Actuando de manera conjunta, como durante la pandemia, la UE puede optimizar su respuesta a la crisis energética en todos los escenarios, pero cada país tendrá que hacer concesiones.
El 18 de mayo, la Comisión Europea publicó su plan para que la Unión Europea elimine su dependencia de los combustibles fósiles rusos. En el quinto paquete de sanciones impuestas por la UE a Rusia a raíz de la invasión de Ucrania ya se acordó la eliminación progresiva de las importaciones de carbón ruso para agosto de 2022, y en el contexto del sexto paquete se está debatiendo la eliminación gradual del petróleo para finales de año. De ahí que el nuevo plan, conocido como REPowerEU, se centre sobre todo en cómo llevar a cabo una retirada ordenada y asequible del gas ruso para 2027.
REPowerEU también propone opciones de respaldo a nivel de la UE ante el riesgo plausible de una interrupción repentina del suministro de gas ruso, en especial tras los cortes de suministro a Polonia y Bulgaria.
Principales ámbitos de actuación
El plan abarca cuatro áreas principales: eficiencia y ahorro de energía; diversificación del suministro energético; aceleración de la transición hacia la energía limpia; inversión y reforma. Si se aprueba, REPowerEU debería hacer que Europa deje de depender de la energía rusa para 2027, al tiempo que acelera su transformación ecológica. Todo lo cual sería económicamente beneficioso para el continente. La Comisión calcula que alcanzar los objetivos de REPowerEU requiere una inversión adicional de 210.000 millones de euros de aquí a 2027, pero que supondría un ahorro de casi 100.000 millones al año por la reducción de las importaciones de combustibles fósiles. En resumen, una inversión razonable para conseguir una importante reducción de costes estructurales.
Sin embargo, serán las capitales nacionales las que determinen el éxito del plan. La mayoría de las medidas propuestas requieren una aplicación nacional o una coordinación entre los Estados miembros de la UE. Por tanto, el grado de compromiso real de los países va a ser decisivo. Cuatro áreas clave del plan subrayan las complejidades.
Ahorro de energía
Unas sencillas medidas de ahorro energético podrían reducir de inmediato la demanda de gas y petróleo. Pero para que esto ocurra hay que actuar a nivel nacional. Los gobiernos deben promover activamente campañas de concienciación, adoptar planes financieros para incitar a los hogares a ahorrar energía e introducir normativas que obliguen a ahorrar energía en los edificios públicos.
A nivel de la UE, pueden reforzarse las normas sobre eficiencia energética, comenzando por los edificios y el transporte. El plan presenta nuevas propuestas al respecto –que se suman a las del actual paquete legislativo Fit for 55–, desde el refuerzo de los requisitos energéticos para los nuevos edificios hasta la introducción de una serie de medidas reglamentarias para aumentar la eficiencia energética del transporte. Desde septiembre de 2021, países como Alemania, Francia, Italia y España han gastado entre 20.000 y 30.000 millones cada uno para reducir artificialmente las facturas del gas y la electricidad, así como los precios de la gasolina y el gasóleo. Un factor determinante para el éxito de REPowerEU será si los gobiernos pasan de las subvenciones universales a la energía a medidas específicas para los hogares pobres y las pequeñas y medianas empresas vulnerables, y si tienen el valor de pedir a todos los demás que consuman menos energía.
Diversificación del suministro energético
REPowerEU aborda este punto clave a través de la Plataforma de Compra de Energía de la UE, una iniciativa en desarrollo desde marzo que pondría en común la demanda para maximizar la influencia de Europa y atraer suministros fiables de los mercados mundiales a precios estables. Por ahora, los contornos de esta iniciativa siguen sin estar claros. Inicialmente propuesta por la Comisión como un plan de compra conjunta similar a lo que se hizo con las vacunas del Covid-19, se ha convertido –tras un debate entre los gobiernos europeos– en una iniciativa voluntaria destinada a coordinar las iniciativas en curso de la UE con los Estados miembros, los operadores de sistemas de transmisión, las asociaciones y los agentes del mercado. Los países de la UE deberían valorar que la UE disponga de una herramienta de emergencia para adquirir gas natural licuado (GNL) para la temporada de recarga de los depósitos de 2022 y para coordinar la distribución de gas en toda Europa en caso de que se interrumpa el suministro desde Rusia.
Acelerar el despliegue de las energías renovables
En tercer lugar, desbloquear los proyectos de energías renovables acelerando la concesión de permisos. REPowerEU hace hincapié en la aceleración de las tecnologías verdes, desde la solar fotovoltaica hasta la eólica, pasando por las bombas de calor y el hidrógeno verde, y propone aumentar el objetivo principal de la UE para 2030 en materia de energías renovables del 40% al 45%. El plan se centra, con razón, en la agilización de los permisos, ya que la lentitud de los procesos representa hoy un gran obstáculo para el despliegue de la energía eólica y solar. La obtención de un permiso puede llevar nueve años para los proyectos eólicos y cuatro años y medio para los solares en algunos países europeos. Las normas y capacidades nacionales ralentizan innecesariamente los permisos, y el tiempo para obtener un permiso varía de manera significativa entre los países de la UE. REPowerEU pretende superar este problema eliminando la ambigüedad en la aplicación de la legislación de la UE y estableciendo buenas prácticas en los Estados miembros. Los países deben solucionar las ineficiencias administrativas de larga duración y aplicar con rapidez los cambios necesarios.
Soluciones de apoyo en caso de interrupción repentina del suministro de gas ruso
En cuarto lugar, REPowerEU incluye dos medidas principales de contingencia en caso de una interrupción repentina del suministro de gas ruso. En primer lugar, propone la creación de un plan europeo coordinado para la reducción de la demanda de gas de la industria. En caso de que se produzca una crisis de seguridad del gas en toda la UE, debería considerarse una reducción de la demanda de gas en los países menos afectados por la interrupción para permitir la redirección del gas a los países más afectados, incluso en el caso de que dicho racionamiento no esté previsto en el plan nacional de emergencia. Este plan tendría como objetivo minimizar el impacto global de las medidas de emergencia sobre la economía europea.
En el plano normativo, el plan sugiere un tope de precios del gas en la UE en caso de situación de emergencia, con el fin de poner un límite a las subidas de precios para los consumidores, las empresas y los proveedores de servicios esenciales. La cuestión fundamental en este escenario es: ¿podrán los Estados miembros acordar una respuesta europea común en caso de interrupción brusca del suministro de gas ruso, o reaccionarán individualmente, cerrando las fronteras de sus mercados energéticos nacionales?
Una Europa unida es mejor que una fragmentada
REPowerEU demuestra de forma convincente que, actuando en conjunto, la UE podría optimizar su respuesta a la crisis energética, tanto en los escenarios de “perturbación” como en los de “interrupción brusca”. Pero los Estados miembros deben decidir hasta qué punto participar en esta cooperación. Cada país tendrá que hacer concesiones: por ejemplo, Alemania podría tener que superar su reticencia a la adquisición conjunta de GNL a través de la Plataforma de Compra de Energía para garantizar la seguridad energética de la UE, mientras que Francia podría tener que organizar su infraestructura de gas para que otros países de la UE puedan aprovechar la capacidad de importación de GNL no utilizada de España. Una respuesta fragmentada a la crisis energética podría conducir a resultados subóptimos a nivel nacional, tanto en términos de seguridad energética como de competitividad. Esto probablemente repercutiría en la política exterior, con consecuencias de gran alcance en la capacidad de la UE para mantener una postura firme frente a Rusia.
Investigador sénior de Bruegel (Bruselas) y profesor adjunto en Johns Hopkins University SAIS Europe.