El asesinato de Carlos Lanz por órdenes de su esposa es indicador de un país destruido material y moralmente
Nos referiremos solamente a dos eventos ocurridos en la última semana, a fin de ilustrar lo que ya representa –en mi criterio– una etapa terminal de degradación de la sociedad venezolana en manos de una pandilla que exhibe una combinación letal de pudrición ideológica, crueldad, ineficiencia, corrupción y cursilería.
El primer evento es el desfile militar del 5 de Julio, en Caracas, el cual representa un insulto a la sociedad venezolana, un culto al militarismo primitivo y a la fuerza bruta, presidido por un muñeco inflable, de Disneyland de pueblo, representando a quien dice ser presidente. Muchos dirían que tal muñeco era más aceptable que el original.
Este grotesco evento representó un triple insulto al país:
Uno, el de Maduro, al promover la aparición del muñeco en su lugar, lo cual constituye una actitud de total desprecio por el pueblo que dice respetar.
Dos, el impartido a la sociedad venezolana por una fuerza armada prostituida, indigna comparsa del acto circense.
Tres, el de un pueblo aparentemente incapaz de reaccionar dignamente, un insulto a sí mismo.
El segundo evento ha sido el desenlace de la desaparición –hace casi dos años– de Carlos Lanz, el secuestrador de William Niehous e ideólogo del chavismo. Esta desaparición había sido atribuida por los chavistas a un ajuste de cuentas del régimen madurista contra los chavistas “originarios”, o a una venganza estadounidense por el secuestro de Niehous o a una acción de un comando israelí contra Lanz, entre varias otras versiones.
La verdad parece ser, aunque quien la anuncie sea el mitómano Tarek William Saab, que la autora de la desaparición y asesinato de Carlos Lanz fue la esposa, un acto llevado a cabo por un equipo de sicarios que parece salido de las páginas de una novela de horror de Stephen King. Lanz fue ejecutado y su cadáver desmembrado y arrojado a una piara de cochinos para que no quedase rastro del desaparecido.
El asesinato fue coordinado por uno de los dos “amantes” de la esposa de Lanz. Este horroroso hecho no sería sino una noticia más de las páginas rojas de la “revolución”, si no fuese porque la autora del asesinato es o era nada menos que la directora o presidente del Centro de Capacitación Socialista en el estado Aragua, quien había armado una red de hasta 19 contratistas con los cuales amasó una fortuna, ver https://www.lapatilla.com/2022/07/06/mayi-cumare-inces/.
Esta “capacitadora socialista”, mentora de las nuevas generaciones chavistas, ladrona y asesina, simboliza el grado de podredumbre al cual ha llegado la sociedad venezolana bajo el yugo del régimen chavista. En el seno de esa sociedad ya se ha perdido totalmente sentido alguno del decoro. Sus lideres son muñecos y payasos, ladrones y asesinos. En la literatura del horror el payaso asesino es la figura más aterradora jamás concebida.
¿Frente a este espectáculo de un país destruido material y moralmente, qué alternativas tiene un venezolano decente?
*Pegarse candela, estilo bonzo, en protesta ciudadana contra esta tragedia colectiva venezolana. Esto sería casi seguramente motivo de burla por parte de una sociedad indiferente.
*Entrar clandestinamente a Venezuela bien armado, si está afuera, y juntarse con quienes están adentro –civiles y militares– para dirigirse a la montaña más cercana y alzarse contra el régimen, lo cual requeriría la cooperación de algún gobierno de país democrático en la región.
*Promover el diálogo y la negociación con el régimen, e irse preparando, de manera sumisa, como ya lo hacen grupos de las llamadas “fuerzas vivas” y líderes políticos “pragmáticos”, para una elección en 2024, la cual les dará a esas fuerzas “vivas” algunos mendrugos de poder, mientras las mayorías siguen recibiendo un pernil de baja calidad en Navidad.
*Emigrar y olvidarse definitivamente de un país que no parece tener posibilidad de redención. Esto es lo que Simón Bolívar llegó a aconsejarles a los venezolanos hace unos 200 años.
*Mantenerse tranquilos en su casa, esperando alguna invasión de extraterrestres o un acto divino.
Me parece que la única alternativa que puede mantener en alto la dignidad de la sociedad venezolana es alzarse masivamente, arriesgando el todo por el todo, contra este régimen podrido y humillante. A mi edad no puedo estar en la primera fila de esta alternativa, pero sí seguiría con entusiasmo a quien la lidere. No pienso regresar a tierra venezolana mientras los payasos asesinos estén en poder con la rodilla. Si no lo logro, no seré el primer venezolano que muere fuera de su país, aventado por la barbarie.