Hoy traigo a colación un tema importante surgido a raíz de las reacciones y comentarios a mis últimos artículos. En consecuencia, abordamos la fatiga y el desaliento político que acusan ciertos sectores de la sociedad, suerte de desesperanza relacionada con graves señalamientos de una desgastante confrontación política institucionalizada.
Surgen quejas y denuncias en relación al desempeño de ambos bloques políticos, Gobierno y oposición, centrados y concentrados en su rivalidad político-partidista y, en consecuencia, olvidados de la situación real del país y de la ciudadanía, en desmedro de la “salida a la crisis”. Aun cuando impera la desesperanza, lentamente se fortalecen las posiciones que tímidamente denuncian “la inútil confrontación política” y, además, demandan a los actores políticos y a la institucionalidad tanto diálogo como acuerdos, con miras a la convivencia y a la solución de la crisis multidimensional. Por supuesto, tal cuadro político se agrava por el contexto pandémico, lo que desembocaría en una suerte de peligrosa fatiga político-pandémica.
Un cambio político-afectivo importante en “los tiempos políticos”, que parece no haber sido comprendido y menos aún atendido por el liderazgo, devenido en prisionero político de la cárcel “confrontacional”, producto de un perverso proceso político de autoconstrucción. Un liderazgo impulsor y, a su vez, víctima de la rivalidad político-partidista, indiferente a aquellas voces que acusan una suerte de capitulación, declarándose sometidas y vencidas por la desesperanza. Un liderazgo centrado en la confrontación y que “sin querer queriendo”, en tanto estrategia, impone la inacción y la pasividad, suerte de supuesta normalidad. Un liderazgo hasta el momento sordo a la interpelación de una ciudadanía mucho más vigilante y activa que la de otrora. En consecuencia, un liderazgo sin iniciativa, indiferente a las demandas de poner fin a la confrontación y centrarse en una urgente salida concertada e integral a la crisis.
En resumen, un liderazgo que, traspapelado del tiempo político, va detrás de una ciudadanía vigilante y activa, enrumbada a tomar las riendas del proceso, aportar iniciativas para acciones concertadas e integradas y conducir la salida a la crisis.
@maryclens