Luis Barragán: Hoy no fío y mañana tampoco

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Raro fenómeno, en Venezuela el dólar se devalúa frente a sí mismo. Y, cual moneda de curso legal, las grandes mayorías no tienen acceso a los bienes y servicios indispensables, mientras una extraordinaria minoría quema sus divisas en los locales que arquean nuestra aparente, como artificial, prosperidad.

En el país del crédito hipotecario y del pago a plazos del mobiliario y los electrodomésticos al despedir el siglo XX, ya hoy no encontramos a quien pedirle prestado. Para el que tiene un familiar fuera, no alcanza la remesa que tan sacrificadamente le envían, imposibilitada una cuota extraordinaria, olvidando pronto la infructuosa y desesperada venta de una licuadora o un televisor de vieja marca, porque – simplemente – nadie tiene para comprarlo de segunda o tercera mano por ridículo que sea el precio.

Conversábamos un amigo y el suscrito, en días pasados, sobre el “fíao” tan acostumbrado y estrictamente lógico de nuestras antiguas bodegas de barrios y urbanizaciones, ya que no todos tenían para pagar de contado y no todos los comerciantes podían prescindir del crédito. De modo que en el país de una baja y establece situación inflacionaria de varias décadas, hubo consumo y comercio sustentables que pocos ya imaginan.

Claro, sacar “fíao” no era fácil y, casi, como una entidad bancaria y el rigor de sus requisitos, el aspirante debía con el tiempo demostrar su condición de cliente regular y amistoso capaz de honrar sus iniciales y modestos compromisos de pago hasta avanzar hacia gastos mayores. A veces, podía conseguir el préstamo de cierta cantidad de dinero en el que la palabra, como siempre, era la única garantía, pues, el incumplimiento podía significar la suspensión de todo suministro y el consiguiente desprestigio local del comprador.

En el presente, está rota toda relación personal con los bodegueros que no existen y, de sobrevivir, es poco lo que les queda con la cercanía ensombrecedora de un gigantesco supermercado con precios y calidades que también arrasa con los mercados municipales y sus productos “no puyados”, porque pagan los debidos aranceles de importación, por ejemplo. Así, el fiado ha desparecido, a menos que se tenga como tal la morosidad tan frecuente del pago del condominio en el marco de una continua devaluación.

@LuisBarraganJ

 

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