Aun el estudio más superficial de la historia de la sociedad occidental nos enseña que el poder de las personalidades decisivas está limitado ante todo por el nivel de la técnica, por los medios de fuerza, violencia y organización que prevalecen en una sociedad determinada. En este respecto, nos enseña también que hay una línea recta ascendente a lo largo de la historia de Occidente, y que los medios de opresión y explotación, de violencia y destrucción, así como los medios de producción y reconstrucción, han sido progresivamente ampliados y centralizados. Como los medios institucionales de poder y los medios de comunicación que los unen se han ido haciendo cada vez más eficaces, los que ahora tienen el mando de ellos poseen instrumentos de dominio que nunca han sido superados en la historia de la humanidad. Y todavía no hemos llegado al punto máximo de su desarrollo. Ya no podemos descansar ni apoyarnos cómodamente en los altibajos históricos de los grupos gobernantes de las épocas pasadas. En ese sentido tiene razón Hegel: la historia nos enseña que no podemos aprender de ella. Charlest Wright Mills: La imaginación sociológica., México, pp. 24-28, 31-33.
Una acotación necesaria…
“Ante el lamentable escenario económico, político y social en el mundo con sus radicales peculiaridades en el país, pese a las elementales y evidentes diferencias, sumada la escalada de la confrontación absurda con la agresión de Rusia a Ucrania, y las sanciones ida y vuelta, que plantea una cruenta confrontación comercial geoestratégica, y que evidentemente sorprendió a cándidos e ignorantes, y nos obliga a recordar la Gran Depresión norteamericana de la década de 1930, claro es de bulto luctuosamente la ausencia de uno o varios líderes políticos en el escenario de las democracias occidentales para el abordaje de este crucial complejo tramo, primero la advertida pandemia Covib-19, que dejo en pantys a todos con la excepción de Angela Merkel, así observamos con tristeza que en el coloso de Norte el apagado Joe Biden, o el ditirámbico Donad Trump, no Franklin Delano Roosevelt, y en el patio sin contraste frente a lo que fueron es esa etapa las figuras como Rómulo Betancourt, Andrés Eloy Blanco, Luis Beltrán Prieto, Gonzalo Barrios, Gustavo Machado, Juan Bautista Fuenmayor, Valmore Rodríguez, H, Pérez Dupuy, para solo aludir algunos. Al citar a Roosevelt no insinúo las políticas keynesianas del New Deal, aunque tal vez dentro de poco resultarán más sensatas e estimulantes de lo que parecían hace pocos años. Me refiero a la capacidad de aquel aristócrata de Nueva Inglaterra para mostrar empatía hacia los obreros en paro, hacia aqueyos granjeros inestables, desahuciados de sus tierras, que describió John Steinbeck en (Las uvas de la ira). Me refiero a su destreza comunicativa para insuflarle moral y ofrecer esperanza a una nación asustada y perpleja, no solo en su célebre discurso inaugural “lo único que debemos temer es al propio miedo”, sino, a lo largo de los años siguientes mientras la crisis estaba lejos de ser vencida, mediante las (fireside chats), las charlas radiofónicas por medio de las cuales, cada semana, el inquilino de la Casa Blanca explicaba pedagógicamente a sus compatriotas los progresos y los obstáculos en la lucha contra la recesión”.
Una acotación necesaria…
Al leer en estas tres semanas el fajo de artículos publicados por la prensa extranjera, y local, con respecto de la invasión Rusa a Ucrania, y a las balbuceantes acotaciones para los ingenuos y desconocedores de los temas geoestratégicos, además de vieja heredad, es posible colegir que quienes desde dentro y fuera se han permitido observar al “liderazgo del país”, podrían estar de acuerdo en esta perfectamente aplicable afirmación que nos alerta que el mismo sufre de Anosognosia, el que no está al tanto de su enfermedad, que desconoce cual es su aflicción, ´´por lo que difícilmente puede restablecerse. Los dioses ciegan a quienes están decididos a no ver, y le conceden el fracaso a quienes les hacen antesala. Algunos entrometidos en estos temas siempre hemos concluido que se necesitaba más que inteligencia para enfrentar un proyecto, como el de Acción Democrática de los años 41 al 48 y el de Hugo Chávez desde 1998 (et all), basados, históricamente, en dos inferencias: El tiempo o Timing, ya señalado en el Eclesiastés y en lo que en argot inglés se conoce como el Timing. A ambos les implicó sostener el mando por largos años. Y ese más ayá del conocimiento del que les hablo, estaba signado en esa fórmula del justo medio que nos enseñara Aristóteles, además, en Venezuela, históricamente, se enuncia en nuestro Himno Nacional en aqueyas palabras que nos recitan y desde el Empíreo (que no desde el Imperio), que como nos enseña la teología sabemos perfectamente es la región neutral dónde se encuentra Dios y sus ángeles y serafines, ubicado subsiguientemente, es decir, después del Noveno Cielo. Pero nuestra ingrávida oposición, indocta confunde Empíreo con Imperio y pareciera haberse educado no en la literatura de Cervantes o de Shakespeare, sino en la de Dante Alighieri en su Divina Comedia, lo que le permitió ponerse a la orden de la monarquía de los merovingios, de los descendientes de Juan Sin Tierra; de ayí su largo recorrido por los infiernos; esos que algunos han señalado atinadamente como el desatamiento de los demonios. Nunca conoció este país una oposición tan deslucida, flácida y sin testimonios, y por añadidura, con insuficiencia de dendritas. Quizá su drama está descrito magistralmente por Andrés Eloy Blanco, en dos de sus poemas que más ayá de lo literal amoroso, tiene su clivaje político:
A Florinda en invierno con aquello de “Al hombre mozo que te habló de amores dijiste ayer, Florinda, que volviera, porque en las manos te sobraban flores para reírte de la primavera. “Y ahora esperas tú, visión remota, campiña gris, empalizada rota, ya sin calor el póstumo retoño que te dejó la enredadera trunca, porque cuando el amor viene en otoño, si lo dejamos ir no vuelve nunca”. Y su elegía es la Renuncia: … fueron vapores de la fantasía, son ficciones que a veces dan a lo inaccesible (el poder) una proximidad de lejanía… y al final, ¡cuántas veces el anhelo menguante pide un pedazo de lo que antes fuimos! Solo le queda un único camino: Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo. Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño; desbaratando encajes regresaré hasta el hilo (reinserción de y en la venezolanidad). La renuncia es el viaje de regreso del sueño…
Los “no enterados” y su degradación …
El venezolano de a pie sabe y conoce que: Así como este gobierno no deja de sorprendernos con sus absurdidades, también el Presidente de EEUU Joe Biden, debería estar ocupado de esos temas gruesos como los que enfrentó
decididamente Roosevelt, malgasta su tiempo en un rol tragicómico, “con un conflicto mundial donde se desangran de nuevo vidas inocente, como todavía ocurre en un grupo de países del medio oriente, que ha generado el doloroso y dramático flujo de migrantes el más numeroso después de la diáspora Judía, toda esta inacción frente el desafío Chino y Ruso, y los del patio logran récords diarios de tendencias en las diversas redes, los añejos juegan gárgaro malojo, ambos tienen acumulado en diversas líneas aéreas miyajes para la próxima décadas en sus intensos itinerarios de visitas una especie de Marcos Polos modernos: se han fotografiado con Henrique Cardozo, José María Aznar, Mariano Rajoy, Sebastián Piñera, Netanyahu, Macri, Duque, Marcos Rubio, Obama, Donad Trump, Macron, para ver si por la vía del contacto cutáneo logran la luz suficiente para ubicar el camino perdido de la realidad. Este país es Caribe. Hasta Pérez Jiménez lo era. Pero me alejare de lo anecdótico y me voy a referir a lo que el poeta Rafael Cadenas en la introducción de unos de sus ensayos, (desde su concienciación Awareness), aborda que es la cualidad del ser de estar consciente, alerta, enterado, de darse cuenta de lo externo e interno, observar sin el ego. Asombrados advertimos que en el país les resulta a gruesos sectores sociales diversos más cómodo vivir en este ambiente de sumisión, pues aceptan su propia degradación como algo natural, inherente e inevitable, implica no tener que esforzarse en absoluto ante uno mismo, evidentemente cuando el colectivo se hunde en esas lógicas del funcionamiento a escala Psicológica profunda, lo ultimo que se quieren ver es ante sí, es a alguien con dignidad, luchando por mantenerla, pues revela su propia degradación, aquejados como estamos por este mal, tendemos a celebrar la vulgaridad, la frivolidad, la idiotez el pusilanismo, de los mas diversos personajes que asoman en su realidad, pues en el fondo nos identificamos con eyos, al reconocerlos y elogiarlos por sus modos, de alguna manera premiamos con esa deferencia de nuestra imbecilidad y así acayamos el remordimiento que nos produce la instalada medrosidad, habiéndose desarroyado en el país profusamente con fuerza una especie de contravia sociológica cultural, que solo recompensa la estupidez, la ostentación de divisas gracias de la proximidad impúdica de la sumisión, y se establecido como premisa una atávica tendencia de castigar al decente, al trabajador, al generoso, al compasivo, al misericordioso, al inteligente, al solidario, al talentoso, se ha venido alojando en nuestra sociedad en sus intersticios el consentir como normales estas aptitudes. El desprecio el desden que exhiben son garantía de su éxito, pues sus descalificaciones hacia los demás son el reflejo del castigo y el ultraje que eyos anhelan recibir, esto es un acto rotundo de sadomasoquismo y arrimando el hombro a para que habite como precondición para la histórica rendición servil ante la autoridad del déspota, el caudiyo, “al capitán” el del vozarrón al que mas fuerte grita y lesiona, en eyos encuentra la forma para reforzar sus frágiles mecanismos cognitivos vulnerados, y en algunas variantes el adocenado ofuscamiento de sugestivos personajes que ensayan encarnar el rol de “nuevos lideres” algunos con el recorrido burocrático de medio pelo, en Gobernaciones y Alcaldías, muy semejantes a los (Principados Neo-medievales o Toparquías. En este momento los autodenominados revolucionarios que se atestan la boca a lo largo y ancho con una “Asamblea Nacional” elaborada a la medida apoyados en viejos zurcidores, y poder producir casi a diario por ristras, nobilísimas leyes económicas, para el manejo eficiente de la seguridad, del control de los precios, la inflación, la producción, el abastecimiento, empresas productivas comunales, bolsas CLAP, bonos de guerra, con el cortejo de himnos épicos, banderolas, marchas, gorras, franelas, anécdotas, e imitaciones estentóreas de imprecisos y socarrones show, y la contratará los “legitimados” el posible reemplazo especie de meyizos placentarios, la puesta en escena de la restauración, o el hartazgo de lo buslesque de la fatuidad ofertándola como novedad con una carga de ridiculez extrema, en cualquier latitud medianamente democrática, la suya seria una existencia anónima, gris, imperceptible, enguyidos en la marea humana y disuelta su ya revocada personalidad en el radical acido de la masa, de la ciudadanía, del pueblo. “Se trata de un momento crucial para que alguien algunos de los que desde diversas trincheras resisten le señalen al país la verdad, toda la verdad” El ejemplo de esa condición está en Platón, que era adversario de la democracia ateniense. Si bien se trataba de una forma de gobierno extremadamente limitada, pues sólo tenían derecho a ejercerla los ciudadanos con exclusión de los esclavos, que eran la mayoría, la democracia alcanzó cotas altas de desarroyo. Durante la época de Pericles, el ciudadano ejercía su derecho: debatía en la plaza pública, hacía propuestas, vetaba, decidía por votación, elegía al dirigente por un período… ejercía las ventajas de la democracia. Nadie ocupa el poder por derecho propio, sólo se puede ocupar por delegación transitoria, 4, o 8 años y cumplido el periodo, elecciones y vuelve y juega. Reconquistar o perder el poder es el rasgo esencial, no existe el derecho propio o por sangre, nobleza, derecho de propiedad, herencia o porque se tiene la “Verdad”, cuando cada familia en el barrio vive su pequeña tragedia aisladamente de los otros sin que esa multitud de tragedias, que el intentar superadas puedan dar lugar a un proyecto común, a una acción mancomunada, a un trabajo en sociedad, esa miseria de la dispersión, del aislamiento y la separación es la más triste de todas, porque es la miseria sin esperanza, el hombre puede estar privado de cualquier cosa menos de eya. Según la leyenda griega, Prometeo fue encadenado al Cáucaso por haber revelado a los hombres los secretos divinos: les entregó el fuego, los metales, las artes, la agricultura; entonces los dioses, celosos de ese ser que iba a crecer tanto, lo condenaron al terrible suplicio. Sin embargo, Prometeo dice en el texto de Esquilo “No, no solamente les di lo que dicen los dioses, les di más que eso, les di algo más importante, ¡les di la esperanza!”. Y en efecto, lo que hay que vencer es la incapacidad de los pueblos por organizar la esperanza, una esperanza razonada, (como alerto Juan Pablo ll en la Asamblea de la ONU, EN 1985, cuando elevando el tono de su voz clamo “La esperanza hay que razonarla”, no el delirio de que alguien va a yegar y va a trastocar el mundo, sí una esperanza, una fuerza creciente. El debate no es un modelo para yegar finalmente a la verdad, es una forma, un método permanente de seguir buscándola porque eya no es concluyente, Luchemos porque se incremente el poder del pueblo: el económico, no sólo por su ingreso, sino también por el de su capacidad decisoria sobre el empleo de los recursos de que todavía son muchos; por el político, es decir, el de su intervención efectiva de las decisiones que a él le conciernen; por lo ideológico, el de su capacidad de producir iniciativas. Luchemos por un poder cada vez mayor para que nunca declaremos: “El pueblo ya está en el poder y no necesita más luchas porque estando en él, la lucha es una perturbación y la prueba del poder popular es que yo estoy en él y yo soy su representante”, no hay verdades estáticas.
La democracia y su praxis …
La democracia es aprender a luchar con entusiasmo, con coraje y sin la ilusión de sentirse el representante único de la verdad, la historia, el pueblo y de un poder tan auténtico y nítido que todo lo que difiera de eyo sea ilegítimo, las autoridades son democráticas, no por ser sea letra constitucional. La misma, aunque lo establezca, no es democrática si no incorpora las actividades y los sentimientos del pueblo y las relaciones que los mismos tienen entre sí. El antiguo cristianismo decía, con razón, que la letra mata y que el espíritu vivifica. Pero: ¿Cuál es el espíritu de la democracia?: el pueblo en lucha de sus derechos, por los nuevos derechos. Lo demás es la letra de la democracia. Total, eya no existe si no hay praxis constante, por eso la tarea de desarroyar la democracia que es determinada. Es obvio que en Venezuela hay que transformar la sociedad sobre las ruinas que hoy imperan, para enderezar casi un siglo de despropósitos es necesaria una sacudida para que todos estos despropósitos sean triturados hasta sus cimientos. Ya hace algunas décadas nos los repitieron algunos autores e instituciones, organizaciones de base, reiteradamente como un tintineo, Trato de comprimir una síntesis y Cito: “Toda empresa de esta envergadura exige tiempo, mucho tiempo, pero antes que eso exige sagacidad y paciencia., aquí hay que encontrarle el talón de Aquiles a esta sociedad y morder ayí con pasión y tenacidad. Creo que como tal esta en las pequeñas ciudades, pueblos y aldeas de provincia. Hay dos Venezuela una, de las diez o doce grandes arruinadas metrópolis urbanas y otra, la de las ciudades mas pequeñas y de los cien mil pueblos y caseríos. Las grandes capitales están extraviadas. Ayí se regodea la corrupción, no sólo está corrompida la burocracia, lo están también la clase media y sus sectores mas empobrecidos. En la provincia siempre yego muy disminuida la renta petrolera ayí la gente ha tenido que trabajar. En Colón del Táchira lo mismo que en Caripe del Guácharo, o en Churuguara Falcón, no hubo ni hay jugosos contratos de Estado, como si Caracas, Valencia, Maracaibo, o en Puerto Ordaz. Ayi en la provincia fue y es necesario madrugar, permanecer luego en la finca (hoy quedan muy pocas) o en el tayer hasta que haya desaparecido el inclemente sol. Esa Venezuela profunda es hoy la donde están los principales cimientos éticos y donde puede nacer un movimiento esencialmente democrático, humano, agrícola, tecnológico, de largo aliento esa es una verdad. “En treinta años de crisis y veintitrés años de errores y omisiones, con escasos aciertos deberían saber que es en el calor de la arena y no en las refrigeradas oficinas donde se fragua un proyecto, al calor de la gente, Bienvenidos todos a esta nueva etapa.
El hombre tiene que elegir entre Dios y las riquezas. Esta es la eternamente inmutable circunstancia de la elección, no hay ninguna escapatoria, ni la habrá en toda la eternidad. (Sören Kierkegaard, Los lirios del campo y las aves del cielo).
Con nuestras omisiones le hemos cortado una vez más rodajas al tiempo, pero el tiempo sigue igual.
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