Venezuela no puede iniciar ningún tránsito económico sin un acuerdo nacional, dijo Tamara Herrera

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La economista directora de Síntesis Financiera señala que el régimen de Nicolás Maduro decretó una especie de “sálvese quien pueda” al aplicar a los venezolanos un ajuste económico “prolongado y cruento”, que expulsó a millones del sistema laboral formal y del país. Pero ya las elecciones presidenciales asoman en el horizonte, razón por la que afirma: “No hay disciplina fiscal que contenga la necesidad de Maduro de legitimarse en 2024”.

Profesora Herrera, ¿Venezuela se arregló?

No, en lo absoluto. No puede considerarse arreglado un país que acumula una población excluida después de haber perdido 75% de su masa muscular a lo largo de siete años. La gran noticia de 2021 es que se suspendió esa caída en barrena y, además, se salió del nivel de hiperinflación. Esa es una salida que no está asegurada, es decir, que en cualquier momento se puede volver a ella.

Ese organismo que ha perdido 75% de su masa muscular tiene que reponer fuerza de trabajo, empleo, migración, informalidad y una enorme desigualdad que se acentuó a lo largo de los años, más aún ahora que hay un “sálvese quien pueda”. En ese “sálvese quien pueda” del último año y medio, esa informalidad mezclada con la dolarización lo que hizo fue permitir a los estratos de menores ingresos resolver sus entradas en dólares, sin seguridad social de ninguna índole, pues eso también fue barrido por la hiperinflación y la política de severo control fiscal. Hablamos de millones de excluidos. Venezuela está lejos de arreglarse.

¿Venezuela puede, al menos, volver a ser lo que fue antes de que llegara el tsunami de la emergencia humanitaria compleja?

No quiero decir que podemos volver a la Venezuela de antes, pensarlo así sería un error. Incluso, si se tuviera ese sueño nostálgico de volver a ser lo que en algún momento fuimos, ya no es posible. Ahora son distintas las condiciones reales, el contexto geopolítico, el acceso a los mercados internacionales de una manera creíble, y el acceso a entes multilaterales con confianza en políticas de mediano y largo plazo.

El equipo de política económica carga con un gran lastre y su principal desafío es rescatar la credibilidad y consolidarla. Es un desafío difícil de alcanzar porque el legado del intervencionismo exacerbado y sobreregulación de la economía es muy largo. Pese a este laissez faire a la bolivariana, en la retórica siempre hay un dejo de amenaza y eso es suficiente para que, más allá de las leyes antibloqueo, los avances sean graduales.

Habla de la importancia de rescatar la credibilidad. ¿Qué otro factor identificaría como fundamental para tratar de salir de este hoyo?

En todos estos años la economía venezolana se ha debilitado y no tiene competitividad suficiente. La competitividad no es un tema final de precios o de tipo de cambio, sino que el país se ha rezagado tecnológicamente. En el mismo lapso, el resto del mundo ha avanzado, lo que equivale a un retraso de 20 o 30 años en términos tecnológicos. Eso es lo que define la productividad y competitividad.

Venezuela tendría que consolidar su crecimiento y en estos momentos no veo la posibilidad sin un cambio político y un acuerdo nacional. Todo lo que suena a lugar común, pero es absolutamente imprescindible.

Sectores empresariales celebran la muerte del “exprópiese” y creen que el modelo económico que impuso Hugo Chávez se fue para nunca más volver. ¿Coincide con esta apreciación?

Decir “más nunca” es temerario. En el contexto actual, creo que las autoridades entraron en razón solamente por la debilidad financiera relativa que enfrentaron a raíz de las sanciones y de toda la cadena de eventos con un fatídico año 2020, que debilitó a la industria petrolera y la sacó aún más de competitividad. Todas esas cosas los hicieron entrar en razón y dieron lugar a que finalmente la sobreregulación, que ya estaba agotada, se desmontara.

El equipo económico actual es “importado”, pero es un equipo económico, aunque uno pueda tener sus diferencias con ellos. Se comprendió que tenía que desmantelarse el control de cambio, que los controles de precio no tienen que aplicarse de esa forma, que la regulación tiene que ser razonable. ¿Es eso suficiente para decir que cambió? Honestamente no lo creo.

Creo que su desafío sigue siendo consolidar la credibilidad de que ese es un rumbo que no va a volver a tomarse. Primero, no ha habido un desmontaje del marco legal del control de precios, y de las facultades de tributación y fiscalización de distintos entes. Hay todo un marco legal no propiciador de nuevas actividades económicas y la retórica no ha dejado de estar, aunque efectivamente ha amainado.

Con la reciente aprobación de la reforma de la Ley de Impuestos a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF) bastaba decir, sin acompañarlo de una retórica agresiva: Nosotros queremos recaudar más porque resulta que hay empresas que, obviamente, desplazaron sus transacciones en bolívares hacia dólares, y queremos poner un límite a esa dolarización financiera, o queremos que se “desdolarice”. Dentro de la propia ley, los rangos de la tasa son propiciadores de pánico y sencillamente inhibidores, y aunque racionalmente en este momento nadie decida aplicar una tasa de 20% sobre una transacción en moneda extranjera, lo cierto es que esa posibilidad está plasmada en la ley.

La pregunta es: ¿quién va a operar en este país con las dudas sobre la estabilidad monetaria? A pesar de este esfuerzo estabilizador que está haciendo el gobierno gracias al músculo petrolero que está ganando, ¿quién puede acercarse cuando existe el derecho legal de poner una tasa de 20% que puede destruir todos los argumentos de cualquier intervención económica?

Con la banca sucede lo mismo, se está yendo a cuentagotas en una flexibilización para incrementar el crédito, y va a tener que seguir siendo gradual. Lo mejor que podría esperarse es que el gobierno no altere el rumbo de fortalecimiento de la economía, aun cuando estamos hablando de crecimientos que son de escalada moderada. No son grandes rebotes ni tendencias de largo plazo. Este contexto ha invitado a allegados del gobierno a facilitar su entrada en la economía con activos que cuestan la décima parte de lo que costaban en otros tiempos. En la medida en que más amigos del gobierno se involucren, más esperanza tiene uno de que se respete el racional del funcionamiento económico sin incurrir en activar la sobreregulación.

Aunque ganó las elecciones regionales, el chavismo nuevamente sufrió una pérdida importante en su caudal de votos. Difícil chantajear a un votante con bonos de 7 bolívares y un salario hecho polvo. ¿Qué puede hacer Nicolás Maduro en el campo económico para fortalecer su aspiración reeleccionista?

Nosotros en Síntesis Financiera vemos muy cerca las elecciones presidenciales de 2024. Maduro está claro en que necesita mejorar su desempeño económico, hacerlo más armonioso, exitoso y creíble para una legitimación verdadera en 2024. Para eso, creo que va a comenzar a aflojar la ferocidad de esa desaceleración del gasto público. Maduro hizo una reducción del tamaño del Estado durante tres años, el ajuste económico más prolongado y cruento del que he tenido conocimiento. Aquí desde 2018 se produjo un insólito achatamiento del tabulador salarial de los empleados públicos, y después se rezagaron los aumentos salariales ni siquiera para acercarse a compensaciones reales. En realidad, se propició la expulsión, una salida espontánea propiciada del espacio laboral del Estado y del país.

Hay lecturas de las elecciones regionales, un costo político que pagó el gobierno por aproximarse a un saneamiento de sus cuentas fiscales, que consistió en desacelerar el gasto público con esta reducción que descansó mucho en las partidas de remuneraciones y bonos, y en la firmeza de su política tributaria. Ni siquiera con la pandemia hubo rebajas, la unidad tributaria se ha mantenido intencionalmente muy por debajo de la inflación, de manera que aquí paga impuesto hasta el más humilde. No ha abandonado la presión tributaria y, además, está el aumento de las tarifas, como se ve con los trámites de notarías y registros. Eso se espera que ocurra de manera racional y no brutal.

En ese saneamiento han logrado disminuir el financiamiento monetario del déficit fiscal, que no es otra cosa que el endeudamiento de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) con el Banco Central para recibir los bolívares que Pdvsa le entrega al fisco y a otros entes públicos. Este es un proceso de saneamiento poco pulcro, pero esa es la dirección en la que va 2022 y creemos que en ese sentido dejará de ser cruenta en gastos, pero empezará a ser más fuerte en la recaudación. En 2023 eso será más agudo y creo que todo el esfuerzo de las autoridades económicas está en ese balance entre no perder el efecto de estabilización que están logrando con el tipo de cambio y, al mismo tiempo, no “recesionar” demasiado la economía con medidas tan mal implementadas como el IGTF, que son como pequeños torpedos para una recuperación incipiente.

El gobierno tiene clara conciencia de que una aceleración sostenida del crecimiento tampoco puede ser respaldada con las limitaciones de infraestructura que tiene el país. No hay una recuperación clara de la sostenibilidad eléctrica, aunque ha habido mejoras regionales.

¿La disciplina y las reducciones tienen el tiempo contado? ¿Apelarán a la fórmula de siempre: el ciclón del dinero?

Creo que el gasto subirá un poco más, y que están buscando concatenarlo con el sector privado y una especie de libertad regional. Por cierto, la voracidad fiscal municipal es mucho más fuerte que la del Seniat. Están tratando de propiciar eso y tienen conciencia de que eso solo se puede lograr acompañados por el sector privado. Y por sector privado se entiende amigos y allegados que puedan estar allí, eso no tiene nada de particular, salvo por las condiciones hiperventajosas en las que pueda ocurrir y, por lo tanto, inequitativas para el resto.

Creo que seguirá apostando por la vía de los bonos y las bolsas Clap, que están disminuidas, pero que no dejan de existir y han logrado sistematizar y aumentar la proporción de productos nacionales. Considero que fuera de eso, todo el impulso se pondrá a través de una estabilización y después inevitablemente sí vendrá un gasto fuerte. No creo que haya disciplina fiscal que contenga la necesidad de legitimarse en 2024. Y en este país las campañas comienzan un año antes, por lo menos.

Los expertos destacan el fin de la hiperinflación y la desaceleración de los precios, pero mi madre dice que eso es mentira porque cada vez que va al mercado gasta más y trae menos. ¿Quién tiene la razón?

No debemos caer en el economicismo. Venezuela sigue siendo un país con una inflación moderadamente alta. Este año habrá una desaceleración muy importante, otra más, en la escala de inflación, pero son escalas de inflación altas y sobre todo no están acompañadas por un ajuste en los ingresos. Es una forma muy desigual, yo no puedo aumentar más mi consumo porque no me dan los ingresos. Aquí de lo que se trata es de propiciar un crecimiento que aumente los puestos de trabajo, y produzca la elevación de los ingresos de la población sin disparar la inflación.

Lo que están haciendo ahora es un trabajo de filigrana de contener a punta de venta de dólares en el mercado bancario el precio del dólar a la baja, abaratándolo muchísimo, lo cual hace que los dólares rindan mucho menos y que para las empresas sea más costosa la fuerza de trabajo. Los dólares no rinden porque los están abaratando demasiado. Entonces, a pesar de que la inflación se desacelera, está creciendo a un ritmo mayor que el ritmo al que se deprecia el bolívar.  El bolívar, incluso, se está apreciando. Desde principios de año ha caído casi 2%, mientras que la inflación de enero la calculamos en 4,2%. Ahora están conteniendo para aflojar más en 2023 y eventualmente desbocarse en 2024.

Se refería al equipo económico importado, que estaría encabezado por el exministro ecuatoriano Patricio Rivera, con el apoyo del propio expresidente Rafael Correa. ¿Podrá ese equipo obrar el milagro venezolano?

Este hecho es un indicio de que no quieren incorporar a economistas competentes venezolanos. Por otro lado, el sector privado nacional y extranjero mira con cautela, por no decir recelo, el hecho de que sean hombres de Rafael Correa, supervisados por Rafael Correa.

Esa dirección económica es la que hizo que pasaramos esa meta de salir de la hiperinflación. Para salir de allí se aplicó un ataque gradual prolongado de tres años y medio, acabando con el crédito bancario, debilitando a la banca, reduciendo el tamaño del Estado y produciendo desempleo, pero la idea era lograr por la vía forzosa lo que no puedes lograr sencillamente porque no tienes un gobierno que rescate la credibilidad sobre metas de futuro.

Esta estrategia buscó hacer una escasez cada vez más intensa de bolívares, prohibiendo el crédito, gastando menos y recaudando más, para que no se pudieran comprar dólares. De esa forma desaceleraron la subida del dólar y de la inflación. Creaste por la vía forzosa la demanda de bolívares para pagar servicios e impuestos, y no se encuentran bolívares, esa es la estrategia. Así como Correa no pudo desmantelar la dolarización en Ecuador, aquí están tratando de que no avance.

¿Cómo sobrevivir en una economía tan distorsionada como la venezolana?

El espacio de crecimiento existe, sobre todo por necesidad. Crecer reabriendo las líneas que cerraste a lo largo de estos años de hiperinflación y de astringencia tan fuerte, que fue aplicada porque la única forma de sobrevivir era empequeñeciéndote, no es tan sencillo.

Venezuela tiene una informalidad que seguramente anda por el orden del 60%. El espacio para crecer y consolidar la economía es amplio y la necesidad, aún mayor. Hay una buena cantidad de oportunidades para cualquiera que quiera invertir, muchas cosas están baratas. Los capitales existen, nacionales y extranjeros, no es falta de dinero, el dinero está, lo que no está es la disposición a ponerlo en un lugar donde se necesita que se tengan certezas. Este equipo económico ecuatoriano está promoviendo reuniones con inversionistas internacionales. Está señalando todas las virtudes de los logros, no el costo al que se hizo. Pero no creo que sea tan fácil.

Es tan grave la situación de exclusión de la actividad económica de millones de personas, que a mí poco me importa si lo logra este gobierno o un gobierno de transición, pero mucho más será lo que logre un gobierno de transición. Cuando digo de transición, para no ser mal interpretada, me refiero a un gobierno de acuerdo nacional. No veo que Venezuela pueda iniciar ningún tránsito económico sólido, con menos incertidumbre, sin ese acuerdo nacional. Eso despejaría todas las nubes que están tapando el horizonte, y allí sí puedes ir a la modernidad, no a la supervivencia.

Pedro Pablo Peñaloza – Este trabajo fue publicado en la más reciente edición de la Revista Democratización del Instituto Forma.

 

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