Carlos Ñáñez: El Sambil de La Candelaria o la fatal arrogancia

Compartir

 

Totalitarismo es la nueva palabra que hemos adoptado para descubrir las inesperadas pero inseparables manifestaciones de lo que en teoría llamamos socialismo. Friedrich Von Hayek.

Hace trece años el régimen que encabeza la revolución de todos los fracasos, decidió de manera unilateral expropiar la sede de un conocido centro comercial en el oeste de la ciudad capital, aduciendo el interés por crear espacios comunitarios para el encuentro de la colectividad, esas justificaciones tumultuarias que a todas luces buscan hacer potables los atropellos contra la propiedad privada como pilar del componente dinámico de las inversiones, para luego buscar culpables externos, como de hecho se hizo, en un constructo denominado “guerra económica.”

Así pues, durante más de dos lustros esta instalación expropiada luego de su culminación por parte de la constructora, fue devuelta a sus originales dueños mostrando los signos de una pertinaz destrucción, solamente justificada por el abandono, el capricho y la discrecionalidad de una política confiscatoria a todas luces incompatible con las formas de la economía.

Este centro comercial correría los mismos senderos de otras instalaciones expoliadas por un régimen omnímodo y absolutamente irrespetuoso de la institucionalidad. Si algo ha demostrado con creces el chavismo es su connatural sentido irracional y su política de irascibilidad en contra de cualquier forma de pensamiento diverso. No existen huesos sanos en medio de este colapso del Estado, colapso catastrófico y propio de la caída de una estructura burocrática y macilenta como el Estado Comunal, la oclocracia, la muchedumbre en la retórica más no en la praxis, han sido el credo sacramental del chavismo y su ideología, esta que demuestra cada vez más su talante aporafobico. Esas instalaciones confiscadas luego de haber sido construidas por la iniciativa privada, jamás se trocaron en cosa útil para la colectividad, a la que usaron de excusa para apropiarse del esfuerzo ajeno.

Hoy, a trece años de esa confiscación, el Sambil de la Candelaria demuestra el tránsito destructivo por las entrañas de un Estado que engulle toda forma de iniciativa privada y de progreso. Recordemos que el soporte de las libertades es la libertad económica y justamente hacia ese pivote fueron dirigidos los ataques arteros de quienes desmantelaron al país. El otrora centro comercial es regresado en ruinas, sin ascensores, sin escaleras mecánicas,  hecho un escombro de los tantos que se disputan los espacios urbanos, con edificaciones dignas de los sultanes, construidas para la nueva burguesía reinante en este ex país y justamente allí, en esa hendidura que ya es un abismo convexo que mira a quienes lo cavaron, es que reside el germen aporafobico del chavismo. Llegaron para instalar justicia social, igualdad y dignidad y son los progenitores del peor drama de desigualdad y fracaso económico en la historia del planeta.

La arrogancia, fatal compañera del colectivismo troglodita, configura un cuadro de inviabilidad económica, sin embargo el poco sector privado, que ha resistido a estos desmanes despiadados, ha demostrado poder vadear estos lodos rojos a fuerza de empeño, de agenciación y de capacidades, los propietarios expoliados reciben las ruinas de manos de un Estado absolutamente incompetente y se comprometen a resolver el entuerto, desde luego lo conseguirán pues la acción humana busca la progresividad y la libertad.

Finalmente esta demostración fáctica de fracaso, no será advertida como un error por parte de sus perpetradores, por el contrario buscarán un enemigo externo, las sanciones, la guerra económica o quien sabe cuál excusa desde la fosa de su infinita pseudología fantástica, empero siguiendo los consejos de Rafael Cadenas: “El lenguaje y la palabra deben ser enjuagadas”, para esterilizarlas de las patrañas de los adláteres de la pseudo lengua, lo del Sambil y toda la pléyade de empresas expropiadas es la demostración radical del logro de la revolución de todos los fracasos, la prueba viva de la incompatibilidad del cálculo económico en tiranía comunista.

Esta política de confiscación debe ser evaluada con la purga perpetrada a las empresas del Estado, empezando por PDVSA a la que se le extirpó el radio de acción del saber hacer y fue reducida a un escombro incapaz, tan siquiera, de aprovechar la crisis de Europa Oriental y surtir al odiado imperio, por cierto quienes al venir a pactar con el régimen advirtieron que no solo este era incapaz de generar confianza, sino de producir lo que requerían.

El chavismo pues es una entelequia abyecta, que destruyó la industria petrolera, la moneda, las instituciones y terminó estableciendo un estado natural de las cosas, en donde prima la iniquidad. Es allí en donde reside toda la inviabilidad de estos duros y mustios años, sin embargo y no obstante a exponernos, seguiremos denunciando, opinando y sobretodo compilando estos desmanes, para que algún día la justicia le dé a cada cual lo que le corresponde.

Cuando la autoridad se presenta con la apariencia de organización, muestra un encanto tan fascinador que puede convertir a las comunidades de gentes libres en Estados Totalitarios. Friedrich Von Hayek.

 

Traducción »