Cesáreo Espinal Vásquez: El don de gente

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Comete horrendo crimen quien cercena el justo derecho a la paz.  Cardenal Urosa Savino.

La persona, el sacerdote, el Obispo y Cardenal Urosa, con quien la providencia me dio el honor de tener su amistad, fue en su condición humana y espiritual un ser humano con “don de gente”.

El significado o etimología de la frase “don de gente”, sin entrar al análisis enciclopédico para definir el “don”, viene del latín “dominus”, que significa “señor”. Su utilización en España, fundamentalmente, es usado antes que el nombre de la persona dando connotación de respeto, cortesía y distinción, así conocemos a “Don Quijote de la Mancha”, sin  ser considerado título honorífico ni monárquico, pero es nuestro país, es una expresión afable, para abrazar a Doña Petra, que hace las arepas o Don Juan que barre la calle y en donde caben todas las clases sociales, porque su denominador común, es manifestar cariño, agradecimiento o respeto a una persona decente, de edad con don de gente. Así lo ratificó en la última homilía de nuestro querido Cardenal a recibir los santos oleos en su lecho de enfermo. Indudablemente, sus palabras son pocas para que su alma pudiera abrazar a sus hermanos de la curia y de todo el país.

De esta simplista definición conceptual, examinemos la condición del ser humano, para vivir con don de gente. Entendemos como “gente”, a la persona independientemente de sus condición social, raza o credo. Gente, es el pobre y el rico. No existen diferencias. La tan trajinada palabra “pueblo”, es ya obsoleta, porque la denominación de “pueblo”, ha sido palabra vapuleada por la política, “mi gobierno es del pueblo”, “mi pueblo son los marginados”, cuando en justa propiedad, toda persona, ciudadano de cualquier país, sin exclusiones, somos “gente”, para la mayor suma de felicidad en un sociedad justa y de paz.

Sean personas nacidas en cuna de oro o en choza con cuna de catre, la diferencia entre humanos, no deberá ser la clase social, de pobres o ricos, de amos y esclavos, por raza o credo, sino distinguirse mediante el don de gente, sinónimo de grandes cualidades, ser afables, de buena voluntades, solidarias, humanitarias, de respeto, de dignidad, de educación, honestas, de buen trato y especialmente, amante de la paz y de la sana convivencia social, como es el  legado del Cardenal Urosa Savino; don de gente sin abusar del poder político y económico, sin alardear de riquezas, ni fraguar y cometer delitos y corrupción, sin tiranía ni despotismo, sin violar derechos humanos fundamentales, sin odios.

La gran revolución de este siglo, es lograr que todos los seres humanos seamos  iguales mediante el don de gente que tuvo y tendrá siempre nuestro excelso Cardenal, en sus proclamas de justo derecho, la paz, como el ideal social.

 

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