Alfredo Monsalve López: La revolución de los cerdos

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Antes de expresar la indignación que siento y que experimentamos un gran porcentaje de los ciudadanos que vivimos en este otrora hermoso país, voy a tomar dos citas, una de Gervasio Artigas, quien señalaba en su momento: “Con la verdad ni ofendo ni temo”; y la otra de nuestro Libertador Simón Bolívar que en una oportunidad señaló: “El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social,  mayor suma de estabilidad política.” (Discurso ante el Congreso de Angostura, 15 de feb. 1819). ¿Por qué las dos citas anteriores? Porque con la primera, lo que voy a expresar y como decía mi abuela Candelaria González es la “purísima verdad”. Y con la segunda cita, lo que vivimos hoy (2022), nada que ver con lo que Simón Bolívar sostenía. Y que por cierto, la cúpula de este régimen se dice “bolivariano”.

A ver. Recuerdo precisamente a mi abuela Candelaria de la Concepción cuando, yo, apenas de unos 8 o 10 años, le ayudaba con unos cerdos que ella tenía en un chiquero y los alimentaba con conchas de verduras, de plátanos, cambures, tomates, entre otros alimentos, menos los que hoy se utilizan para la crianza de este tipo de animales. Y mire usted lo robusto que están los marranos. Además, la carne era divina. Y el chicharrón, ni hablar. Bien, resulta que en una oportunidad mi abuela dejó de darles a los cerdos la alimentación que acostumbraba suministrarles todos los días. Después lo hacía cada dos o tres días. Además, les cambió la receta: le daba sobra de comida, por ejemplo, arroz, pasta, caraotas, en fin, alimentación que los cerdos no les apetecía. Ellos estaban acostumbrados a sus conchas de verdura. Eran unos 6 u 8 cerdos los que tenía en un corral empantanado. Allí se revolcaban a placer. Ellos amaban a mi abuela. Ella los acariciaba, Les daba agua para que bebieran a su antojo. Esto también dejó de hacerlo a menudo. A todas estas, los cerdos también cambiaron de actitud. Los bramidos y chillidos eran sinónimo de que estaban arrechos y además, comenzaban desde tempranas horas. Mi abuela dijo unas palabras que al parecer, hoy son pertinentes: “Alfredo, prepárate con los tobos de comida, porque esto es una revolución de cerdos.”.

Todo lo anterior se me viene a la mente porque, con lo que estamos viviendo en estos momentos, (no sería un símil, porque estaría ofendiendo a algunos compatriotas), pero cuando usted escucha a personeros del alto régimen decir, por ejemplo, que “estamos en una revolución”, “Venezuela ha mejorado”. “En Venezuela vamos al ´mar de la felicidad¨”, “La revolución venezolana llevará a sus trabajadores a ganar un salario digno” (tienen más de 20 años con este discurso). Cuando usted va al grifo de la cocina, o del baño y se encuentra con agua color tierra (como me ha pasado en algunas ocasiones); o cuando los niños tienen que buscar sus ropa o uniforme para ir a la escuela y no las encuentra porque les han quitado el fluido eléctrico durante unas 5, 6, 7 y hasta 10 horas; o cuando escucha a Maduro decir que les va a dar un bono a los jubilados, pero resulta que el cambio de seña (como dicen los beisbolistas) es para un “grupito” de jubilados; o cuando usted va a algún hospital y no hay nada de nada para que le presten un servicio como se merece todo ser humano… en fin, calamidades a granel.

La pregunta pertinente: ¿Cumple esta mal llamada “revolución” con los preceptos de El Libertador respecto a la “mayor suma de felicidad posible” que debe tener todo ciudadano? ¿O aquella otra cita del mismísimo Libertador, según la cual: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el Poder. El Pueblo se acostumbra a obedecerle, v él a mandarlo, de donde se origina la usurpación v la tiran/a. (Discurso al Congreso de Angostura, 15 feb. 1819). ¿Cuántos años tienen en el poder? ¿Qué “revolución” es esta? ¿A quién favorece la “revolución”? Se abre el debate pues.

alfredo.monsalve10@hotmail.com – @monsalvel

 

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