Puede ser que una de las pocas cosas que haya que ajustar en la Constitución Nacional, que no cambiar radicalmente, es el asunto de la gestión privada de las instituciones de la Educación Pública. En Venezuela no hay Educación distinta a la Pública. Desde siempre con sus altos y bajos la formación de las nuevas generaciones es un asunto de Estado, cosa de bien común, así se ha establecido progresivamente en la mayoría de las constituciones que hemos tenido.
Que se haya concretado plenamente como debería ser, es otra cosa, y sigue siendo un enorme desafío para el Estado Docente que decimos tener. Hay que señalarlo porque a finales de cada año escolar, cuando se abre el proceso de inscripción para el año siguiente, se plantea el asunto del quien y cuánto debe pagarse en la Educación, principalmente de gestión privada, más este año cuando se amplió la brecha entre los resultados de la gestión privada y la oficial durante la pandemia. La gestión privada probó mucha mayor eficiencia que la oficial, como nunca antes. Hasta podría decirse que la Escuela Pública Oficial estuvo casi cerrada mientras que la pública de iniciativa privada hizo el trabajo de modo penosamente decente, superando los embates de la hiperinflación, la creciente inseguridad y los incrementos absurdos de costos que supone el paquete de ajuste económico en pleno desarrollo. Este año ANDIEP en información que se reproduce abre los fuegos del tema, que con toda seguridad seguirá Fe y Alegría con sus padecimientos en la negociación con el Gobierno.
En cualquier caso lo señalado es un asunto capital a discutir para la Gestión y la Política Pública de inspiración constitucional, en caliente y en frio. Hoy cuando se discute el precio de las iniciativas privadas y mañana cuando tengamos que discutir en serio el financiamiento de la Educación, principalmente la de la Educación Superior (la Constitución es más laxa al respecto) cuando indefectiblemente asumamos que el modelo de financiamiento impuesto en 1958 ya no da más y es necesario ampliar su base de sustentación ante el agotamiento de la capacidad financiera del Estado Venezolano. Eso sí, discutir en paralelo la necesidad de mejorar las condiciones de vida de quienes trabajan en Educación, sumamente castigadas por efectos de la locura económica que hemos sufrido en este país.
Revista 904 Memoria Educativa Venezolana, paso a paso