Establecer parámetros para reactivar y dinamizar la economía, no es fácil al nivel que sea: Nacional, regional o local. La diferencia es que las políticas nacionales se perciben más a mediano y largo plazo, las locales casi inmediatamente.
En el caso concreto de San Cristóbal, además de tener que circunscribirse a unas directrices nacionales, debe adecuarse a la realidad local contemplando para ello las ordenanzas municipales que son las que direccionan el desarrollo de todos los sectores en la ciudad. “Su aplicación busca la organización de las principales actividades en el municipio. Generan orden y control, teniendo carácter de leyes locales obligatorias para todos”.
Difícil tarea la de la alcaldía, cuando debe hacer convivir, en el caso concreto de Barrio Obrero, sector de la ciudad fundamentalmente comercial, cohabitando con lo residencial, el que se cumplan las ordenanzas. Existe un comercio, en su mayoría de larga data que además ha sabido convivir con lo residencial porque lo complementa, que paga impuestos, y que por lo general genera abundante empleo. Se trata de empresas de servicios: zapaterías, restaurantes, barberías, oficinas, heladerías; venta de accesorios, repuestos y servicios de celulares y computadoras; supermercados, carnicerías, escuelas, clínicas, papelerías, entre otros, en torno y/o equidistante a una hermosa plaza central.
Barrio Obrero, ha logrado permanecer en el tiempo como un espacio en el que se desarrollan diversas actividades, convirtiéndolo en un sector integrado. El ideal de lo que se quiere para todos los sectores de la ciudad. El ideal de un proyecto urbano planificado. El ejemplo del punto y círculo. Se autoabastece porque están todos los servicios presentes. Durante la pandemia sus habitantes se reinventaron y sobrevivieron. Mientras otros sectores decayeron y fueron abandonados, aquí se le debe reconocer la perseverancia a la comunidad, así como al comercio y empresas de servicios de la mano con instituciones como Corpoandes, avocadas a su mantenimiento. Esto significó que fueran migrando hacia este sector, por sus condiciones atractivas –reforzadas en la postpandemia- una abundante economía informal, traducida en personas que no tienen precisamente sentido de pertenencia, hacia estos espacios, pero sobretodo ha habido una proliferación en torno a la plaza siendo que esto no está permitido y está normado en la ordenanza.
Adicionalmente, como Barrio Obrero –tradicionalmente- ha gozado de calles anchas, y usos intercalados de comercio y vivienda, había suficiente espacio para estacionar carros para aquellas personas que visitaban el sector y usaban sus servicios. La instalación de mini buses, carretillas, todos de diversos tipos (de frutas, helados, tortas…) en las calles, hace muy difícil el estacionar en el sector.
¿Cómo se corresponde el compromiso del comercio instalado hasta ahora, defendiendo, protegiendo, pagando impuestos, al ser abusados por un comercio informal, que solo busca la rentabilidad inmediata de unos espacios mantenidos en el tiempo…por vecinos e instituciones? No puedo decir si estas personas tienen permisos de la alcaldía, y de sanidad, ni en qué condiciones fueron dados…pero debemos ser creativos. No, no es fácil ordenar, ni respetar. Hay que incluir pero con normas. Sería interesante generar propuestas: A. Designación de áreas para su ubicación. B. Desarrollo de estacionamientos verticales equidistantes, que si bien, significan costos de inversión puedan generar ingresos a la alcaldía. C. Respetar los alrededores de la plaza, entre otros muchos que puedan ir surgiendo.