Ucrania ganó el Festival de Eurovisión por tercera vez. El país está sufriendo la peor invasión desde la Segunda Guerra Mundial y aun así participó en el concurso musical. Parece tan increíble acoger una de las mayores fiestas de Europa mientras una brutal guerra hace estragos en el centro del continente.
Con la victoria de Ucrania, el Festival de la Canción de Eurovisión (ESC por sus siglas en inglés) se liberó de este dilema y adoptó una clara postura política. La Orquesta Kalush se lo puso fácil al ESC. Los ucranianos ofrecieron una gran actuación en Turín, que los espectadores premiaron con la máxima puntuación. Nunca sabremos si la canción “Stefania” habría ganado en otras circunstancias. En cualquier caso, los jurados nacionales situaron a Ucrania “apenas” en el cuarto puesto.
Pero los espectadores no podían hacer otra elección. En primer lugar, Ucrania necesita todo el apoyo posible, como también subrayó el líder de la banda, Oleh Psiuk. En segundo lugar, el Festival de Eurovisión representa la coexistencia pacífica, la autodeterminación y la alegría de vivir, todo lo que el Ejército del presidente ruso Vladimir Putin está tratando de destruir.
El ESC nunca fue apolítico
Los votos a favor de Ucrania fueron un claro mensaje a Rusia: Europa y también Australia, participante en el ESC, nunca aceptarán la guerra. Fue una decisión política y correcta. De todos modos, la competición nunca ha sido apolítica. Su propia creación en 1956 llevó al escenario a países que se habían enfrentado apenas once años antes, en la Segunda Guerra Mundial. Eso fue político. La primera victoria alemana en el Festival de Eurovisión en 1982 con “Ein bisschen Frieden” de Nicole tocó la fibra sensible de la época y del movimiento pacifista.
La caída del telón de acero abrió el camino al ESC para Europa del Este. En varias ocasiones, los países participantes del Festival de Eurovisión han tenido disputas políticas. Rusia y Ucrania, también. Pero la victoria de la ucraniana Jamala en 2016 en Estocolmo con la canción “1944” demostró de qué lado está Europa tras la anexión de Crimea.
Rusia no tiene lugar en el ESC
1944 fue el año en que los originarios de Crimea fueron deportados de la península por orden de Stalin. A diferencia de “1944”, “Stefania” no esconde ningún mensaje político, que de hecho está prohibido por las normas del ESC. “Stefania” es una declaración de amor a la madre en ucraniano, contenida en una mezcla de rap y folk. Otro ejemplo de cultura e identidad ucraniana versátil, cuya existencia niega constantemente Vladimir Putin.
Con su apoyo a Ucrania, el Festival de Eurovisión demostró que este país forma parte de la familia europea. Los organizadores del concurso, la Unión Europea de Radiodifusión (UER), consideraron los llamados de ayudar para los ucranianos como un gesto humanitario, conscientes de los sentimientos que la guerra en Ucrania despierta entre los participantes y los ciudadanos europeos.
No hay lugar para Rusia en esta familia. Ante la insistencia de varios miembros de la UER, fue excluida del ESC poco después de la invasión a Ucrania. Para volver a la competición, Rusia debe estar mentalmente “depurada de Putin”. Esto llevará años, porque la aversión a los valores europeos, que son valores universales, tiene profundas raíces en la mayoría de la sociedad rusa.
Sin embargo, un claro posicionamiento político del Festival de Eurovisión no significa que el concurso musical pueda ser aprovechado por los políticos. La comunidad de aficionados del ESC es lo suficientemente inteligente como para no dejarse tratar con condescendencia por los mismos. Toman sus propias decisiones políticas. El espíritu libre del Festival de Eurovisión es también una de las claves de su éxito y popularidad, no solo entre los aficionados.
Respeto a Ucrania, también en el próximo ESC
No pasa nada si nos reímos de los “lobos” noruegos, del dramatismo exagerado de algunas baladas o de una artista serbia que se lavó las manos en el escenario. La diversión es parte de esta noche. Al fin y al cabo, esto también puede acabar rápidamente, como demostró la invasión rusa. Esta invasión ha robado a muchos ucranianos la diversión del Festival de Eurovisión. Es difícil imaginar que hayan disfrutado de la velada tanto como los españoles, los polacos o los italianos.
La victoria de la Orquesta Kalush también tiene otra nota amarga. El país ganador podrá acoger la próxima edición del ESC. Con la actual destrucción de Ucrania, esto parece imposible, incluso si la guerra terminara pronto y Rusia dejara de atacar las ciudades ucranianas con sus misiles y bombas.
Es probable que sea otro país quien acoja el próximo Festival de Eurovisión, quizás el segundo clasificado, Gran Bretaña. La UER encontrará una solución. Pero debe ser uno que respete la actuación de Ucrania, como hicieron los espectadores del ESC 2022.