Para limitar la temperatura en 1,5 ºC
Un nuevo informe propone un calendario para abandonar progresivamente la producción de ambos combustibles fósiles. En base a una transición justa, los países con menos recursos tienen de plazo hasta 2050, 16 años más de margen que las naciones ricas.
Si se quiere tener alguna oportunidad de limitar el aumento de la temperatura en 1,5 ºC respecto a niveles preindustriales (1850-1900), los países ricos tienen 12 años para poner fin a la producción de petróleo y gas, dos de los principales combustibles fósiles que calientan el planeta e impulsan el cambio climático. Los países más pobres, por su parte, tienen un plazo de 28 años para hacer lo propio, es decir, hasta 2050.
Esto es lo que propone un nuevo informe dirigido por Kevin Anderson, profesor de Energía y Cambio Climático de la Universidad de Manchester y exdirector del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático. Con este plazo, señalan, se podría cumplir con el Acuerdo de París y permitiría a los países más pobres realizar la transición más lentamente y encontrar ingresos alternativos para el petróleo y el gas.
La investigación, basada en el presupuesto y la metodología de carbono del IPCC, concluye que no hay manera de lograr una eliminación completamente equitativa, por lo que los países más pobres necesitarán un apoyo financiero significativo para seguir desarrollándose con bajas emisiones de carbono. Las naciones más ricas, que producen más de un tercio del petróleo y el gas del mundo, deben reducir la producción en un 74% para 2030. Los más pobres, que sólo suministran una novena parte de la demanda mundial, deben reducirla en un 14% para entonces.
«Responder a la actual emergencia climática requiere un rápido abandono de la economía de los combustibles fósiles, pero esto debe hacerse de forma justa», pide Anderson. Explica, además, que la investigación se completó antes de la invasión rusa de Ucrania: «Por supuesto, nuestros primeros pensamientos están con el pueblo ucraniano y, de hecho, con todos los atrapados en la guerra. Pero la subida vertiginosa de los precios del petróleo y del gas no hace más que reforzar los argumentos que exponemos en nuestro informe», defiende el científico.
Una de las claves del análisis es cuán dependiente es cada país de los ingresos procedentes de los combustibles fósiles. En el caso de naciones consideradas pobres como Sudán del Sur, República del Congo o Gabón, a pesar de ser pequeños productores, tienen pocos ingresos económicos más allá de la producción de petróleo y gas, por lo que la rápida eliminación de estos ingresos podría amenazar su estabilidad política. En cuanto a las naciones ricas, se da el caso contrario: seguirían siendo ricas aunque cesaran sus ingresos derivados de la producción de petróleo y gas. Y ponen el ejemplo de Estados Unidos: si bien el dinero procedente de ambos hidrocarburos contribuye en un 8% a su PIB, sin ellos el PIB per cápita del país seguiría siendo de unos 60.000 dólares, el segundo más alto del mundo.
Los ricos seguirán siendo ricos sin petróleo y gas
Hace pocas semanas, el panel de especialistas en cambio climático, el IPCC, publicó un informe sobre impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático. En él, se advierte del peligro para los humanos, los animales y los ecosistemas de sobrepasar el grado y medio de aumento de temperatura. El secretario general de la ONU, Antόnio Guterres, describió el informe como «un atlas del sufrimiento humano y una acusación condenatoria del fracaso del liderazgo climático». Y no le falta razón: con los niveles actuales de emisiones de gases de efecto invernadero, el planeta superará los 1,5 °C de temperatura extra entre 2030 y 2035.
Para evitar esto último, Kevin Anderson y sus colegas piden a los países con mayor capacidad con un PIB medio no petrolero por persona –esto es, el PIB una vez restados los ingresos procedentes de la producción de petróleo y gas– de más de 50.000 dólares que pongan fin a la producción para 2034 con un recorte de tres cuartas partes para esta década. Aquí se verían afectados Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia. Para grandes naciones productoras pero con un PIB medio algo inferior –es el caso de Arabia Saudí, Kuwait y Kazajistán–, el informe insta a acabar con la producción en 2039, con un recorte del 43% para 2030.
En cuanto a los catalogados como países de capacidad media, con un PIB medio no petrolero de 17.000 dólares –China, Brasil y México–, deben acabar con el petróleo y el gas en 2043, con una reducción del 28% para finales de esta década. Aquellos con un PIB medio no petrolero de 10.000 dólares –Indonesia, Irán y Egipto–, deben dejar de producir para 2045 y recortar un 18% para 2030. Finalmente, las naciones con menor capacidad, con un PIB medio no petrolero de 3.600 dólares, deben dejar de producir para 2050, con un recorte del 14% para 2030. Entre ellos se encuentran Irak, Libia, Angola y Sudán del Sur.
No obstante, todos estos planes son en base a un 50% de posibilidades de limitar la temperatura. Ampliar el porcentaje al 67% requeriría que los países más ricos dejaran de producir petróleo y gas para 2031 y los más pobres para 2042. «Hay muy poco margen de maniobra si queremos limitar el calentamiento a 1,5 °C», alerta el doctor Dan Calverley, también autor del informe.
En un escenario menos ambicioso, con un 50% de posibilidades de alcanzar 1,7 ºC –dentro también de lo pactado en el Acuerdo de París–, los países más ricos tendrían que reducir a la mitad la producción de petróleo y gas para 2035 y terminarla para 2045. Los países más pobres tendrían hasta 2062 para eliminar toda la producción.
No obstante, los autores recuerdan que los calendarios propuestos para reducir la producción de petróleo y gas dependen de una rápida eliminación del carbón a nivel mundial. El informe señala que casi tres cuartas partes de todo el carbón del mundo se produce y consume en los países en desarrollo. Por ello, apuntan que es necesario que la producción de este combustible fósil alcance su punto máximo en estas naciones para 2022 y terminar para 2040, mientras que los países desarrollados deben eliminar toda la producción de carbón en 2030.
Para la actual ministra danesa de Clima y Energía y ex comisaria europea de Acción por el Clima, Connie Hedegaard, «si bien se entiende que debe haber una urgente eliminación de la producción de carbón a nivel mundial, este informe ilustra con enorme precisión por qué también debe haber una eliminación de la producción de petróleo y gas». Y recuerda que esa urgencia «se ha visto trágicamente acentuada por los recientes acontecimientos geopolíticos, que han dejado bien claro que hay numerosas razones por las que el mundo necesita dejar de depender de los combustibles fósiles y acelerar la transición a las energías limpias».