Hace 20 años fue el golpe de Estado para derrocar al presidente Chávez, que como sabemos fue derrotado. Hoy la fuerza armada es muy diferente a la de hace dos décadas. Ha habido una labor de educación, de formación ciudadana que la ha transformado y hoy reina la unión cívico-militar. Otra conciencia, otra relación entre fuerza armada y pueblo, dominada por otra visión y otra misión centradas en la soberanía, la independencia nacional, el patriotismo, la unión cívico-militar, la plena subordinación a la defensa de la Constitución Nacional y la defensa y unidad frente a cualquier agresión imperial.
El punto de partida de esa situación está en esta declaración que dio el presidente Chávez cuando se derrotó con la conciencia del pueblo y de la fuerza armada, el intento de levantamiento militar que se realizó en abril de 2002. Esto dijo:
“Retorno cargado espiritualmente de un gran amor, si hace dos días yo los amaba a ustedes, hoy más, después de esta jornada histórica, de esta demostración sin precedentes en el mundo de cómo un pueblo y sus soldados detuvieron una contrarrevolución sin disparar un tiro, sin derramar sangre, y repusieron las cosas en su sitio”, y cerró con estas palabras:” “A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César y al pueblo lo que es del pueblo”.
Hoy el presidente Maduro es el líder indiscutido tanto del pueblo como de la fuerza armada, lo que es un hecho clave en la historia de Venezuela. Hoy estamos unidos en el empeño de construir una patria, una nación, nuevas y libres, como eje para la unión latinocaribeña.
Para trazar límites sólidos, para nuestra unión frente a la vocación y las aspiraciones imperiales de nuestro vecino del norte, los EEUU.
Ese vecino está en campaña, pese a sus conocidas debilidades, para tratar de reconstruir, lo que hoy no es posible, un antiguo imperio que subordine a Latinoamérica, a Europa, incluida Rusia y de ahí al resto del mundo. Esto no puede ser más que un delirio, que como sabe el resto del mundo, está desconectado de la realidad. La nación estadounidense está plena de conflictos que el presidente Biden debe enfrentar y el expresidente Trump está empeñado en no facilitárselo.
El bravo pueblo ya no es una expresión retórica. Es una relación social, un hecho político palpable, constitutivo y fundante de la Patria.