Hay que diferenciar entre ostentar un título de doctor por sí solo o por haber obtenido un doctorado.
Hay diversas opiniones sobre el origen de la palabra “doctor”. La más plausible es que proviene del latín por el verbo “docere” que significa enseñar, de allí que “doctor sería quien enseña. Hay palabras asociadas como docente = quien enseña; docto = sabio; doctrina = lo que es materia de enseñanza. Tomando en cuenta que es común en muchos países, se considera que muchos no tienen acceso a una educación adecuada, a aquellos que sí la han obtenido, que son doctos se les llama doctores y por eso es que hay tantos, que no pueden ser considerados doctores, pero así se les llama.
El papa, o un Concilio Ecuménico, pueden otorgar título de doctor a Santos que se consideren eruditos y a quienes se les tenga como eminentes maestros de la fe cristiana, no se requiere que hayan aprobado un curso de doctorado. Un caso conocido es el de Santo Tomás de Aquino.
En mi opinión, sólo puede titularse doctor quien haya aprobado un curso universitario de doctorado. Es así que la mayoría de los médicos, a quienes se les llama doctores, no lo son; al culminar su curso de carrera, se les confiere el grado de “médico cirujano” y sólo son doctores quienes han aprobado el curso de doctorado. También tenemos el caso de los abogados a quienes casi todos llaman doctores sin que lo sean, a menos que hayan aprobado un doctorado. Recuerdo que cuando yo me gradué de abogado en 1961, si hubiera presentado una simple tesis, sin cursar ningún curso adicional, me habrían conferido el título de doctor. Yo no lo hice y sólo se me otorgó el título de Doctor en Ciencias, Mención Derecho, y después lo logré, sólo cuando aprobé un curso que duró cerca de tres años, con toda una serie de materias, algunas obligatorias y otras escogidas, y después de haber escrito una tesis de doctorado, asistido por un tutor y discutida ante un jurado.
La Ley de Universidades exige que para ser rector de una universidad, se requiere tener el título de doctor. Pero vemos que muchas universidades, tanto públicas como privadas, han tenido y aún tienen, rectores que no son doctores. Un caso concreto es el de la Universidad Simón Bolívar, cuyo primer rector, Ernesto Mayz Vallenilla, sí era doctor, pero después tuvo uno que no era doctor. Sin embargo, la propia Ley de Universidades dispone que, si en una universidad no hay curso de doctorado, se puede nombrar un rector que no sea doctor.
En mi opinión, toda universidad debe tener por lo menos un curso de doctorado. Se debe intentar, a pesar de que el Consejo Nacional de Universidades (CNU) se abstenga de aprobarlo durante mucho tiempo. El curso de doctorado de una universidad depende de las facultades que ésta tenga. Así, una universidad que tenga carrera de ingeniería podría escoger un doctorado relativo a esa carrera; una con fortaleza en administración y educación, optaría por un doctorado relacionado con las mismas.
Como quiera que el CNU tarda en conceder la autorización, la universidad que pretenda que se le confiera esa autorización, podría empezar por crear diplomados, que no requieren la autorización del CNU, pero que tengan materias que sean propias a las exigidas para el doctorado y que podrían acreditarse al este ser aprobado.
