Al calor de la lucha gremial sube la temperatura política del país. Son los docentes, los trabajadores de la salud, los jubilados, pensionados y funcionarios de dependencias públicas quienes por millares se han lanzado en varias jornadas a recorrer las calles en demanda de sus reivindicaciones.
El descontento se va extendiendo a medida que esos servidores públicos, que ya habían visto cómo la revolución llevó a cero su capacidad adquisitiva, presencian ahora en esta Venezuela que «se arregló», cómo les escamotean otros beneficios que ellos necesitan, aunque sean devaluados.
Hablar de «bono vacacional» y «bono de recreación» es una ficción porque esos montos irrisorios mal pueden servir para disfrutar ningún tipo de esparcimiento. Se necesitan realmente para comer, para comprar uno que otro medicamento, para movilizarse. Todo está fraccionado y por tanto salarizado.
Los docentes llevan la batuta. El pasado jueves tomaron por quinta vez el centro de Caracas para marchar hasta las sedes del Ministerio de Educación y el Ministerio de Educación Universitaria, este último dirigido por la inefable señora Tibisay Lucena, a quien si antes se le señalaba por el escamoteo de votos ahora se le cuestiona por tener responsabilidad, por no decir complicidad, en la desaparición de los beneficios
Además de tomar las calles de la capital de la República, el reclamo de los trabajadores, jubilados y pensionados se hizo patente en otras treinta localidades: en estados centrales como Aragua, Miranda y Aragua; en Los Andes protestaron los docentes de Táchira y Mérida; en oriente los de Monagas, Sucre y Nueva Esparta; en los llanos fueron los de Apure, Barinas y Portuguesa. Prácticamente de extremo a extremo del país.
El blanco de las protestas es la detestada Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre), responsable de los tabuladores salariales para docentes, personal de salud y empleados del sector público, y que ahora ha elaborado un instructivo que los trabajadores consideran un verdadero robo.
@goyosalazar