La Comisión Europea superó su renuencia y dejó de lado sus preocupaciones, incluso las que estaban justificadas, para abrir la puerta a la membresía de Ucrania en la Unión Europea (UE). Es lo único correcto en la situación actual. El organismo está actuando políticamente, a la altura de su responsabilidad, y ya no se niega a dejar clara su posición. Está diciendo: “Queremos que Ucrania sea parte de nuestra comunidad”.
Por lo tanto, está enviando una señal clara al Kremlin de que rechaza los esfuerzos del presidente ruso Vladimir Putin de negar el derecho de Ucrania a existir como Estado y de querer que el país vecino sea parte de su gran imperio de fantasía. Si la UE no abre sus puertas a Ucrania, sería un triunfo para Putin, quien podría decir: ¡Mira, la UE no te quiere, por eso nos perteneces!
En términos de geopolítica, particularmente con respecto al futuro de la UE y de un orden mundial que se basa en reglas, al menos en parte, la Comisión Europea no tenía otra opción. Esperemos que las quejas de ciertos Estados miembro no dañen la imagen de unidad. Austria y otros países todavía tienen algo de tiempo antes de la cumbre de la próxima semana para revisar sus prioridades y dejar de lado sus dudas fundamentales sobre la expansión de la UE. Los temores sobre los costos y otros efectos secundarios deben obviarse por el momento.
Apoyo de la UE
Los ucranianos necesitan toda la asistencia que puedan obtener. Esto incluye armas, dinero, ayuda humanitaria y apoyo político. Una invitación para unirse a la UE es una de las señales más importantes que Ucrania podría recibir. Durante el levantamiento de Maidan en el invierno de 2013-2014, los manifestantes se envolvieron en banderas azules de la UE para protestar contra el gobierno prorruso de la época. Para muchas de las personas que se han enfrentado valientemente a la campaña de destrucción de Putin de casi cuatro meses, la esperanza de que Ucrania algún día pueda ser incluida en la UE y Occidente es una fuente crucial de motivación, incluso si esto puede llevar algún tiempo.
La señal positiva de Bruselas también es crucial para la supervivencia del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, quien ha prometido mucho a los ucranianos y les ha pedido que derramen mucha sangre y lágrimas. A cambio, tiene que cumplir la promesa de una perspectiva genuina de un futuro. Cualquier otra cosa sería un desastre político.
Las señales de la Comisión Europea deberán tomarse en serio dentro de la propia UE. En los artículos de opinión internacionales que elogian la decisión de Bruselas, se ha mencionado poco las medidas necesarias para reformar la UE. Sin embargo, este es el meollo del tema y el proceso de reforma parece haberse pospuesto indefinidamente.
Los problemas de la UE
Tal como está constituida actualmente, la UE no está en condiciones de integrar a Ucrania. Muchas decisiones ya están bloqueadas y por lo tanto es imperativo que se elimine por fin el tedioso requisito previo de que haya unanimidad en cuestiones individuales. Esto es urgente. Justo ahora, se bloqueó la adopción de una directiva de la UE que impondría un impuesto mínimo a las empresas multinacionales. Una vez más, Hungría la bloqueó.
El primer ministro húngaro Viktor Orbán, un obstruccionista antidemocrático y amigo de Putin, no solo debería ser finalmente privado de sus derechos de voto y relegado al banco de reserva, sino que los líderes polacos también deberían pensar mucho sobre lo que quieren que su país haga.¿Quieren chantajear al Consejo de la Unión Europea? ¿O quieren apoyar a Ucrania y abogar por su eventual membresía en el bloque?
Llegó el momento de que uno de los grandes actores de la UE se haga cargo del proceso de reforma que tanto se ha retrasado. Pero el gobierno alemán es un fracaso en este sentido, por lo que queda por ver si el presidente francés Emmanuel Macron puede hacerlo solo. Si no es aplastado internamente, podría dedicar parte de su energía en los próximos años a reformar la UE. Después de todo, él sabe mejor que nadie que el bloque no puede permanecer como está si quiere acoger a Ucrania en unos pocos años.
