Se verifica por parte del nuevo Presidente de Colombia Gustavo Petro la decisión de abrir los pasos comerciales por los puentes internacionales, decisión que los ciudadanos de ambos lados de la frontera esperamos y deseamos.
La frontera se vio envuelta en una crisis que se anidó en el cambio del modelo económico, monetario y fiscal que se implantó en Venezuela y derivó en un desbalance con la economía colombiana, es el proceso en Venezuela de ir de una economía abierta a una cerrada, frente a una economía abierta de Colombia, constituyendo entonces el primer problema a resolver.
Por otro lado es importante tener claro que el comercio siempre encontró paso autorizado desde Colombia a Venezuela por las trochas, lugar donde se no se hacen los controles requeridos a las mercancías, se trata ahora de trasladar toda la actividad de las trochas a las zonas aduaneras del Táchira y Norte de Santander, es con las agencias de aduanas, almacenadoras, depósitos y transporte de carga, donde se realiza la actividad de aduana toda vez que este sector privado son auxiliares del servicio aduanero.
Es indispensable que se retome la actividad de esta manera para que se pueda exigir y registrar certificados de calidad de los productos que emiten las industrias de Colombia cuando exportan y se verifique el control de calidad del producto de consumo humano autorizado por sanidad, el control del producto animal en la importación que al país llega.
Desmontar la trocha por los intereses binacionales que existen pondrá a prueba la voluntad política de los gobiernos.
Norte de Santander no vive de Colombia, vive del Táchira, y somos los primeros afectados cuando la exportación de Colombia desde otros departamentos donde se encuentran las industrias se salta tanto a Cúcuta como a San Antonio, Ureña y San Cristóbal, evadiendo así la cadena de comercialización en los dos lados, dejando una estela de crisis.
Esta es la razón por la cual Cúcuta necesita del venezolano haciendo compras en su comercio local, y el ciudadano venezolano debe llegar a nuestra frontera desde el interior del país para que junto al Tachirense pase a realizar sus compras drenando así la crisis social que obliga a buscar precios bajos para su mercado.
En otros tiempos pasaban el puente en los dos sentidos entre 20 y 30 mil personas, que mueven un poco el ingreso local cuando el ciudadano da apoyo a los transeúntes.
En siete años son muchas las cosas que han cambiado en los dos lados, el paso vehicular que se aspira, no será fácil de lograrlo, el parque automotor en Cúcuta aumentó y reduce la posibilidad de recibir los vehículos venezolanos, donde además se requiere cumplir con las exigencias que se hacen a los vehículos de contar con seguro y verificación mecánica.
El paso de vehículos desde Colombia a Venezuela reactivará el comercio y turismo, el sector restaurantes, el peso como lo es ahora continuaría siendo la moneda de circulación, solo que el colombiano buscaría en Venezuela el dólar.
La apertura invita a innovar los negocios, en Venezuela no existe sistema bancario, por tanto no hay la posibilidad de un comercio internacional basado en cartas de crédito internacional de transferencias, el actual comercio en las trochas, es una impresionante operación al contado.
Lo primero en la nueva relación será la reapertura de consulados y sedes diplomáticas, son tres millones de colombianos en nuestra patria que requieren de servicios consulares, y venezolanos en Colombia dos millones.
El mayor escollo a superar y que revelará si existe o no vocación de rectificación en el gobierno revolucionario, es el hecho de que la integración a la que aspira Colombia es una donde los ciudadanos sean los protagonistas ya que tienen libertad económica, derecho que los venezolanos tienen conculcados.
Dios Nos Bendice
Dirigente político regional