Cuando la noticia se hizo viral, no me lo creía. Tan solo unas horas antes, todos compartían fotografías de la nevada y luego, en el video, una 4×4 estaba dando vueltas sobre uno de los ecosistemas más frágiles del país. Las personas se reían y los frailejones estaban bajo los pies.
La zona del Pico el Águila en la Sierra Nevada de la culata es una reserva natural cuyos componentes vivos (microorganismos, nutrientes y materia orgánica) se encuentran en las capas más superficiales del terreno. Todo esto fue usado como pista para los rústicos. La pérdida es muy importante: no sólo estamos vulnerando las diferentes especies endémicas que habitan allí, sino que también comprometemos la retención del CO2 en los subsuelos.
Y por si esto fuera poco, la historia no acaba allí. Hace unos meses visité el páramo para investigar sobre la eutrofización de las lagunas y me di cuenta de que estamos ante un problema muy real. Además de eso, he sido testigo de prácticas dañinas como el desvío de canales naturales de agua para abastecer a las viviendas, y el uso para el cultivo de zonas que antes estaban cubiertas de frailejones (y que en teoría no deberían alterarse). El daño que esta inconsciencia produce podría comprometer al futuro del agua del estado.
La clave para detener esto está en la insistencia y la concientización, en la protección desde el conocimiento y en las estrategias que se puedan dar desde los organismos y fundaciones. La mayoría de las personas que estuvieron allí no saben que un frailejón absorbe la humedad y drena el agua por sus raíces para nutrir las quebradas y ríos que nacen en el páramo. No saben que, sin el frailejón, otras especies de vegetación que protegen el suelo pueden desaparecer. No sólo es cuestión de condenar estas acciones, es trabajar para lograr que la gente tenga una mejor comprensión de nuestro páramo.
Periodista especializada en ciencia y ambiente