio hablar de Julio, este depredador social, que logra integrarse en sociedad camuflado de gente normal, por eso se le llama psicópata integrado, porque se encubre entre la gente como si se tratarse de una persona sin ninguna patología mental aparente. Oculta su personalidad como el tigre, el león, el puma u otros depredadores salvajes lo hacen en la selva, para disimularse entre la estepa y atacar haciendo uso del factor sorpresa, con maña, agilidad y rapidez, o con gran sigilo. En todo caso existe una amplia variedad de adaptaciones para la depredación o para sortearla, desde luego el psicópata se adapta para impedir ser descubierto y usa estos disfraces que en la selva son para unos el resultado de la selección natural como adaptación al medio. La primera línea de defensa es evitar ser localizado, por medio de mecanismos de camuflaje, por mimetismo, escondite subterráneo o nocturno; tal cual el depredador social utiliza mecanismos de camuflaje para pasar inadvertido y lograr sus objetivos, haciéndose pasar por persona mansa, elegante y decente.
Así Julio se mimetiza en sociedad aparentando ser un hombre común y corriente, pero estas características están muy lejos de ser asumidas por el psicópata de alto hospicio quien por efecto de su deformación de la amígdala cerebral, se cree nada común y nada corriente. Julio está consciente de su poquedad como persona, como individuo, pero blande un escudo de grandeza ante los demás y se auto exalta como un Dios, porque todo psicópata es narcisista y esta característica lo lleva a padecer grandiosidad. Por eso Julio se disfraza y está envilecido, haciéndose pasar como el más grande y superior que los demás. «A los psicópatas no les gusta parecer normales, pero les toca aparentar ser normales y disfrazarse para integrarse en sociedad, aunque del mismo modo les aterra parecer normales, porque siempre quieren ser las estrellas en cualquier escenario».
Julio es obsesivo y como todo psicópata es asqueroso. Tratase en este caso de un aparentemente tranquilo vecino del que nadie sospecha absolutamente nada. A nadie le pasa por la mente que este hombre de apariencia normal es un pederasta o un pedófilo consumado. Recordemos que la pedofilia es una forma de parafilia que causa daño a jóvenes, niños y adolescentes y por lo tanto se considera un trastorno parafílico y que los criterios legales suelen ser diferentes de los psiquiátricos. Por ejemplo, la actividad sexual de un adulto con niñas, niños o adolescente aunque psiquiátricamente pueda calificarse de trastorno pedófilo, es básicamente un delito. De modo que Julio es un delincuente que le gusta violar a jóvenes. Sin embargo a Julio no le importa la edad de las víctimas a la hora de perpetrar delitos contra las personas, los psicópatas tiene enésimas formas de depredar.
En efecto, Julio esconde en su mente a un monstruo, y desde luego no actúa solo, hace uso de sus monos voladores para llevar a cabo sus fechorías. Gente con autoridad que sabe más de lo que a la luz pública se tiene de los delitos cometidos por Julio, personajes que están detrás de los crímenes perpetrados por él. Quienes se resisten a creer que Julio es culpable, es porque son sus cómplices o sus monos voladores, o porque no han sufrido en sus mentes ni en sus carnes las explosiones psicopáticas y criminales de este depredador social. Pero solo convenientemente, en algunas ocasiones, entre tanto Julio deja de protagonizar sus criminalidades, actuando bajo perfil por tiempos más o menos cortos para no levantar sospechas, esperando siempre que se calmen las aguas y la gente se olvide , y el tiempo haga amnésica a la opinión pública, obviando que con el tiempo todo se descubre.
Además de todas las evidencias en contra de Julio, hay muchas otras que saldrán oportunamente a la luz pública, para que su condena no se base únicamente en lo que se conoce de él o de lo que se sospecha, no solamente de lo que ya se tiene a la mano y con certeza de él, sino de todo cuanto esconde este psicópata integrado. La pertinencia de una investigación exhaustiva cuando no le funcionen los cómplices dejará al descubierto aún más el lado oscuro de Julio.
Los alcahuetas, las celestinas criminalidades y voltear la mirada por parte de las personas que tienen a su cargo «avivar la investigación» es lo que ha ralentizado la justica, para sumar condenas a los expedientes ya conocidos de Julio el psicópata. Pero los prejuicios en las investigaciones y en las denuncias, hacen que las víctimas y las presas reciban injustas y duras respuestas de las autoridades que deben impulsar las investigaciones, o perversamente se hacen los sordos y los mudos. La sociedad incrédula e inexperta en el conocimiento del cerebro de los psicópatas, por lo general culpan a las víctimas y liberan de culpa e intención al psicópata porque es que Julio no aparenta que es un depredador sexual, no aparenta que es un depredador social.
Julio el infame psicópata es el hombre menos pensado de cometer tantos crímenes, tantas fechorías, pero sí, Julio es un disfraz de persona y detrás de esa fachada de hombre manso , se esconde lo más oscuro y lo más abominable de un ser siniestro . Julio, no es de fiar, usa y manipula a las personas y es violento cuando su encanto superficial ya no le sirve de camuflaje porque ya lo conocen y al no poder gestionar sus emociones se deja llevar por su violencia y sus parafilias y el depredador toma el control.
Entre 1999 y 2001, Julio Pérez Silva el psicópata de Alto Hospicio, Municipio y Comuna del país Chileno; asesinó y violó a 14 mujeres, muchas de ellas menores de edad. La investigación estuvo llena de prejuicios por parte de las autoridades, endilgándoles las culpas a las víctimas, pero se comprueba la autoría de Julio el psicópata.
Julio Pérez Silva, también conocido como «El Psicópata de Alto Hospicio» (15 de julio de 1963), es un asesino en serie chileno, actualmente condenado a presidio perpetuo por violación y homicidio de catorce mujeres jóvenes, además de un homicidio frustrado.
Muy cerca de ti puede estar un psicópata perpetrando delitos, con cara de inocente y siendo justificado por sus monos jala bolas. Los delitos de cualquier psicópata no son necesariamente asesinatos, sino todo tipo de otras criminalidades disfrazadas de asuntos legales o asuntos permitidos, cuando en realidad son prohibiciones legales o asuntos censurados por la ética y la moral, y se burlan de ti y de la sociedad toda.
Técnicamente, los psicópatas no están legalmente locos. Conocen la diferencia entre el bien y el mal. Son personas racionales, a menudo muy inteligentes. Algunos pueden ser bastante encantadores. …Lo que más les asusta es el hecho de que se vean tan normales. Harold Schechter
Profesor Universitario/Abogado/Psicólogo/Periodista/escritor – crisantogleon@gmail.com