Julio Escalona: Carlos Lanz, precursor, héroe, mártir

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Es un compromiso escribir sobre Carlos Lanz, asesinado de manera cobarde e indigna, por sicarios de baja ralea con el patrocinio de una mujer, cuya bajeza no tiene límites, una mente y un alma degeneradas y plenas de cobardía. Pasan a la historia por este crimen que los estigmatiza y los retrata para esa historia oscura que da cuenta de crímenes horrendos, plenos de infamia y de traición. Hay crímenes a los que se les puede encontrar alguna razón distinta a la indignidad y la ignominia. Este no. Es cobarde, horrendo. De alguna manera confirma a Carlos como una figura histórica, valiente, patriota y leal a sus convicciones, a sí mismo y a todas y todos los que lo respetamos y veneramos su firmeza, valentía y honradez frente al pueblo y frente a los compromisos que fue adquiriendo.

Carlos queda convertido en un líder histórico, que será recordado siempre por los que compartieron sus creencias y los que lo adversaron. El relato sobre cómo enfrentó la muerte, negándose a arrodillarse, manteniéndose de pie para vergüenza de sus asesinos y honra de los que lo respetamos y admiramos.

Carlos fue un hombre de los barrios, de compromiso con los humildes y pudo cantar con tranquilidad de conciencia esa letra que dice “con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”… y pudo despedirse de este mundo con la tranquilidad de conciencia de quien ha cumplido con la palabra empeñada, al día con los juramentos pronunciados, que no fueron palabras al viento sino ante los corazones y las conciencias de todos los que luchamos y luchan por el socialismo, la patria y la liberación de los pueblos oprimidos.

Hasta donde supe, tú no fuiste creyente en Dios ni en religiones. Ahora estás del otro lado, en el mundo de los espíritus. La bondad que siempre vivió en tu corazón, es posible que te permita comunicarte con espíritus elevados. Oro para que así sea y puedas relacionarte con espíritus superiores que puedan hablarte sobre las verdades del mundo espiritual.

Aprovecho para decirle a los no creyentes, que estas, mis palabras no le harán daño alguno al alma de Carlos. Son expresiones de buena voluntad, de amor fraternal. Simplemente estarán por ahí como expresión de afecto, de camaradería, de un abrazo pleno de entrañable fidelidad.

 

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