El 24 de julio de 1959, en la URSS, en una exposición norteamericana, el primer ministro Nikita Kruschev y el vicepresidente de Estados Unidos Richard Nixon, se pararon frente a una “cocina americana” totalmente equipada con lavaplatos, licuadora, tostadora, batidora, su cocina con horno, además de lavadora y secadora. Y ocurrió el siguiente diálogo:
Nixon: Quiero mostrarle esta cocina. Es como las que tenemos en nuestras casas en California.
Kuschev: Nosotros también tenemos ese tipo de cosas.
Nikita quedó mal. Mucha gente sabía que la mayoría de los soviéticos… no tenían “ese tipo de cosas”. Que el Premier, para salir del paso, mintió. Que las mayorías soviéticas padecían escasez de comodidades, de productos de consumo masivo y de comida, al igual que en todos los sistemas comunistas. Occidente sabía del holodomor ucraniano, de las hambrunas, de la reciente industrialización forzada de China, así como de la cruenta represión de Stalin, o de Mao.
En nuestros países, tan influenciados por la naciente revolución cubana, había mucho intelectual comunista y comunistoide, que le dio la razón al soviético argumentando consumo suntuario, alienación y desigualdad, explotación, y todas esas armas ideológicas contra el capitalismo. Cosas de la época.
Hoy, todo ha cambiado. Es obvio el fracaso del socialismo, me refiero al marxista y autoritario como el soviético, el chino de Mao, el de Camboya, el de Cuba y un largo etcétera que incluye secuelas como la venezolana o la nicaragüense.
En estos días una amiga me envió un chat mostrándome la lista de países socialistas exitosos. Era un chiste… la lista estaba vacía. Hoy todos sabemos que socialismo es fracaso, apenas una careta del autoritarismo.
El desmantelamiento de Venezuela es un magnífico ejemplo. La caída del PIB, es récord planetario sin guerra. ¿A estas alturas de la pobreza y desnutrición, alguien podrá decir que el socialismo del siglo XXI ha sido exitoso? Acabaron con Pdvsa, las eléctricas, las hidroeléctricas, los hospitales, las universidades, los periódicos, el agro, las empresas… ¿Quedará algo? Los números de pobreza y de desnutrición son los más altos de los últimos cien años. La cifra de seis millones de emigrados… habla por sí sola. Y el gobierno, en lugar de soluciones, lo que muestra es culpables como el bloqueo, o las guacamayas, o Duque, o el “dólar criminal”, o las sanciones.
Sin embargo, hay que aclarar que quien ha fracasado es el país. Los “revolucionarios” han cumplido rigurosamente su plan de destrucción estratégica. Su modelo lobo feroz (“destruir al país para comerte mejor”), tipo comunismo cubano.
Ahora van por la segunda etapa de la “revolución”: el capitalismo (autocrático). Por ello, ya no gritan “exprópiese”, ni “empresa parada empresa tomada”, ni hacen invasiones con pistola al cinto, ni lanzan peroratas contra los empresarios. Hoy, les son urgentes las inversiones del capitalismo internacional.
Así como sucedió en China tras la muerte de Mao, o en la URSS tras el glasnost y la perestroika, o en el Viet Nam de los noventa; los comunismos, luego de establecer mecanismos de dominio, transitan hacia el capitalismo. Claro, autoritario. En China y en Viet Nam, bajo férreo control del partido comunista. Y en Rusia, no se engañen, Putin lleva 20 años en el poder con la bandera de la represión y la autocracia en alto, y se prepara para por lo menos quince más.
Capitalismo ¿Segunda etapa de la “revolución”?
Es decir, el socialismo autocrático es como la energía: no se destruye, se transforma. Así que mucho cuidado, tal vez el socialismo haya muerto; pero por estrategia. Seguramente será como los muertos de los clásicos españoles donde “los muertos que vos matasteis gozan de buena salud”. El socialismo se ha transformado…en capitalismo (autocrático).
¿Será como el ruso, capitalismo de amigotes? … tienen con qué. La “revolución” ha creado una suerte de “amos del valle” (también llamados boliburgueses), con más dinero que nunca en nuestra historia.
¿Será como el capitalismo vietnamita? … allí conviven el partido comunista con grandes inversiones capitalistas, y el Estado es dueño de una parte significativa de la economía.
¿O será como el chino?, un capitalismo altamente competitivo, tutelado por el partido comunista.
La muerte del socialismo, es simplemente una etapa en el ciclo de estas revoluciones autocráticas.
La burbuja
Venezuela promete crecer 5 o 10 % (puro rebote), luego de decrecer 80%. Aparentemente superan la hiperinflación; pero este año se proyectan cifras de tres dígitos (medias o altas), que siguen siendo superiores a cualquier cifra previa a la “revolución”. Suben el ingreso mínimo a Bs. 130 (30 $, por ahora), ingresos que “en revolución” vergonzosamente llegaron a 2 $; pero que cuando el “oprobioso capitalismo de la cuarta”, eran superiores a 300 y llegaron hasta 900 (CAP).
El gobierno necesita – urgentemente – divisas, y esto pasa por la resurrección de la industria petrolera. Por eso, apartando todos los insultos, intenta negociar con Estados Unidos. Éste por su parte, plantea cambiar sanciones por democracia… y decirle chao a los rusos y a los árabes en lo que considera su patio.
El gobierno, cual lobo disfrazado de caperucita, para ir dorando la píldora suelta por goteo presos políticos, deja de insultar a los empresarios, se vende como negociador, devuelve confiscaciones a sus propietarios. La careta de democracia les es más útil que nunca.
Ya el gobierno no habla de socialismo. ¡Bienvenido el “dólar criminal”! ¡Que viva el capitalismo! Eso sí: un capitalismo chavista, zamorano, protagónico y revolucionario.
Eso, es lo que hay.
¿Y la oposición?
Ante la etapa capitalista autocrática de la “revolución”, el rol de la oposición no ha variado. Tienen que salir a la calle en busca del liderazgo perdido. A capitalizar el gigantesco descontento nacional para reimplantar la democracia.
Más que nunca sentarse alrededor de la misma mesa, conversar, conceptualizar y promocionar un nuevo país: capitalista, con un gran sentido social (pobreza cero) y democrático. Construir un bloque unitario. Prepararse para ganar elecciones y gobernar.
Ya basta de chiriperos y de derrotas. Si los líderes opositores no se ponen las pilas, y actúan como estadistas, les sobrevendrá un outsider. Venezuela no aguanta más.
A este paso que llevan, le están encendiendo velas a un triunfo electoral de la “revolución”. Pilas y guáramo, porque la victoria tiene que darse… sí o sí.
Por un capitalismo democrático.
PD: Toda nuestra admiración para la arquitecto suma cum laude Gabriela Álvarez. En su acto de graduación de la USB ha pronunciado un discurso que pasa a la historia por su claridad y valentía. Si las autoridades abandonaron el recinto, peor para ellos. Suscribimos plenamente sus palabras.
Venezuela merece una industria petrolera de primera, que sea capaz de contribuir a la construcción de un país de primera. ¡Hasta cuándo! Esta columna se publica en Noticiero Digital, Informe 21, Emisora Costa del Sol, revista Petroleum, y en otros medios.