Y si bien es cierto que en los primeros días del mes de marzo el índice de volatilidad de las monedas se elevó hasta rozar el 10%- acercándose al récord establecido en el 2020 por la pandemia inducida por el COVID 19- el 4 de abril cerró en 8.11%.
De otra parte, la proporción de transacciones mundiales que se realizan en moneda norteamericana que normalmente representa el 60% de total mundial gano terreno hasta alcanzar el 66%.
De manera que la terca realidad económica contradice estas predicciones que probablemente se basen en una asimilación histórica a lo acaecido durante la segunda guerra mundial. En esa época existían dos economías interdependientes que eran la de Estados Unidos y la de Inglaterra. Al tener que bancar Inglaterra el mayor esfuerzo de lucha contra el fascismo su economía entro en el area de la insolvencia. De allí que su moneda perdiera la fortaleza que la había llevado a ser la mayor reserva de valor mundial. Al finalizar la guerra y restituirse el ritmo económico que antecedió al conflicto, Inglaterra había perdido buena parte de su infraestructura productiva. Por ello la libra esterlina cedió su posición de reserva fundamental de valor al dólar cuya economía estaba intacta. La post guerra fortaleció aún más al dólar cuya economía se convirtió en el núcleo de abastecimiento de bienes de consumo, de capital y de nuevas tecnologías para el transporte y los hogares del mundo entero.
Hoy el conflicto bélico que nos entumece al alma por su atrocidad no está poniendo en peligro la capacidad de producción de bienes y servicios de Estados Unidos o de China que son los dos nódulos de crecimiento de la economía mundial que además son interdependientes.
Y mientras China continúe usando dos monedas que separan las transacciones domesticas de las internacionales difícilmente podría el yuan o el renminbi ganarse el favor de los inversores en monedas como reserva de valor.
A esto hay que añadir que, si bien algunos sectores de la economía norteamericana han sido golpeados por las dos olas de cambio tecnológico, no es menos cierto que las empresas norteamericanas conservan un lugar cimero en lo que a productividad se refiere en las actividades líderes de la digitalización. Y mientras China está acelerando su ciclo de absorción tecnología y ha logrado establecer una plataforma manufacturera mundial imbatible en términos de estructura de costos todavía le queda un largo camino por recorrer en lo que se refiere a la masificación de la digitalización.
En síntesis, el dólar podría ceder parte de su posición a la divisa china a lo largo de este siglo. Pero para que colapsara China tendría que unificar su moneda y su economía dejar de ser interdependiente con la norteamericana. Ninguno de esos signos se ven en el horizonte.