¡Hay una pelea en el patio de recreo! ¡Hay que separarlos!
Eso puede suceder en cualquier centro educativo cualquier día, cuando hay clases presenciales, como se supone que estamos teniendo en el país. Todo el personal tiene que estar pendiente de situaciones similares, que suponen comportamientos violentos, de chicos y chicas que no han sabido resolver sus conflictos de manera pacífica. Una de las funciones de la escuela, es la de enseñar a relacionarse fraternalmente. En un mundo tan violento como el actual y en un país muy violento como Venezuela, esta es una tarea muy importante. Hay muchas maneras de trabajar esa dimensión, no sólo con el discurso.
Violencia escolar envuelve no sólo la violencia física, visible: está también la violencia verbal, los insultos, los sobrenombres, por ejemplo; está también la violencia psicológica – las amenazas, que pueden ser verbales o con gestos -; está el trato inadecuado de docentes con los alumnos, que puede herir y eso es violencia, cuando, por ejemplo, se grita a los estudiantes, o se amonesta públicamente a un alumno en vez de hacerlo en privado-; también está el comportamiento violento de alumnos con sus profesores. Y hay que añadir, que hay problemas de convivencia que no son violencia, como tener algún disgusto con un compañero, o molestarse porque salió mal en un examen. Se habla de violencia cuando hay uso de la fuerza, ya sea física o por abuso de autoridad, con la intención de herir, dañar al otro. Aunque hay que decir que acciones sin intención de herir, que pueden hacerlo. A veces se actúa con desconocimiento de la consecuencia de nuestro comportamiento.
Hace unos años, el Centro Gumilla, hizo una investigación sobre violencia escolar en centros educativos de Catia y Petare, entre el 2008 y 2009, en colegios públicos y privados, y arrojó datos impresionantes, como, por ejemplo, que el 73% de los estudiantes y el 68% del personal, había presenciado situaciones violentas dentro del plantel; otro dato, el 15% reportaba haber conocido casos de abuso sexual en los planteles, así como la presencia de armas en las escuelas. Gloria Perdomo, en su libro Violencia en las escuelas, detalla los resultados de esa investigación. (1)
La violencia que hace ruido, es relativamente más fácil de abordar, pero hay otro tipo de violencia que puede ser más cruel que esa visible, es el acoso escolar también llamado bullying escolar. Detengámonos en este tipo específico de violencia, pues su detección y tratamiento tiene sus particularidades. El término “bullying” fue utilizado por primera vez en los años 70 por el profesor sueco Dan Olweus, para describir una dinámica de hostigamiento reiterado, de agresión sistemática de un niño o grupo de niños hacia otro que no logra defenderse. Es continuo, sistemático y necesita de un público que lo sostenga con el silencio – cómplice- y las risas como estímulo directo o encubierto (Zysman, M., 2014). No es pues un golpe dado en el pasillo, que muchos pueden ver tanto a la víctima como al victimario. El acoso suele ser silencioso, con la intención de dañar al otro, ese cometario en voz baja sobre el físico del compañero, o ponerse de acuerdo para burlarse de alguno, o de no invitarle a una celebración, o quitarle sus útiles… Ahora también hay que añadir el ciber- bullying, por las redes sociales. Se esconde el bullying en el anonimato. ¡Es cruel! Y al ser reiterado, sostenido, puede hacer mucho daño. No es tan fácil detectarlo, la víctima, amedrentada, si no recurre a ayudas – profesores, algún familiar o algún compañero – puede reaccionar muy mal, ya sea de manera violenta contra el acosador e incluso puede llegar al suicidio.
El trabajo de prevención y abordaje del bullying es más complicado que la violencia escolar visible. El maestro de guardia en el recreo puede observar que algo está pasando entre unos estudiantes, y se puede acercar y si se presente la pelea, los puede separar y luego conversar con cada uno, pero frente al hostigamiento callado, reiterado, no está tan fácil.
Este tema de la violencia escolar, da para mucho, sólo voy a dar consejos para su prevención. Desde el hogar, recordar que el niño, hasta los 7 años, aprende por imitación, así que compórtense los padres como quieren que sus hijos se comporten. Si los padres resuelven los conflictos hogareños a costa de gritos y golpes, los hijos aprenderán que esa es la manera de comportarse ante los conflictos. Y añado, pregunte todos los días cómo les ha ido en el colegio: que les gustó, que no les gustó y porqué, así, en ese clima de confianza, es posible que pasa algo, el niño o el adolescente sea capaz de contar algún evento violento. Si el niño empieza a decir que no quiere ir a la escuela, algo puede estar pasando.
En el colegio, el cual se supone que debe tener su “manual de convivencia”, ayuda mucho que cada salón tenga sus normas de comportamiento, mejor si se elaboran en grupo: qué se va a aceptar como bueno, qué no se va a aceptar. Por ejemplo, nada de sobrenombres, cada quien tiene su nombre. Otro elemento es trabajar qué se considera falta de respeto. Que desde pequeño sepan que la burla es dañina, que los insultos no se aceptan… pero además de establecerlo como norma, trabajarlo con cuentos – si son pequeños – y o también con casos hipotéticos, pero que tengan base real, y discutir los casos. ¿Qué harías si fueses esa niña que la molestan todo el tiempo porque es muy flaca? ¿A quién acudirías? ¿Conoces casos parecidos? Etc. Eso ayuda a pensar y hasta puede dar confianza para hablar con el maestro si hay algún caso parecido. Es importante también conocer la LOPNNA, que conozcan sus derechos y sus deberes. El derecho al “Buen trato” hay que trabajarlo, por ejemplo. Que los adolescentes sepan que pueden tener responsabilidad penal en algunos casos.
Es muy importante que los docentes sobre todo en educación inicial y en los primeros grados, que no minimicen quejas de los estudiantes. Nada de “No le haga caso, es una broma o una tontería”. Ese tipo de comportamiento del docente empodera al acosador y desmoraliza al acosado.
Conviene también estar muy atentos a los cambios de conducta de los estudiantes: esa niña que antes conversaba mucho y ahora está callada… O ese chico que tenía buen rendimiento y está flojeando. Mucho ojo con los “diferentes”: los más pequeños, los más gorditos, los más flaquitos, los de mayor rendimiento, los tímidos, los “niños dejados atrás”- esos cuyos padres se han ido del país y se han quedado con abuelos, tías, hermanas mayores … o solos. Son los más vulnerables, pueden ser objeto de acoso. Las víctimas hay que protegerlas y los victimarios hay que amonestarlos y atenderlos, pues son estudiantes con problemas. Hay que ver el trato en su casa, suelen ser personas con baja autoestima… Un chico con alta autoestima no anda buscando de quién burlarse, o quién molestar. Los cómplices, esos alumnos que le hacen coro al acosador, esos cómplices silenciosos, también deben ser llamados aparte y hacerles ver su conducta inadecuada.
Estos temas también hay que hablarlos con los padres y representantes. Los padres de víctimas y victimarios, cuando hay un caso, deben ser llamados por separado, y con todos, hablar del tema.
La escuela está para educar, para formar ciudadanos responsables que sepan convivir.
(1) Perdomo, G. (2011) La violencia escolar, UCAB, temas sociopolíticos, N 48
(2) Zysman, M. (2014) Bullyin, Paidos, Buenos Aires.
Luisa Pernalete: Los puntos sobre la mesa
¿Se van a volver a sentar representantes del gobierno con diversos sectores de la oposición – o de las oposiciones – para tratar problemas del país? ¿Lo harán en México de nuevo? ¿Tendrán los mismos mediadores? ¿Van dispuestos a escuchar a los otros o ya llevan los acuerdos listos, sin escuchar a los otros? ¿Saben algo de qué supone negociar? ¿Saben que se sienta uno con los que piensan diferente y eso supone respeto, y también capacidad para saber que no se puede ir con la postura de “todo o nada”?
¿Quiénes se van a sentar? Pues no sabemos, pero esperamos que haya representación de los diferentes sectores en conflicto, porque urge solucionar los problemas. Sí, hay que tener paciencia, problemas complejos no tienen soluciones simples, pero ya sentarse es un paso. Recuerden que, en El Salvador, que sufrió por 10 años una cruel guerra civil con más de 100 mil muertos, tuvieron que sentarse finalmente. Aquí no tenemos guerra civil, pero también hay muertes que se pudieran evitar, y están los que mueren lentamente…
Lo primero es que recomendaría que hicieran con el @CentroGandhi el curso de Comunicación para la Convivencia, si quieren, díganle Comunicación no – violenta, cuyo uno de sus principios es no prejuzgar al interlocutor. Es verdad que ha habido muchos insultos, descalificaciones de parte y parte, a veces más de una parte que de otra, pero deben recordar a Gandhi: no es necesario descalificar, apagar la luz del otro, para brillar con nuestra luz.
Si no tienen la agenda todavía, me atrevo a sugerir temas de gran importancia, porque tienen que ver con el sufrimiento de la mayoría de los venezolanos, y en unos cuantos casos, con minorías muy vulnerables, que necesitan protección. Y les ayudo, sugiriendo también con quién asesorarse.
Un punto que deben tener sobre la mesa es los crímenes ecológicos, los casos de ecocidio que están impunemente, y desde hace años, acabando con esa maravilla que es el sur del país. A veces por falta de políticas ambientales, y a veces por malas políticas, como esa del Arco Minero Orinoco. ¿Algunos de ustedes ha visto esos cráteres que la explotación del oro está dejando en el Estado Bolívar? Yo sí, ¡Horribles! Les recomiendo hablar con expertos como Alejandro Álvarez Iragorry, la organización @Clima21, o al menos vean los programas de Ecoprácticas por televisión. El oro nos va a dejar sin agua. Sin agua ni hay vida.
Hablemos del derecho a la vida. La alianza entre @CentroGumilla y @Provea ha estado contabilizando las supuestas ejecuciones extrajudiciales, en las cuales las víctimas han sido jóvenes de los sectores populares. Lupa por la Vida, se llama la alianza y arrojan en el dato de 1.414 muertes en el 2021, si bien hay una reducción en comparación con el 2020, el patrón de comportamiento de los uniformados, es el mismo. Si quieren más detalles, hablen con el padre Alfredo Infante, párroco de La Vega, lean la Revista SIC.
¿Y qué decir de las muertes de niños, niñas y adolescentes pacientes del JM de Los Ríos por falta de trasplantes? Esos datos, reportados por la organización @PreparaFamilia, dan ganas de llorar. Desde el 2017, cuando se suspendió el programa de Procura de órganos, hasta la fecha han muerto 67 NNA. Eso en un país en donde los DDHH de NNA son prioridad absoluta, según el Art. 78 de la CRBV y el 7 de la LOPNNA.
Siguiendo con los niños. El tema de la inseguridad alimentaria, de la desnutrición leve y severa que va avanzando, preocupa. ¿Cuántos niños con talla menor de la que deberían tener por lo mal que se están alimentando? ¿Y los daños, que pueden ser irreversibles, en su proceso educativo? Hablen con la gente de Cáritas, tienen expertos y además monitorean comunidades en todo el país. Si quieren saber más de la debilidad de nuestros hospitales, hablen con la gente de @MédicosUnidos. Tienen todos los datos, O si quieren, vean la cantidad de campañas a favor de pacientes pidiendo ayuda para tratamientos, operaciones… Pónganse en su lugar. ¿No pueden tratar este punto en sus conversaciones?
No dejen de tratar el tema de la Educación en emergencia. ¿Cuántos docentes nos quedan? ¿Dónde está la generación de relevo para sustituir a los que han renunciado o abandonado? Sin maestros no hay educación ni presencial ni a distancia, sin maestros no hay escuela, y sin educación no hay presente ni futuro para los niños, niñas, adolescentes ni jóvenes, y ningún país sale de una crisis sin una buena educación.
No se olviden de los presos políticos y de los desaparecidos, después de haber sido detenidos. Hay algunos que llevan mucho tiempo sin libertad y nada que les hacen juicios, suspenden y suspenden las audiencias. Piensen, como ejemplo de “desaparecidos”, en el caso de Hugo Marino. Su madre, Beatriz, nos recuerdo casi a diario, que ella no descansará hasta no saber de su hijo. Sigan a @bsmarino.
Escribo estas líneas apuradas, no se me vaya a ir la luz, pues ese tema de la electricidad y el agua no está afectando a muchos. Se te puede ir en la mañana, o al medio día y te toca almorzar frío, pues gas doméstico hace tiempo que no sé de qué se trata. El cansancio que supone los malos servicios públicos, a veces inexistentes, afecta la salud mental de muchos ciudadanos. Si quieren más detalles, ahí están los del Observatorio de Servicios Públicos, ellos les pueden dar razón día a día de cómo está la situación.
Y podríamos seguir con la lista de temas, todos urgentes, señores del gobierno y de diversos sectores de la oposición, o de las oposiciones, hay mucho qué hacer, muchos problemas pendientes. No se pueden distraerse con sus egos, con peleas internas. Tienen que aprender a escuchar el clamor de tanta gente. Tienen que reconectarse.
Finalmente, sentarse a conversar, para negociar, no se debe ver como una traición a los principios de cada parte. Claro, como lo recuerda Mandela, en el año 2000, cuando ya no era presidente de Suráfrica, y participó en el proceso de paz de Burundí, hay que saber, si se es líder de verdad, que: “en cada discusión terminas por alcanzar un punto en el que ninguna de las partes está totalmente en lo cierto ni completamente equivocada. Cuando el compromiso es la única alternativa para aquellos que quieren la paz y la estabilidad de verdad.” (Mandela, Conversaciones conmigo mismo p.444). Por cierto, el libro lo compré en México. Aprovechen.
@luisaconpaz