Estamos conmemorando un nuevo aniversario del asesinato de Jorge Rodríguez padre, ocurrido el 25 de julio de 1976. Carlos Andrés Pérez, presidente de la república; Octavio Lepage, ministro del interior y los jefes de la Disip, son los principales responsables de ese asesinato, que criminales recurrentes trataron de ocultar, de encubrir. Pero en cada ocasión lo estaremos recordando. No es venganza, es un deber de patria.
Por otra parte, son miles los dolientes que Jorge tuvo y tiene. Ellos también lo tendrán presente. El calificativo de asesinos no los abandonará. No es por venganza sino por una responsabilidad con las generaciones que vivieron estos tiempos y las que nos siguen. Sobre todo porque ya que no pagaron prisión por los crímenes que cometieron, que el tiempo no borre la memoria y la acusación de criminales que debe acompañarlos por siempre.
Además, Jorge Rodríguez no fue el único crimen que ustedes cometieron, cuando asesinaron a Jorge, cometieron otros crímenes horrendos: quizás el más significativo fue que traicionaron al pueblo venezolano, a la patria y particularmente a todos los humildes, que fueron víctimas de la venta de la patria y sus riquezas, lo que generó miseria, pobreza y explotación de los humildes de Venezuela, que fueron víctimas de la pobreza, de la falta de atención para la salud, para las viviendas que no tuvieron, los niños que no pudieron nacer, los ancianos que quedaron abandonados, en fin, fueron muchos los sufrimientos que ustedes causaron, las lágrimas que se derramaron. Ya no los podemos enviar a la cárcel, pero la memoria de ustedes siempre estará castigada por la memoria por la que trabajaremos para que se mantenga viva y sean recordados como agentes del imperio yanqui.
No será por rencor. Será por una labor pedagógica orientada a que el olvido no provoque la repetición en el futuro de hechos similares. ¿Sigue habiendo corrupción hoy? Seguramente, pero es bueno que los corruptos de hoy sepan, que el pueblo, que los patriotas venezolanos, no nos quedaremos en silencio, que estaremos vigilantes para que el pasado no se repita, no se reproduzca. Esa historia de crímenes y corrupción será castigada y uno de los pasos importantes es no permitir que sea olvidada y podamos decir siempre, con orgullo, ¡Gloria al bravo pueblo! ¡Fuera los traidores!