Desde 1810, los venezolanos entendemos la importancia de los condicionamientos exteriores. La invasión napoleónica a España y las capitulaciones de Bayona por las que Fernando VII entregó su trono, influyeron en los sucesos del 19 de Abril. Más tarde Bolívar, primero desde Cartagena en 1812 y luego desde Jamaica en 1815, ofrece argumentos que vinculan la lucha por la Independencia aquí con los eventos e intereses de otras partes. Los patriotas de 1810 enviaron misiones diplomáticas en busca de reconocimiento y apoyo, como el Libertador organizó gestiones en el mismo sentido, pero ninguno se quedó en eso ni hizo depender del respaldo externo la suerte de su causa, aunque naturalmente acentuara el valor de aquel según el interlocutor.
La Primera República cayó fundamentalmente, por lo que aquí se hizo mal y por lo que se dejó de hacer y muchas de las vicisitudes políticas en el lado patriota complicaron las cosas. Claro que si “El Deseado” no hubiera vuelto el año catorce y con el decreto de Valencia ese mismo año no se hubiera convertido en “Rey Felón”, la cruel guerra que tuvo que sufrir la gente de esta tierra no habría sido tan prolongada.
Si aquí no se hubiera dado la pelea que se dio, si Bolívar no hubiera logrado alinear a los generales orientales o si no hubiera recibido el apoyo de Páez, la historia sería muy distinta.
Casos como el nuestro encontraremos en abundancia en la historia de la humanidad. El Imperio Británico concedió la independencia a buena parte de sus antiguas colonias principalmente después de la II Guerra Mundial, pero hubo líderes y movimientos que lucharon por conseguirla. Empezando por India y Pakistán en 1947. La trascendencia de Mahatma Gandhi es universal.
El colapso soviético hizo crujir el Muro de Berlín, fue un tsunami que se llevó el Pacto de Varsovia y el COMECON pero, nada de eso eclipsa el papel del checo Havel con el Foro Cívico, el polaco Walesa con Solidaridad, la tenacidad de los protestantes germano orientales. Ellos buscaron y agradecieron acompañamientos exteriores, pero nunca dejaron de hacer lo que les tocaba.
La transición española a la democracia es un verdadero prodigio, más allá de los revisionismos antipolíticos desde las extremas izquierda o derecha. Se promovió desde adentro del régimen, con liderazgos de Suarez y el rey, pero recientemente ha sido publicado un libro interesantísimo del constitucionalista Oscar Alzaga Villaamil, político de aquellos años y activista opositor al franquismo, que cuenta lo que hicieron, con altos y bajos, unidades y discordias los opositores democráticos al franquismo en La Conquista de la Transición.
En nuestro continente, los chilenos articularon una extensa red internacional de apoyos, pero siempre su brega principal estuvo adentro. Y cuando más y mejor se unieron los demócratas, sobre todo a partir del plebiscito que la dictadura había diseñado para quedarse y acabó mostrándole la puerta de salida, fue cuando avanzaron decisivamente. ¿Y más allá qué decir de Mandela? Hubo sanciones de la ONU al régimen racista. Pero el opositor nunca se confió en eso, mantuvo su acción política interna y el estadista salió de casi tres décadas en prisión a pactar con sus carceleros para cambiar Sur África.
Casos sobran y aconsejan hacer la tarea de estudiarlos con ánimo de aprender. Cada país es distinto, sí y también cada autoritarismo, pero no hay experiencia desdeñable.
El entorno internacional se mueve constantemente. El mundo tiene problemas muy grandes y urgentes que ponen en perspectiva el nuestro. Atentos a esas circunstancias hay que estar, obligatoriamente, sin olvidar cual es nuestro escenario principal, la cancha donde jugamos el partido decisivo. Lo de afuera importa, incluso mucho, pero la cosa es aquí.