Hace unos días, mientras investigaba los posibles escenarios que pudieron haber influido en los razonamientos como criterios de Nicolás Maquiavelo, tuve la suerte de conseguir una excelente biografía de Nicolás Maquiavelo. Su autor es Valeriu Marcu y el título del libro “Maquiavelo. La Escuela del Poder“. Quien abrió los caminos, a la modernidad en su concepción política y a la reestructuración social. Y quien utilizó por primera vez, la expresión de Estado.
Cesar Borgia, cuya personalidad impresionó a Nicolás Maquiavelo, era del criterio y decía:
Cristo murió en la cruz por los hombres. Una gota de su sangre hubiese bastado, pero derramó un río. A ese sacrificio de Cristo se agregan la pureza inmaculada de la Virgen, los sufrimientos de los mártires, los hechos de los apóstoles, de los santos y de los justos, todas las obras buenas. Para eso la humanidad tiene en el cielo un tesoro de devoción, y gracias a la misericordia también los pecadores pueden tener participación en esos beneficios, pues el Papa tiene en su poder las llaves de esta fuente de liberación. De este tesoro, de esta idea inatacable para la Iglesia, maravillosamente conciliadora para la humanidad, que abarca la realidad humana y de todas las épocas y de todos los tiempos, surgió, en tiempos de Alejandro VI, principalmente, un verdadero negocio, llamado la venta de indulgencias.
La Iglesia, con su organización administrativa central, había sido ya mucho antes de Alejandro, y en unión principalmente con los banqueros florentinos, la fuerza estimuladora de las nuevas potencias del mundo. La cámara apostólica obraba como exploradora de la cambiante economía, y justamente este contacto con el dinero es lo que dio a la organización vaticana un impulso atrevido, aunque disciplinado y calculado.
Alejandro VI amaba el dinero, pero su pasión del oro fue superada por la pasión y el amor hacia sus hijos. Los amaba con la ternura de una madre y con la firmeza, dispuesta a todo, de una persona de pocos escrúpulos. Todos los sentimientos que generalmente se repelen y contradicen unos con otros conviven pacíficamente en su alma, y así vemos que siempre estaba dispuesto a perdonar, aunque su odio no conociera límites.
Su vida impulsiva era anárquica y al parecer sin objeto político, porque su interés se mostraba tan personal como si todo el mundo fuese su pañuelo. Pero, sin embargo, siempre obraba convenientemente en pro del interés y poder político del Papado.
Los enemigos más próximos de Alejandro Borgia, los Orsini, a los que combatió en alianza con los Colonna. Después que los Orsini fueron vencidos había que exterminar a los aliados, los Colonna. En eso consistió la habilidad política de los Borgia, después de la victoria común, había que deshacerse del aliado de la lucha, aún en el apogeo de la amistad. Este método no es una invención de Alejandro, que actúa gracias a sus capacidades como un virtuoso de la traición, pues grande es el arte de su fingimiento para este fin. Cuando la suerte le es adversa se torna persuasivo y patético. <Amigo le dice al embajador veneciano Giustinian, dígame todo con sinceridad y abiertamente; en esta habitación se encuentran solamente Dios, usted y yo> pero Alejandro también se deja dominar por la ira, y entonces injuria en el idioma de sus padres, ¡en español!
Todo lo que en Alejandro es carácter vehemente, desenfrenado y exagerado, con su hijo César, y capitán general de la Santa Iglesia, está reprimido y regulado. César se halla libre de vicios y del afán de placeres, y aunque se divierta de vez en cuando, siempre se muestra muy por encima de todo placer ordinario. Porque César en todo obra con cálculo, y ninguna debilidad humana moderada constituye su fin. Para César la única meta poderosa, concreta y clara, es el poder, al que quiere poseer como posee su caballo. En el alma de este joven de veinticinco años, de este hijo de la suerte, como le llamaban los italianos, reina un orden completo. La sagacidad, la hipocresía, el terror, la generosidad, todo lo tiene sujeto firmemente en su mano.
Si Alejandro es algo traidor, su hijo es el mago de la traición. Éste ha descubierto la música de la traición que atrae a todos, cual sirena, hacia el logro de su fin. El capitán general de la Iglesia no ejerce la diplomacia en el Vaticano con los embajadores, como su padre, sino en el campo de batalla donde traiciona a sus aliados antes, durante y después de los combates; porque ninguna víctima está suficientemente madura para él si antes no fue su aliado.” Ha transformado la guerra, escribe un cronista en una serie de traiciones”.
Confirma esta afirmación lo sucedido a su aliado el duque Guidobaldo de Urbino, cuyos estados son los mejor situados y más fuertes de la Romania, Confirma esta afirmación lo acecido a su aliado el duque Guidobaldo de Urbino, cuyos estados son los mejor situados y más fuertes de la Romania, por lo que podrían convertirse en el centro de oposición a Roma. César Borgia se muestra amicísimo de Urbino: se regalan mutuamente brocados, caballos y alhajas, y se llaman en público y en privado “los mejores hermanos de Italia”. Cuando la amistad parece inquebrantable, César solicita a Urbino le preste su artillería, pues tiene que atacar Camerino. Una noche, mientras Urbino se encuentra cenando en el jardín de su castillo, llega un mensajero con el anuncio de que la caballería de César está atravesando hostilmente la comarca. El siguiente aviso es ya más concreto y terminante, César ha cambiado la dirección de su ejército en marchas forzadas durante la noche, con una rapidez inverosímil, y los cañones que recibiera prestados del duque de Urbino apuntan ahora a la ciudad de éste. El duque sólo tuvo tiempo para huir disfrazado del país. Y únicamente después de haber tomado Urbino es cuando César se dirige con los cañones prestados contra Camerino, lo ocupa, y entonces invita al soberano de la ciudad a negociar con él; una vez firmado un tratado generoso se despide de él, y seguidamente César lo mandó estrangular juntamente con sus hijos.
Otra de las situaciones a las que estuvo sometido Maquiavelo, fue el hecho ocurrido en la Faenza, estado que durante varios meses se ha opuesto a las tropas del Papa, ahora capitula. César se compromete a conceder una retirada libre, y de este modo el príncipe de Faenza, Astore Manfredi, cuyos antepasados fueron los soberanos de la ciudad durante 200 años, puede emigrar al exterior. Pero César se muestra tan lleno de sentimientos humanitarios hacia la ciudad vencida, que Manfredi se siente obligado a agradecer este rasgo del capitán general del Papado. Pomposamente recibe al vencido, y como señal de su amistad libera a los prisioneros sin dinero por el rescate, provee de alimentos a la ciudad hambrienta y prohíbe a los soldados que entren en la misma. Manfredi, joven melancólico de diecisiete años de edad, mira a su vencedor como el señor de la bondad y solicita permiso para permanecer en el séquito de César. De este modo se sella una alianza amistosa. César invita a Manfredi y a su hermano a ser sus huéspedes en Roma, donde son conducidos al Palacio Vaticano. Unos días más tarde aparecen sus cadáveres en la orilla del río Tíber.
Para cesar estas prácticas, trajeron consecuencias nefastas, pues al correr de los tiempos campesinos, feudales y a todos los ciudadanos de los países que invadió y destruyó se unieron a los Médicis y todos aquellos a quienes los Borgia en algún tiempo hiciera algún año. También se le unen el desterrado Pedro Médicis y algunos Orsini. Ahora ya todas las provincias levantadas se declaran a favor de los Médicis, aunque las aldeas de campesinos lo hagan solamente para salvar sus cosechas de las bandas de asesinos de Vitelli y sus amigos. Fue entonces que los Borgia perdieron la guerra con los Médicis y con ello cayó en desgracia Nicolás Maquiavelo. Hechos que le sirvieron para formular los fundamentos de su obra: El Príncipe que ha tenido más de quinientos cuatro años de vigencia de la humanidad.