¿El mismito se mató, como Chacumbele, el de la canción cubana? De acuerdo a lo que se señaló al comienzo de la invasión a Ucrania por sus tropas, era que Vladimir Putin llevaba a cabo esta aventura; porque ya su liderazgo entraba en la decadencia en el pueblo ruso, aun cuando se trataba de un liderazgo de tono menor; pues su figura no tiene esa dimensión de sus antecesores, sobre todo, de Boris Yeltsin, quien se catapultó con aquella escena, cuando lo vimos montado sobre un tanque, en aquellos días en los que se produjo un intento de golpe de Estado al gobierno de Mijail Gorbachov por una resaca comunista, que aún quedaba en el Kremlin, y en momentos en que éste propiciaba una apertura democrática en la antigua Unión Soviética, mediante aquello que se conoció como la Perestroika y el Glasnost y lo que dio lugar más adelante a la caída del comunismo.
Nada que ver con un liderazgo como el del propio Gorbachov, que se fraguó desde su juventud, y que se fue abriendo paso en el famoso partido Comunista de la Unión Soviética, hasta alcanzar aquella cumbre, que le va a permitir dar esa apertura en un momento, en que ha descubierto que se ha perdido la famosa Guerra Fría; tomando en cuenta que la Unión Soviética quedaba en la ruina, pues la carrera por la posesión del mayor armamento atómico en el llamado mundo bipolar le había secado sus finanzas; pero, además, se trataba de un país cuyo producto interno bruto estaba por debajo de uno como el de España. Incluso, el caso de Yeltsin es patético en el sentido, de que se trata de un dirigente regional que, como Gorbachov se va a abrir paso en el partido, hasta llegar al famoso Politburó, y resulta patético porque se trata de un señor que comienza a comportarse como la oveja negra de la familia: le da por rechazar los privilegios, con que cuentan los miembros de esa cúpula estatal; le da por criticar a Gorbachov, porque no acelera la política de la apertura hacia una economía de mercado y descentralizada y, finalmente, le da por renunciar al partido, para crear otra organización política con una cierta filosofía democrático liberal.
Yo recuerdo que un amigo mío para la época decía que ese comportamiento le hubiera valido a Yeltsin, durante la época anterior a Gorbachov, lo que le ha sucedido a cuanto opositor ha surgido en el camino de la carrera política de Putin, esto es, mueren envenenados, incluso, en condición de exiliados en otros países; cuando no encarcelados, como ha ocurrido con Alexei Navalny, el líder de la oposición rusa para el día de hoy, y a quien acaban de condenar a nueve años de prisión; lo que significa que se volvió al sistema de gobierno totalitario; sólo que ya no está de por medio en la estructura del Estado la filosofía proletaria, con una economía planificada, sino por una de mercado abierto, con una clase burguesa, que se aprovechó de su situación jerárquica en el partido, para apoderarse de los grandes negocios; heredada del sistema de gobierno que instauró Yeltsin, precisamente, de dicho modelo económico; cuando además reconoció la soberanía de Bielorusia y Ucrania; aunque ya ese es otro tema.
Lo cierto es que aquí es donde se ha señalado que la historia no le dio la razón a Huntington, cuando hablaba de los procesos de democratización, que estaban ocurriendo en el mundo globalizado, como destino de la humanidad; pues nadie duda que el régimen de Putin ha significado un salto atrás, desde el punto de vista de esos procesos, que se vivieron en Rusia después de la disolución de la Unión Soviética; llamando la atención, además, el hecho de que, por una parte, si bien Bielorusia no ha pasado a formar parte del dominio de Putin, sí se mantiene como un Estado vasallo suyo y, por la otra, ahora quiere anexarse a Ucrania.
Por supuesto, aquí se comprueba esa interpretación, que se le ha dado a esta aventura de Putin, y es que se trata de un sujeto que es enemigo del sistema democrático y en su carrera loca pretende desestabilizar a Europa, y sobre la base del chantaje a propósito de lo que podría hacer con el arsenal atómico, además del ataque a la población civil ucraniana, y que es donde raya en la vileza; porque, además, de motivos económicos, que lo han llevado a emprender esta andanada, tomando en cuenta que su país importa una gran parte de la producción agrícola de Ucrania; territorio al que se le considera el granero de Europa, también lo hace para exaltar el sentimiento patrio de los rusos, y para eso se valió de los laboratorios de propaganda, que sembraron la idea en la opinión pública, de que en Ucrania se vivía una xenofobia de terror en contra de los rusos, que habitaban ese territorio; de modo que de ganar esta guerra vendría a ser el héroe nacional; exaltando al mismo tiempo el espíritu imperialista ruso.
De hecho, su gobierno se ha basado en la idolatría, y han sido tan efectivos esos laboratorios, que Putin es adorado por el pueblo, en el marco del más rancio populismo, y es aquí donde está la explicación del por qué es enemigo del sistema democrático; como amigo del tiránico, y que necesita como tal perpetuarse en el poder; sólo que se trata de un líder muy acartonado; que carece, repito, de esa dimensión, que sí la ostentaba un Gorbachov o un Yeltsin, que se habían forjado en la dirigencia del partido, como decíamos, desde su juventud; cuando Putin no hizo carrera sino de policía y, en ese sentido, ha instaurado un régimen policial. Su carrera la hizo en la famosa KGV y, según se señala, para el momento de la caída del Muro de Berlín, estaba destacado en Alemania oriental; por lo que se sintió muy perturbado, tomando en cuenta que se trataba para ese entonces de un comunista muy ortodoxo. Por lo demás, llega al poder de la mano de Yeltsin; cuando entonces comienzan a instaurar ese régimen policial, que es el que lo ha sostenido en el poder; pero en donde ha perdido todas las perspectivas racionales; de modo que este liderazgo burocrático tampoco lo ha ayudado a incentivar la mística de las tropas en el frente de batalla, y lo que se dice es que se siente burlado por sus asesores.
