Stefanie Babst: La OTAN y China la hora de hablar

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Como recomendó Merkel en su despedida como canciller, siempre hay que intentar ver el mundo a través de los ojos del otro. A ello se han puesto, con éxito sorprendente, un grupo de políticos, diplomáticos, militares y expertos tanto de la OTAN como de China, en busca de puntos de encuentro.

En diciembre del año pasado, la excanciller alemana Angela Merkel dijo en su discurso de despedida que siempre hay que intentar ver el mundo a través de los ojos del otro. Esto se aplicaría también, y muy en especial, a las relaciones exteriores de Alemania.

La recomendación de Merkel a su sucesor, Olaf Scholz, y a su gabinete fue sin duda acertada. Pero, ¿cómo podría aplicarse en la dura realidad internacional de hoy día, cada vez más definida por la rivalidad estratégica y la agresión? La actual y agitada diplomacia itinerante entre Moscú y las capitales occidentales muestra solo un atisbo de lo difíciles que pueden ser las negociaciones diplomáticas sobre cuestiones controvertidas.

Diálogos de segunda vía

Las discusiones informales en un marco confidencial pueden ofrecer un apoyo significativo a la diplomacia oficial para resolver conflictos o cuestiones políticas difíciles. Los llamados diálogos “de segunda vía” reúnen a antiguos diplomáticos y representantes militares, que ya no están sujetos a instrucciones políticas. Los expertos académicos también suelen participar.

Un proceso exitoso de segunda vía debe cumplir varias funciones. Uno, debe ayudar a crear una atmósfera de confianza, permitiendo debates sin trabas entre las partes implicadas y reflexionando sobre las motivaciones, las intenciones políticas y los intereses de las respectivas partes. Dos, debe permitir que todas las partes aprendan a manejar las críticas de forma constructiva. Y tres, si es posible, debe ofrecer algunas recomendaciones políticas concretas o, al menos, identificar algunos pasos adicionales en el acercamiento de las partes o en la resolución del conflicto.

Un informe de dos think tanks sobre la futura relación de la alianza de defensa occidental con China es el resultado de este tipo de diálogo informal. El Center for Strategic Decision Research (CSDR), con sede en California y París, y el think tank oficial del ministerio de Asuntos Exteriores chino, el Instituto Chino de Estudios Estratégicos Internacionales (CIISS), acaban de publicar un informe conjunto titulado “NATO-China Relations: Charting the Way Forward”. Por parte de la OTAN, participaron dos ex subsecretarios generales de la Alianza, Jamie Shea y yo misma; un exembajador de Dinamarca ante la organización, Michael Zilmer-Johns, y Roger Baylon, director del CSDR. La parte china estaba dirigida por el general de división Gong Xianfu, vicepresidente del CIISS. Su delegación incluía a antiguos diplomáticos y oficiales de alto nivel, así como a varios expertos en seguridad.

Amplia gama de asuntos

A lo largo de 15 meses, el grupo discutió una amplia gama de cuestiones de seguridad internacional, desde la evolución de la región de Asia-Pacífico hasta los posibles escenarios de las futuras relaciones entre Estados Unidos y China. Sin embargo, las conversaciones confidenciales se centraron en gran medida en la futura relación de la OTAN con China. ¿Cómo ven y analizan ambas partes las tendencias globales y regionales más importantes y los retos de seguridad? ¿Dónde hay diferencias fundamentales de intereses y en qué áreas existen posibles puntos de partida para el diálogo y la cooperación?  ¿Qué lecciones pueden extraer la OTAN y China de sus anteriores encuentros y formas iniciales de cooperación práctica?

Una gran parte de los debates se dedicó a compartir las respectivas percepciones. No sorprende que las percepciones sobre las intenciones estratégicas y las actividades políticas de la otra parte sean muy diferentes. China sigue considerando a la OTAN como una “maquinaria militar de la guerra fría” dominada por EEUU que pretende contener el ascenso de China como potencia mundial, criticando las actuaciones de Pekín de forma “injusta”. Los aliados de la OTAN, por el contrario, ven a China como un Estado autoritario que no comparte los valores liberales occidentales, que intimida a sus vecinos mediante la coacción militar y que plantea una serie de graves riesgos de seguridad, económicos y tecnológicos para Occidente. En este contexto, lo que sí sorprende, y bastante, es que el grupo pudiese debatir abiertamente sus respectivas percepciones y críticas y plasmarlas en un informe conjunto.

Recomendaciones políticas

El informe conjunto contiene también una serie de recomendaciones concretas para que las consideren los dirigentes políticos de las capitales de la OTAN, de Bruselas y de Pekín. Los autores esperan proporcionar algunos impulsos políticos valiosos, sobre todo a la luz de los trabajos en curso sobre el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN que se aprobará en la cumbre de Madrid en junio.

En realidad, la Alianza aún está lejos de desarrollar una estrategia común y global sobre China. En 2019, en su cumbre de Londres, los aliados acordaron por primera vez mencionar explícitamente a China como una posible nueva amenaza: “Reconocemos que la creciente influencia y las políticas internacionales de China presentan tanto oportunidades como desafíos que debemos abordar juntos como Alianza”, decía la declaración de la cumbre. En Bruselas en junio de 2021, fueron un paso más allá. La declaración describe que “las ambiciones declaradas y el comportamiento asertivo de China presentan retos sistémicos para el orden internacional basado en normas y para áreas relevantes para la seguridad de la Alianza”. Además, los aliados expresaron su preocupación por el “opaco” potencial militar convencional y nuclear de China, su asociación con Rusia y su frecuente falta de transparencia y uso de la desinformación.

Sin embargo, a pesar de estas críticas, los aliados de la OTAN también subrayaron su voluntad de diálogo: “Sobre la base de nuestros intereses, damos la bienvenida a las oportunidades de comprometernos con China en áreas de relevancia para la Alianza y en desafíos comunes como el cambio climático”.

El grupo de diálogo ha detectado cinco áreas temáticas en las que ven puntos de vista convergentes entre Bruselas y Pekín: seguridad marítima, cambio climático, seguridad regional, transparencia militar y reducción de riesgos en zonas sensibles y lucha antiterrorista.

En septiembre de 2021, después de una reunión virtual con el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reiteró la voluntad de la Alianza de entablar un diálogo con China. Sin embargo, hasta ahora los intercambios entre ambas partes han sido más bien esporádicos.

Aquí es donde entra en juego el informe del CSDR-CIISS. El grupo recomienda cinco áreas temáticas en las que ven puntos de vista convergentes entre Bruselas y Pekín y, por tanto, suficiente espacio político para el diálogo: seguridad marítima, cambio climático, seguridad regional, transparencia militar y reducción de riesgos en zonas sensibles y lucha antiterrorista. Para cada uno de estos asuntos proporcionan una serie de argumentos plausibles sobre por qué podría funcionar un diálogo entre la OTAN y China.

Además, proponen el desarrollo de una hoja de ruta conjunta, que podría ayudar a crear un marco concreto para futuras reuniones, asuntos y resultados esperados.

En la presentación pública del informe, la parte china fue más allá y sugirió que se considerara la posibilidad de abrir oficinas de enlace. Los contactos interpersonales entre ambas partes serían la mejor manera de conocerse mejor y, a pesar de las diferencias existentes, buscar puntos en común.

La pelota está ahora en Bruselas y en las capitales de la OTAN. En cualquier caso, el grupo CSDR-CIISS ha decidido continuar las conversaciones de segunda vía este año. La necesidad de hablar sigue siendo importante.

Asesora principal y de políticas globales, Brooch Associates, Londres Firma de asesoría global

 

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