Enrique Meléndez: Los educadores en la calle

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Una maestra de la comunidad de Carrizal de los Altos Mirandinos, que nos encontramos en la vía, caminando ambos; viene de la protesta de los docentes, que se llevó a cabo este 1 de agosto. Reconoce, que lo que devenga como educadora, tomando en cuenta que da clases en un centro educativo del Estado, es una miseria; pero que tiene que salir a defender ese salario. El problema es que en esta materia, el gobierno a esta gente la trata con un cierto vacilón. Dice que este mes, cuando se esperaba lo que los docentes reciben como pago del bono vacacional, de acuerdo al tabulador, lo que les depositaron fueron 200 bolívares, y que no se sabe por qué conceptos. El hecho es que esta gente ha ido a la calle; como se pudo comprobar a través de los videos, que llegan por las redes sociales, y va a seguir con la protesta, como se lo hicieron ver a los padres del alumnado; porque hay un desconocimiento de la contratación colectiva en una forma arbitraria; desde que se instituyó esta figura en los convenios laborales, y donde hay una serie de derechos, que se fueron incorporando como beneficios del trabajador, y allí entraba, además de un salario, que se ajustaba al costo de la canasta básica, hasta ropa, en lo que se refiere a uniformes del personal obrero, administrativo y hasta docente.

Por supuesto, Nicolás Maduro está reventado, como decimos en criollo, y no ha tenido más que pactar con el “demonio del capitalismo salvaje”, en el entendido, de que ha tenido que cerrar el grifo en materia de aumentos salariales, si es que quiere mantener controlada la hiperinflación; pero entonces apela a truculencias, como ese incremento, que decretó meses atrás, y que elevó a 30 dólares el sueldo mínimo; habiendo perdido a esta altura más de 6 dólares. Hay que ponerse en los zapatos de un docente, que está criando un par de muchachos con un ingreso de esta naturaleza. Se está pasando hambre. Obsérvese que el servicio de comedores escolares en esta Venezuela bolivariana no existe, y ese fue un aspecto, en el que pusieron el acento los gobiernos de la República civil: el de dotar de este tipo de servicios a los centros educativos, y en donde entraba también lo relativo al deporte; además de impartirse una educación de mucha altura; prueba de ello fue la existencia para la década de 1970, de una clase profesional, que dio la talla desde el punto de vista técnico y gerencial al momento, en que se asumen las industrias petrolera y del hierro; además del establecimiento de las empresas básicas de Guayana.

Por supuesto, hay que admitir que el salario del trabajador de la educación primaria, sobre todo, se fue deteriorando; como gran parte del salario del trabajador de la administración pública, pero en esto influiría, no sólo el congelamiento año tras años de la revisión de las contrataciones colectivas, sino también el hecho de la aplicación de políticas económicas erradas de los diferentes gobiernos, que se sucedieron, y que desataron procesos inflacionarios, de modo que el ingreso del venezolano, en su conjunto, fue perdiendo mucha capacidad adquisitiva; aun cuando había una corriente en nuestra opinión pública, que consideraba que si alguna profesión requería ser bien remunerada, debía ser la del maestro; de modo que llamara la atención de los más inteligentes, para su escogencia; partiendo de que lo prioritario de un país es su educación. Incluso, algo parecido expresó Angela Merkel antes de despedirse del gobierno en Alemania. De modo que las generaciones por venir se fueran formando por los más capacitados.

Pero esto pensando en un país con un proyecto de cultura del progreso. No se pase por alto que Hugo Chávez no fue sino un aventurero con suerte y fortuna. El proyecto político de Betancourt triunfa, porque constituye una tesis política; basada en esa cultura, que fue lo que supo leer Betancourt de los tiempos modernos, y así lo interpretó la inteligencia de este país, que se plegó a dicho proyecto; desde Rómulo Gallegos, pasando por Andrés Eloy Blanco, Juan Pablo Pérez Alfonso y, a lo que íbamos, Luis Beltrán Prieto Figueroa, que sustenta toda una teoría sobre la educación. Aquí había profundidad, en lo que había qué hacer, y en esto entraba hasta el propio padre de Hugo Chávez, que fue un educador con una gran iniciativa; favorecido, por lo demás, por los gobiernos socialcristianos, a propósito de su militancia en Copei. ¿Qué parangón tiene un Prieto Figueroa en las filas del chavismo? Aquí cabría citar al fallecido Carlos Lanz, cuyas revelaciones sobre su crimen en este momento tienen crispada a la opinión pública, con motivo de las ideas, que él abrigaba en torno al tema; con mucho de ideología comunista, por lo demás, y las que dejó plasmadas en libros y conferencias; cuando, al final, tampoco le hicieron caso; porque, se repite, cuando se llega al poder sin una tesis política racional, al gobernante lo tiene sin cuidado el progreso de su sociedad.

La prueba está, además, en el hecho de que Nicolás Maduro rompe  nuestra tradición sindical (siendo “el presidente obrero”); cuando se mete por el atajo, y así fabrica un sindicato de la educación a su medida, y con el cual, precisamente, lleva a cabo las revisiones de las contrataciones colectivas, y cuya dirigencia termina negociando con él estos arreglos a las espaldas de los educadores; a los fines de darle apariencia de consenso a dichos procesos de revisión; como ha sucedido también en el caso de los trabajadores de la salud y así sucesivamente con cada uno de los sectores, que conforman nuestras células sociales; hasta configurar lo que se conoce como “el paquetazo” contra la masa laboral venezolana; que más que de corte neoliberal, yo hablaría más bien en este caso de un auténtico capitalismo salvaje; pues el neoliberalismo siempre enmarcó sus planes de ajuste económico, acompañados por programas sociales, cuando aquí desaparecieron por completo. Todo para mantener un dólar represado, que se traga nuestras reservas, y que no logra abatir la inflación.

 

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