¿Cuándo aprenderá Rusia?
Cuando en el cuerpo de una deportista de 15 años se encuentra un medicamento que, por lo general, se prescribe a pacientes de más de edad con problemas cardíacos, seguro que algo no está bien. Más aún si se trata de trimetazidina, una sustancia cuyo uso no está aprobado en varias partes del mundo. En Alemania, por ejemplo, hay un preparado que la contiene. Algunos de sus efectos secundarios más frecuentes son: somnolencia, dolor de cabeza, erupción cutánea, problemas digestivos y debilidad, pero esos son solo detalles.
Si se contempla el panorama completo, el caso de sospecha de dopaje de la patinadora rusa Kamila Valieva en los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, todavía por esclarecer, es otra de las muchas cuestiones extrañas relacionadas con el dopaje y Rusia. Tras el escándalo sobre el dopaje sistemático y controlado por el Estado en los Juegos de Invierno de Sochi, las revelaciones de denunciantes como el médico Grigori Rodchenkov o la atleta Julia Stepanova, la suspensión de atletas rusos, así como el veto del Comité Olímpico Internacional (COI) a la participación olímpica de Rusia como país, que sigue vigente en Pekín, los responsables del deporte ruso aún parecen no haber aprendido nada.
Las sanciones contra Rusia son un mal chiste
Si se confirmase realmente la sospecha de dopaje y se determinara que la deportista no es la responsable, se deben tomar medidas en consecuencia. Una suspensión olímpica concreta y total para todos los deportistas de Rusia (y sus funcionarios) podría ser sanadora, aun cuando sea dolorosa, sobre todo para las y los deportistas. Lo mejor sería, en ese caso, una prohibición que incluyera varios Juegos Olímpicos, como ha sugerido Richard Pound, exjefe de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA). Porque, seamos sinceros, el actual veto olímpico a Rusia todavía no ha producido cambio alguno y es, en el fondo, apenas un mal chiste.
Si bien en las entregas de premios no se toca el himno ruso, sino una pieza de Tschaikovsky, y se iza la bandera con el logo del Comité Olímpico Ruso (ROC, por sus siglas en inglés), son los atletas de Rusia los que están en el podio. Se llevan las medallas a su patria rusa. Su ropa deportiva oficialmente “neutral” está adornada en todas partes con el “blanco-azul-rojo” de su bandera, que fue oficialmente prohibida en los Juegos Olímpicos.
Incluso el presidente ruso, Vladimir Putin, asistió a la ceremonia de apertura. De hecho, al igual que otros representantes oficiales de Rusia, él también se vio afectado por la prohibición del COI. Sin embargo, este obstáculo formal fue superado fácilmente por una invitación personal a Putin de parte del jefe de Estado de China, Xi Jinping. No es de extrañar que un veto tan blando no duela.
Injusto hacia Valieva
Lo trágico en el caso actual es que la víctima, Kamila Valieva, es una menor, de hecho, todavía casi una niña. Esta batalla se juega sobre sus frágiles hombros. Es injusto. Después de todo, ella entrenó duramente durante años para poder luchar por el oro olímpico en Pekín. Si se tiene en cuenta, además, cuán pronto han caducado las carreras de las patinadoras rusas estrella en años pasados —la mayoría de ellas llegaron muy jóvenes y demasiado rápido a la cima, y poco tiempo después ya habían desaparecido del mapa—, estos podrían ser los únicos Juegos Olímpicos de Valieva.
Ahora se le permite patinar en la competición individual de los Juegos Olímpicos en Pekín, pero está bajo una presión masiva y una observación que, seguramente, no deseaba. Al mismo tiempo, Valieva sabe que, bajo ciertas circunstancias, pronto tendrá que devolver sus medallas y, posiblemente, sea suspendida durante un tiempo. Dejando a un lado la misteriosa droga para el corazón que parece haber estado en su sangre, esta es otra de las muchas razones por las que nadie querría estar en su lugar.