Los progresos continuos en prótesis y ortesis, a los que asistimos desde hace años, sobrellevan grandes beneficios para la vida de millones de seres humanos que conviven, en su día a día, con diversidades funcionales graves. Su objetivo es sustituir los miembros humanos perdidos por prótesis de funcionalidad equivalente. Ha sido obligado desarrollar robots que imitaran los movimientos naturales de las personas, como paso previo a la generación de prótesis. Combinan la utilización de señales mioeléctricas en manos, brazos, piernas… con la estimulación eléctrica. En fase de experimentación ya existen interfases máquina-cerebro, capaces de ayudar a los pacientes con parálisis a mover prótesis robotizadas de brazos y/o piernas. Se basan en el hecho de que cualquier pensamiento o movimiento constituyen fenómenos eléctricos. Se plantea verosímil a futuro que una maquina inteligente sea capaz de predecir el movimiento de las piernas/brazos/cuerpo a partir de los patrones cerebrales. Conducirá a la creación de prótesis robotizadas con la ayuda de la fuerza de la mente, siendo ésta una de las líneas destacadas de la investigación en robótica médica.
El pasado 8 de febrero, los medios de comunicación internacionales se hicieron eco de una noticia extraordinaria. Investigadores de la Ecole Polytechnique Fédérale de Lausana han creado un sistema que ha permitido a lesionados de médula espinal ponerse de pie, caminar, nadar, montar en canoa y bicicleta. El procedimiento consiste en una estimulación eléctrica personalizada de la médula espinal, por medio de placas de electrodos, controladas por un software de inteligencia artificial. Fue implementado en tres pacientes con parálisis completa que, a las pocas horas, tuvieron activados músculos del tronco y de las piernas.
Para Gregoire Courtine, director del equipo de investigación que lo ideó: “Nuestros algoritmos para la estimulación imitan la naturaleza… Y nuestros cables maleables implantados han sido diseñados para colocarse debajo de las vértebras, directamente sobre la espina dorsal, lo que hace posible modular las neuronas que regulan grupos musculares específicos”. Remarcó que el paso siguiente será “convertir nuestros descubrimientos en tratamientos que puedan mejorar la vida de miles de personas en todo el mundo”. Exigirá avances en neurotecnología y generar tratamientos de fácil acceso para la población.
En el Estudio Delphi sobre Tendencias en Ingeniería Genética y Biotecnología 2021 del Centro de Investigaciones sociológicas se incluyó en la encuesta, que fue enviada a más de un centenar de expertos en la materia, la siguiente cuestión: “En más del 50% de los centros sanitarios de España se implantaran habitualmente dispositivos electrónicos y materiales sintéticos dentro del cuerpo humano (ojos biónicos, órganos sintéticos…)”. Los resultados no dejan lugar a dudas, con una seguridad media en su previsión (3) y evaluando de alta la importancia social de sus repercusiones (4), preciaron que será un hecho en 2035. Manifestaron que, en realidad, ya lo son pues “muchas personas llevan prótesis para cadera, rodilla, implantes dentales” y que “… la generación de dispositivos electrónicos bio-integrados mejorará rápidamente y su posible implantación en el cuerpo humano está cada vez más cerca”. Juzgan que el principal obstáculo es la interface orgánica con la que se manejan dichos dispositivos, a largo plazo, sin afectar al individuo” y ponderan más complicado “… lo de los órganos sintéticos”. En paralelo constataron el alcance de las impresoras 3D que están procurando prótesis diversas y suponen un antes un después en este campo.
Muchos son dilemas éticos y morales que hay que resolver, habida cuenta de su empuje y de lo avanzados que se encuentran algunos proyectos, entre otros, el denominado Neuralink, uno de los más destacados y que se ha propuesto conectar el cerebro humano con ordenadores. En abril de 2021 se hizo público que, tras años realizando pruebas con ratones, cerdos…, habían puesto en marcha un experimento con un ser vivo “inteligente”, un mono que jugaba al Pong, gracias a 1.024 electrodos implantados en el dispositivo N1 Link, que funcionaba a partir de sus propias reacciones mentales. Según declaraciones de responsables del experimento: “Hemos implantado el N1 Link en las áreas de la mano y el brazo de la corteza motora, la parte del cerebro que participa en la planificación y ejecución de los movimientos. Colocamos Links bilateralmente: uno en la corteza motora izquierda (que controla los movimientos del lado derecho del cuerpo) y otro en la corteza motora derecha (que controla el lado izquierdo del cuerpo)”. También indicaron que su finalidad es “construir un sistema de interfaz neuronal directa clínico seguro y eficaz que sea inalámbrico y completamente implantable que los usuarios puedan operar por sí mismos y llevarlos a cualquier lugar que vayan”. En aquellas fechas el multimillonario Elon Musk, mentor del proyecto, declaró que “el primer producto Neuralink permitirá que alguien con parálisis use un smartphone con la mente más rápido que alguien que usa los pulgares… Las versiones posteriores podrán desviar señales de Neuralinks en el cerebro a Neuralinks en grupos de neuronas sensoriales / motoras corporales, permitiendo así, por ejemplo, que los parapléjicos vuelvan a caminar”.
También en esas fechas Facebook exhibió el funcionamiento de un prototipo de brazalete que traducía las señales cerebrales y hacia factible controlar objetos digitales con el pensamiento. Thomas Reardon prestigioso neurocientífico, con experiencia en Microsoft y líder del grupo Facebook Reality Labs[1], descubrió que no era una pulsera que “leyera la mente” pues tenemos muchos pensamientos y seleccionamos actuar únicamente sobre algunos de ellos, de forma que, según sus palabras. “… Cuando eso sucede, el cerebro envía señales a las manos y dedos diciéndoles que se muevan de maneras específicas para realizar acciones como escribir y deslizar. Se trata de decodificar esas señales en la muñeca, las acciones que ya ha decidido realizar, y traducirlas en comandos digitales para su dispositivo. Es una forma mucho más rápida de seguir las instrucciones que ya envías a tu dispositivo cuando tocas para seleccionar una canción en tu teléfono, haces clic con el ratón o escribes en un teclado”. En el verano de 2021 se anunció que se paralizaba esta iniciativa temporalmente por considerar que la ciencia no estaba todavía cerca de crear un producto de consumo masivo, y que se centraban en idear un controlador de realidad virtual que leyera la actividad muscular del brazo.
Finalizo este texto reiterando los profundos y relevantes dilemas éticos, morales, jurídicos, sociales… que suscita la neurociencia y la neurotecnología, que están siendo tratados por la neurótica. Fundamentalmente están coligados al amparo y respeto de la dignidad e integridad de las personas y al principio de justicia. En este sentido, se está avanzando en repensar los derechos humanos e incluir en los mismos los que han sido denominados neuroderechos (su promotor ha sido el científico español Rafael Yuste, padre del proyecto Brain), destinados a salvaguardar el cerebro y su actividad conforme se produzcan adelantos. Y, junto a lo anterior, el transhumanismo adquiere protagonismo y pareciera imparable al albur de ideologías que golpean nuestro convivir.
[1] Véase, https://tech.fb.com/ar-vr/