La activación del populismo de derecha en el norte del continente americano es un fenómeno preocupante, que también tiene su resonancia en Venezuela
En Venezuela se ha pasado de un país donde nadie quería ser etiquetado como derechista a que tal calificativo se lleve con orgullo en estos días. La polarización introducida o al menos exacerbada por el chavismo ha sido la causa de este cambio, a la par con el catastrófico fracaso del socialismo que ellos pregonan.
Los cambios
Es posible observar que en países como EE.UU. y Canadá se ha producido también un resurgimiento de la derecha, que en parte puede ser explicado como una reacción a los avances de las reformas liberales en esos países. Ellos han venido transformándose de tal manera que, los “blancos anglosajones protestantes” (WASP, por sus siglas en Inglés) están perdiendo el poder que históricamente poseían. Ahora son países multiculturales, que han establecido leyes y regulaciones que apuntan a una sociedad tolerante y abierta. Tanto así que EE.UU. llegó a elegir a un presidente negro, que compitió en su propio partido con una mujer blanca anglosajona.
Canadá
El caso canadiense, la política por una sociedad tolerante y abierta, está en la base de su existencia, en especial para poder integrar dos culturas un tanto diferentes, la francesa y la anglo. Además, la tolerancia en Canadá ha ido mucho más lejos que en su vecino sureño, baste comparar el tema del aborto, el matrimonio gay y el libre uso de la mariguana. Así como el enorme esfuerzo de inmigración que ha traído a este país las más diversas culturas y religiones. Y el esfuerzo del estado de darles un puesto en la sociedad, tanto que los gabinetes del gobierno se conforman dando prioridad a las etnicidades.
Las milicias
Da la impresión que los WASP, sintiéndose desplazados han comenzado a reaccionar. En EE.UU. es sabida la existencia de grupos armados de blancos o milicias, que son grupos extremistas antigobierno de extrema derecha que están alimentados por teorías conspirativas (QAnon). Pero más allá, está su ideología antimigrante, antigay, antiaborción, es decir anti los avances de la apertura y la tolerancia social, que es compartida por millones de estadounidenses y que contrasta en parte con el liberalismo base de la sociedad estadounidense. El trumpismo es expresión de este mundo que incluye, entre otros, a los “white disenfranchised” (blancos sin poder); a aquellos que quieren acabar con ese “estado profundo”; así como “Draine the swamp” (drenar/limpiar el pantano-léase el gobierno). Muchos de estos participaron en el asalto al Congreso el 6 de diciembre 2021, para apoyar a un Trump que clamaba haber sido robado electoralmente.
Los camioneros
En Canadá el asalto no fue directamente al Parlamento (se quedaron en las calles adyacentes), pero si a la ciudad capital donde acamparon por casi tres semanas. Menos conocidos son los grupos de extrema derecha canadienses, pero varios de ellos participaron en esta toma, con la famosa “caravana de la libertad”. Movimiento, este último, liderado por individuos racistas, admiradores de Trump y del movimiento Qanon. Y una masa de seguidores atrapados con teorías conspiratorias, en especial relativas al origen del COVID-19 y las vacunas, que han arrastrado a muchos otros que, agobiados por dos años de restricciones, aborrecen los mandatos estadales del uso de máscaras y la pérdida de derechos al no estar vacunados. Ellos claman ¡libertad! y tildan al gobierno del partido liberal, con Trudeau a la cabeza, de fascista, represor y fomentador de una sociedad totalitaria; y quieren que se vaya.
Al grito de ¡libertad!
Esta mezcolanza ideológica ha llevado a muchos venezolanos -transformados en MEGAzolanos-, un país de gran mestizaje de razas, a apoyar movimientos racistas y xenófobos, quizás sin saberlo. En todo caso sorprende leer sus irrestrictos apoyos no solo a Trump sino a la “caravana de la libertad” canadiense, como se parecía en el twitter, y en otras plataformas de las redes sociales.
También es sorprendente ser testigos de este resurgimiento de una derecha activa y radicalizada, que podría considerarse revolucionaria, por su intensión de (re) tomar el poder por vías no democráticas. Muchos dirán que es un movimiento antihistórico, pero la propia historia nos ha mostrado que no solo son posibles, sino que han llegado al poder, para horror de la humanidad.