Ángel Lombardi: La ciudad velada de Miguel Ángel Campos

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Este importante libro de 2001, “La ciudad velada”, reúne nueve textos imprescindibles para entender a Maracaibo y, de alguna manera, entendernos como habitantes.

Con una escritura impecable, objetiva y perspicaz observa la ciudad desde múltiples miradas, escritores que en su momento “vieron” la ciudad como Pocaterra y Díaz Sánchez o los diversos poetas que abordaron a Maracaibo desde el vanguardismo de Apocalipsis o desde la irreverencia de la moda literaria en la Escuela de Letras de LUZ en las décadas de los 60 y 70 del siglo 20.

Figuras emblemáticas del culto cívico como Jesús Enrique Lossada y Udón Pérez, cada uno con su tragedia personal que la aldea-ciudad asume como espectadores que murmuran, pero que se redimen en su exaltación del poeta y del prócer civil.

Maracaibo es una biografía llena de ausencias y olvidos. Anulada la tradición de la ciudad-puerto con la irresponsable destrucción del centro la ciudad, se niega a sí misma como continuidad en el tiempo. Primero le da la espalda al lago y después crece de manera desordenada hacia el Sur-Norte y particularmente hacia el Oeste, expresión inequívoca de una anomia social y de la ausencia de un poder ordenador y civilizatorio, de gobernantes listos para el lucro y casi siempre ignaros.

Maracaibo sigue en espera de unas élites ilustradas y de unos habitantes-ciudadanos que sepan conciliar tradición con modernidad. Maracaibo es un desafío a la razón, como toda complejidad humana, es una y muchas historias, Miguel Ángel Campos en estos textos nos propone algunas vías, íntimas y públicas al mismo tiempo: La madre soltera agraviada y su inevitable exilio a una aldea vecina, las dos “solteronas” que no logran conciliar con la ciudad y sus expectativas de vida, el cronista popular que atesora historias que a casi nadie interesan.

Una ciudad de casi cinco siglos que olvidó o ignora casi todo sobre esa larga historia. Difuntos y fantasmas y leyendas y mitologías se disuelven en ese “presentismo” litúrgico y bullicioso de advenedizos y “fiesteros”. El poeta de las “Ciudades Nativas” intenta devolvernos a ese linaje lacustre. Ese mundo cerrado de la cuenca de “zulieros”, montunos y cosmopolitas del café y del petróleo.…

 

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