En diversas ocasiones hemos abordado el tema de la oposición en el país, enfatizando en la urgencia de que se consolide una fuerza opositora “provista de un proyecto”, que se constituya en una real alternativa de poder. Destacamos la importancia y la necesidad de una “buena oposición política”. A la vez que denunciamos su fragmentación, evidenciando que se encuentra atrapada entre sus contradicciones internas y su rol político en un sistema democrático. Concluimos en una oposición perdida en “un laberinto político autodestructivo, de carácter tanto simbólico como real”.
En esta ocasión, enfatizamos en el papel imprescindible y esencial que la oposición juega en los sistemas democráticos, dado que es tanto un factor de control como de limitación al Gobierno; sin obviar el hecho de que constituye la alternativa a la formación de nuevos gobiernos. De allí que resaltamos su vocación de gobernar.
Por supuesto, en este proceso, comienzan a distinguirse o diferenciarse aquellos grupos que son alternativas reales de poder y, por tanto, están en capacidad de reemplazar al sector gobernante. Constituyéndose así, entre las oposiciones, una gradación entre posibilidades reales o no de llegar a ser Gobierno.
En la actualidad, las condiciones de la oposición política parecen haber cambiado, dando gradualmente paso a una oposición que, obligada por las circunstancias, intenta superar fracturas y diferencias internas.
Lentamente más abierta al diálogo interno y a la construcción de consensos sobre puntos comunes, con miras a la consolidación de una necesaria fuerza unitaria opositora. Se estaría generando un clima donde el interés nacional comienza a imponerse a las fracturas e intereses partidistas, marcando así la pauta de la relación oposición-Gobierno que corresponde realmente al proceso democrático. De afianzarse esta tendencia estaríamos rumbo a la consolidación de una oposición consciente de su ineludible vocación de gobernar; de su responsabilidad política, en cuanto a inspección y control del Gobierno de turno; clara en relación a sus funciones de contrapeso, de alternativa real y posible de poder. Y, desde una perspectiva política, conscientes de que, para un sector político, son o pueden devenir en “una esperanza de continuidad”.
@maryclens