La suerte está echada
Con estas palabras Julio César le indicó a sus seguidores que la suerte estaba echada y que Roma no podía hacer otra cosa que avanzar hacia la construcción del imperio dejando atrás la república.
Hoy América Latina confronta un reto similar. El cambio internacional ha perforado las estructuras feudales que, alimentadas por un capitalismo monopólico, han existido por cinco siglos. Sustituirlas por instituciones más acordes con las ansias de libertad y de estabilidad económica de sus habitantes es tarea para líderes esclarecidos. Y pareciera que estos no abundan en la región. Porque la globalización demanda nuevas formas de hacer política y nuevas instituciones para encauzar la economía y la política y esto requiere de una capacidad de liderazgo especial que inspire en los habitantes de América latina el deseo de unirse en un frente ciudadano para construir nuevas instituciones capaces de preservar la libertad individual y el libre desarrollo de las fuerzas económicas.
La sustitución de instituciones medievales por otras que estén en sintonía con este periodo de globalización plantea un cambio de liderazgos. Y al parecer los pueblos de América latina han llegado a esa conclusión. Las justas electorales nos han revelado un sentimiento anti-establishment como solo se veía en el mundo en los albores de los años setenta. Así hemos visto sacar del escenario a representantes de los establecimientos políticos que han dirigido los destinos regionales en las últimas cuatro décadas.
Los liderazgos emergentes sin embargo no parecieran llenar el perfil de un constructor de repúblicas. En Chile tenemos a un joven fogoso, pero a menudo desinformado y con grandes limitaciones en cuanto a la visión del papel que su país juega en el mundo. En Perú esta el Sr Castillo que apenas logra designar un gabinete ministerial que merezca la confirmación del congreso. En Colombia las dos opciones en contienda carecen de visión de conjunto y exhiben una clarísima miopía con relación a las aspiraciones libertarias del pueblo. En Brasil pareciera que vamos hacia más de lo mismo y en Argentina ya se avizora el despuntar de una candidatura antisistema. Y si bien ninguna de estas figuras jugara el papel de Julio Cesar si serán quienes abonen el terreno para su llegada. Es decir, los liderazgos que están emergiendo jugaran un papel similar en nuestra historia al jugado por Tiberio Gracco en Roma. Todos están condenados a iniciar la limpieza del terreno para que llegue quien siembre el nuevo orden.