Lorena Evelyn Arráiz: Dios es aurinegro I

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La frontera que era la más viva de Latinoamérica ahora es de unos cuantos vivos. Las expectativas sobre la reapertura de frontera entre Venezuela y Colombia dan materia para todo. Hay muchas preguntas y la más iterativa es ¿permitirán el paso peatonal?

Habría que considerar qué opinan las autoridades del Norte de Santander al respeto por cuanto el trafico automotor en Cúcuta es pesado y tiene la modalidad de “pico y placa” para tratar de controlar la situación. Según recuerdo, antes de cerrar la frontera, los venezolanos debíamos comprar un seguro – el Soat- ante tantos accidentes de tránsito de vehículos venezolanos que no tenían como responder a los daños ocasionados a los carros locales.

Y de abrir el paso, si hubiese alguna infracción ¿a cuál dirección llegarían las foto-multas que aplican allá? En ese caso, muchos se harían los tariolas*.

Si de caminos fronterizos se trata, han pasado siete años desde que nos cerraron la frontera y en siete años no hubo un arreglo sustancial de la carretera. Ninguna de las dos vías tuvo trabajos que corrigieran problemas estructurales y solo se repararon “por encimita” pero las lluvias y el aumento de gandolas pesadas- cargadas que transitan por esas vías reactivan el problema.

Ni siquiera le metieron mano al puente Internacional Simón Bolívar cuyas ruedas de maletas dejamos muchas veces en el sitio trayendo comida colombiana bajo el inclemente calor y el pésimo asfaltado. Ninguno de los dos países hizo algo.

Las gandolas que traen los alimentos colombianos que ingresan por las trochas, han hecho mella en las calles de San Antonio. Cuando ya una vía está casi destruida, los camiones se estacionan en otro lado y así van, dejando la estela que conlleva traer los productos del D1 al Táchira y también a otras partes del país.

Un venezolano en Cúcuta me dijo que solo duerme en San Antonio porque allí hay “mas seguridad y le sale más barato”. La seguridad, según él, es la que da el grupo irregular que allí manda.

A propósito de esta vida “mancomunada” que tenemos con Colombia. ¿Han advertido que los alimentos colombianos que se compran aquí, en San Cristóbal, cuestan hasta dos dólares más que en Cúcuta? Otro aspecto para acotar es que los hoteles cucuteños aumentaron sus precios y la comida en las ferias y restaurantes, también. Y se verán cosas peores, dicen en Twitter.

Cambio de frente. Fui a Rubio atendiendo una invitación que me hizo el Concejo Municipal de Junín para ser oradora de orden por el día del Periodista y la Radiodifusión. Allí, Danny Carrillo, presidente del Concejo y Jackson Carrillo, alcalde del municipio, además de darme respectivos reconocimientos, fueron excelentes anfitriones. La sede del Concejo está linda. Le han metido mano y cariño y debo destacar algo: no podía creer que en un acto donde las autoridades son de la oposición haya habido representantes del poder nacional chavista. Lo escribo así para que comprendan lo que quiero decirles.

Salvo eventos religiosos o ferias que ameritan reuniones previas y casi siempre privadas, pocas veces se ven autoridades civiles y militares de las dos toldas políticas predominantes, reunidas. Sí, me sorprendí de algo que debería ser normal, pero en esta Venezuela polarizada hasta esos extremos han llegado.

Viene el día del Santo Cristo de La Grita y veremos a muchos políticos abrazándose al momento de la paz, otros con fotos en el Santuario y seguramente rezando el padre nuestro arrodillados. Por favor, hagan como si todos los días fuese el 06 de agosto y sean correctos, justos y cumplan los mandamientos que de niños les enseñaron. No debería ser tan difícil.

*Tariolas: Bobo, tonto, pendejo.

Licenciada en comunicación Social y Educación – Docente de la Universidad de Los Andes – Periodista en TRT y Grupo Radial González Lovera. Gocha por elección.

 

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