Helena Legarda: ¿Un retorno de la política de bloques en el Indo-Pacífico?

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Pekín está furioso por lo que considera el comienzo de la tan temida coalición liderada por Estados Unidos para contener a China. Con el mundo avanzando hacia un orden cada vez más bipolar, es probable que los países, especialmente en el Indo-Pacífico, se sientan cada vez más presionados para elegir un bando.

En un discurso pronunciado el 26 de mayo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, desveló las tan esperadas líneas generales de la estrategia de la Administración Joe Biden para China. Argumentando que es China la que plantea el reto más serio a largo plazo para el orden internacional, introdujo un enfoque tripartito de las relaciones con Pekín basado en tres prioridades: «invertir, alinear, competir». EEUU invertirá en sus propias capacidades, alineará sus esfuerzos con aliados y socios, y competirá con China para defender sus intereses.

La respuesta de Pekín al discurso de Blinken fue tan airada como se esperaba. Pero lo que realmente puso el dedo en la llaga fue la confirmación pública de que EEUU está tratando de crear nuevas coaliciones en el Indo-Pacífico y en otros lugares para contrarrestar los desafíos planteados por China.

La respuesta retórica llegó de inmediato. Calificando el discurso de «desinformación» y «difamación», el ministerio de Asuntos Exteriores de China emitió un duro comunicado, afirmando que la Estrategia para el Indo-Pacífico de EEUU fue creada «para atar a los países de la región para rodear y contener a China» y «está condenada al fracaso». Los ataques a la «mentalidad de guerra fría» y a la «política de bloques» de Washington se han multiplicado desde entonces en los medios oficiales chinos.

Pero no es esta narrativa la que más debería preocupar a Europa y EEUU, o a sus aliados y socios afines. El lenguaje estridente es, después de todo, lo habitual en Pekín estos días. El desafío más serio a largo plazo para el orden global y las reglas que lo sustentan vendrá de la aceleración de los planes de Pekín para construir una red de países que compitan con EEUU y el orden dominado por Occidente.

Viejas preocupaciones, nueva urgencia

La competencia con EEUU -y con Occidente en general- por el dominio en Asia y en todo el mundo ha marcado durante mucho tiempo la visión del mundo y la política exterior del Partido Comunista Chino. A Pekín siempre le ha preocupado que EEUU utilice su presencia y su red de asociaciones y alianzas en el Indo-Pacífico para cercar a China e impedir que vuelva a ocupar el lugar que le corresponde como potencia mundial.

La posible expansión de la OTAN en el Indo-Pacífico –o el establecimiento de un formato similar en la región– para lograr este objetivo han preocupado durante años a analistas y funcionarios chinos. Después de todo, la alianza transatlántica es vista en Pekín como un formato dominado por EEUU que Washington utiliza para proteger su «hegemonía global». El embajador de China en EEUU, Cui Tiankai, ya en 2014 advertía a Washington contra cualquier intento de establecer una «versión para Asia-Pacífico de la OTAN», antes del rápido deterioro de las relaciones entre ambas potencias bajo el mandato del presidente Donald Trump.

«El ministerio de Asuntos Exteriores de China emitió un duro comunicado afirmando que la Estrategia para el Indo-Pacífico de EEUU fue creada para atar a los países de la región para rodear y contener a China y está condenada al fracaso»

El lanzamiento de la Estrategia para el Indo-Pacífico de EEUU y del formato Quad, que reúne a EEUU, Japón, India y Australia –ambos en 2017– no ayudaron a apaciguar los temores de China de ser cercada. Pero es en los últimos meses cuando las tensiones han llegado realmente a su punto álgido.

Se consideró que los esfuerzos de Washington en el pasado solo habían tenido un éxito limitado, ya que la mayoría de los países del Indo-Pacífico seguían siendo reacios a «tomar partido» a pesar del comportamiento cada vez más asertivo de China, frenando así la percepción de amenaza de Pekín. Pero la invasión de Rusia en Ucrania y la respuesta contundente –y unida– de Occidente han cambiado la dinámica. A la antigua preocupación por el comportamiento y las ambiciones de China se suma ahora una nueva conciencia sobre el alcance que pueda tener el alineamiento de Pekín con Moscú. Además del temor a que un conflicto en el Indo-Pacífico en un futuro no muy lejano no sea descartable.

Una alineación más estrecha entre EEUU y otros socios, como la Unión Europea, se está convirtiendo en una opción atractiva para muchos actores regionales que esperan disuadir a China de avanzar hacia ese escenario, o al menos mejorar su posición en caso de que se produzca.

La última cumbre de líderes del Quad, AUKUS, el Marco Económico del Indo-Pacífico e incluso las cumbres de la UE con Japón e India se interpretan en Pekín como claros signos de que los esfuerzos de Washington por formar una coalición para hacer frente al desafío chino están cobrando fuerza, lo que aumenta la urgencia de contraatacar con fuerza, tanto en la retórica como en la política.

Coaliciones en competencia

El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, ha criticado en repetidas ocasiones el enfoque de Washington sobre el Indo-Pacífico, señalando que «se está convirtiendo en un sinónimo de ‘política de bloques’, y que busca mantener el sistema de hegemonía liderado por EEUU».

Pero lo cierto es que, a pesar de todas estas críticas y de la tradicional visión china de las alianzas como potenciales problemas, Pekín lleva mucho tiempo siguiendo una estrategia muy similar, y sus esfuerzos no han hecho más que acelerarse en los últimos meses. Junto con su retórica cada vez más dura, Pekín ha lanzado una amplia ofensiva diplomática para ampliar su propia influencia global a expensas de la de Occidente, centrándose en particular en los países del Sur Global. Pekín tiene muy claro lo que está en juego: el éxito o el fracaso de las ambiciones de China de volver a ser una potencia mundial en 2049 y de transformar el actual orden internacional dependerá de cómo respondan los países no occidentales a la creciente influencia estratégica de Pekín y a su competencia con EEUU.

El replanteamiento de la Iniciativa de la Franja y la Ruta para convertirla en un programa de alta calidad y centrado en estándares elevados, el lanzamiento de las nuevas Iniciativas de Desarrollo Global y de Seguridad Global, los llamamientos para ampliar el formato de los BRICS o el impulso para conseguir influencia en el Pacífico Sur son signos claros de la ambición de Pekín de construir una red alternativa de países para contrarrestar la tan temida y ahora aparentemente emergente coalición occidental para contener a China. Al erigirse como abanderada de las naciones en desarrollo y de todos los demás países que están de alguna manera insatisfechos con Occidente o con el actual orden mundial, Pekín espera al menos limitar el alineamiento de otros países con EEUU. Y, en el mejor de los casos, espera crear una coalición competidora que permita a China contraatacar y avanzar hacia su objetivo de reformar el orden mundial.

Sin embargo, los países del Sur Global no son el único objetivo de China. Europa también ha sido el objetivo del impulso diplomático de Pekín. China quiere reconducir las relaciones con los países europeos tras el daño causado por su respuesta a la guerra de Ucrania. Pero también intenta debilitar el renovado alineamiento transatlántico que ha surgido desde entonces. El presidente chino, Xi Jinping, no pudo ser más claro al respecto durante una llamada con el canciller alemán, Olaf Scholz, en mayo, cuando advirtió contra la «confrontación de bloques» y pidió a los países europeos que mantuvieran la seguridad europea en sus propias manos (léase: que se distanciaran de EEUU).

El camino hacia la bipolaridad

A pesar de las esperanzas de estabilidad en el período previo al 20º Congreso del Partido Comunista Chino de este otoño, Pekín se siente cada vez más amenazado por los recientes acontecimientos en el Indo-Pacífico. El creciente compromiso de EEUU y Europa con sus socios regionales está alimentando la preocupación de que la tan temida coalición liderada por EEUU para contener a China esté finalmente emergiendo. Esto explica la frenética respuesta de Pekín.

Haciendo frente a un entorno internacional cada vez más hostil y presionada por las «muchas crisis apiladas» (多重危机叠加) que China debe gestionar en estos momentos, los dirigentes del país están redoblando la competencia con Occidente. A medida que esta «mentalidad de bloques» se afianza cada vez más en Pekín, y dado que es muy probable que Xi Jinping se asegure otro mandato al frente del partido, la trayectoria de la política exterior china parece fijada para el futuro próximo. Convencida de que EEUU tiene la intención de iniciar una nueva guerra fría con China, la competencia geopolítica con EEUU –y con Occidente en general– seguirá siendo el punto de referencia clave para cualquier acción futura de Pekín.

Esto no quiere decir que se formen necesariamente dos bloques distintos y separados. Después de todo, vivimos en tiempos inciertos. Y la mayoría de los países del mundo, incluidos los europeos, harán todo lo posible por evitarlo. Pero es innegable que el mundo avanza hacia un orden cada vez más bipolar, en términos económicos, tecnológicos y geopolíticos. Es probable que los países, especialmente en el Indo-Pacífico, sientan cada vez más presión para inclinarse en una u otra dirección. Y Pekín ya amenaza con consecuencias. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, aconsejó recientemente a EEUU que escuchara la letra de una popular canción china: «Para nuestros amigos, tenemos buen vino. Para los chacales o los lobos, tenemos escopetas».

Artículo publicado originalmente en inglés en la web de Internationale Politik Quarterly

 

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