La mañana del 12 de febrero de 1963, cuando el gobierno celebraba el Día de la Juventud, un comando de guerrilleros de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), todos integrado por militantes del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionado (MIR), tomaron por asalto el buque mercante venezolano Azoátegui, que navegaba hacia México y Estados Unidos. Hasta ese momento no se sabía cuál era el objetivo del golpe. La acción tuvo notable resonancia internacional. Después se conoció que todo fue planificado para denunciar los atropellos del entonces gobierno de Rómulo Betancourt.
Wismar Medina Rojas, con 28 años, segundo oficial de cubierta, en complicidad con los líderes de las FALN, garantizó el éxito del asalto al carguero. Un día antes, con el barco atracado en el puerto de La Guaira, subió a bordo las armas de fuego en una maleta.
El comando estaba formado por ocho hombres al mando de José Rómulo Niño y del que también formaban parte Paúl del Río (alias Máximo Canales), de origen asturiano y autor del secuestro del futbolista Alfredo di Stéfano, el 24 de agosto de ese mismo año, en un hotel de Caracas. Otros serían: Federico Fernández Ackermann, Tomás Pereira, Carlos Hidalgo, Antonio López, Jesús María Hernández, Héctor Fleming Mendoza y Carlos Gil Palmas.
Operación Alberto Rudas Mezones
Los asaltantes abordaron y se mezclaron entre un grupo visitantes interesados en conocer el barco y, aprovechando el cambio de guardia, permanecieron ocultos en el camarote de Medina Rojas durante nueve horas, con la incertidumbre de que su acción pudiera haber sido delatada o se tratara de una trampa de la Guardia Nacional, pues a otro de los miembros le había sido negado el acceso por ser negro, refiere el periodista e historiador, Juan Carlos Díaz Lorenzo, editor de la revista Puente de Mando.
Esta operación fue bautizada con el nombre de “Alberto Rudas Mezones”, un compañero estudiante muerto en una manifestación contra la ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba.
Y cuando el barco aún navegaba cerca de las costas venezolanas, “sobrevino el abrupto cambio de mando en la propia sala, desde donde el timonel llevaba el rumbo según instrucciones del capitán de marina mercante Oscar Pereira.
El navío, propiedad de la Compañía Anónima Venezolana de Navegación (CAVN), que se desplazaba con destino a Houston y otros puertos en el Golfo de México, terminó en una de las bocas del río Amazonas en Brasil, apuntan los historiadores Schael y Capecchi, en De Babor a Estribor.
Tras el aviso de Medina Rojas, los guerrilleros asaltaron el puente de mando, tomaron el control de la estación de telegrafía y la sala de máquinas. La tripulación, que en ese momento estaba desayunando, no opuso resistencia. Los forajidos ordenaron torcer el rumbo al Este, pasando por Santa Lucía, en las Antillas orientales con rumbo a Brasil.
El arsenal de los secuestradores
El capitán Pereira, fue sometido y confinado a su camarote, mientras que los secuestradores, fuertemente armados, vigilaban en el puente de mando y en la sala de máquinas.
Según relato del propio guerrillero José Rómulo Niño, el arsenal empleado en la operación para el secuestro del mercante Anzoátegui consistió en una subametralladora UZI y otra Madzen; una carabina M2; una pistola 45; una 6.35 y una tercera marca Mauser.
El secuestro del buque “Anzoátegui” duró una semana. Durante algo más de 24 horas el barco quedó en absoluto silencio, navegando día y noche. Cuando los captores decidieron abrir la radio, solo transmitieron informaciones falsas para desinformar a los medios internacionales de la intención y el alcance de la acción.
Desde que se tuvo conocimiento del suceso, el gobierno de Rómulo Betancourt –contra quien iba dirigida la acción–, movilizó a la Armada venezolana sin éxito. Igualmente solicitó ayuda al gobierno norteamericano, quienes ya tenían a la U.S. Navy en operaciones de rastreo, pues preveían que el buque sería llevado a Cuba, pues «Radio Habana» había informado que el régimen de Fidel Castro les daría asilo político a los subversivos y el barco sería entregado a Naciones Unidas.
Sin combustible y asediados por EE. UU
Ya cuando entraban a aguas territoriales brasileras, después de cuatro días de secuestro, el Anzoátegui fue localizado por aviones de la USAF. Dispararon unos 15 misiles aire-tierra con la rigurosa misión de amedrentar. Los cohetes dieron todos en el agua, muy cerca del barco.
El comandante Canales, al verse descubierto y evitando una incursión de la marina norteamericana, ordenó entonces adentrarse a las bocas del río Amazonas. Ya el carguero ondeaba la enseña negra y roja de las FALN.
Asilo para los implicados
Navegando por unos de los grandes brazos del Amazonas, el cual ostenta siempre un intenso tráfico de buques, entró el Anzoátegui hasta Santa Ana de Macapán, a donde fueron llevados por el práctico asignado que, al abordar el barco, también lo hicieron -en una operación limpia y contundente-, funcionarios militares que desarmaron al grupo de secuestradores, con la garantía de darles protección y asilo político. Todos los implicados fueron trasladados al hospital militar de Nova Friburgo.
Schael y Capecchi aseguran, basándose en una entrevista publicada en la Revista Élite del 2 de marzo de 1968, que la falta de combustible, el temor de ser alcanzados por el Destructor Nueva Esparta y el asedio de los aviones de la Marina norteamericana que sobrevolaba intermitentemente el Anzoátegui, fueron los detonantes para la rendición del grupo subversivo, quienes esperaban mejor trato del presidente izquierdista Joao Goulart.
No obstante, a los guerrilleros el gobierno de Brasil les negó las visas para permanecer en su territorio y, con pasaportes falsos facilitados por dos militantes del MIR peruano, los secuestradores llegaron a París y de allí, volaron a Cuba, para retornar a Venezuela vía Nueva York, Miami, Panamá y Colombia. Estando en Cali, estos se evadieron para ingresar al país por la frontera colombo-venezolana, cuatro meses y medio después del secuestro del carguero Anzoátegui, en junio de 1963.
Federico Fernández Ackermann regresó clandestinamente a Venezuela, pero fue capturado y puesto tras las rejas entre 1963 y 1969, en la cárcel militar del Cuartel San Carlos y con breve estadía en la Cárcel Modelo. En cuanto a José Rómulo Niño, fue aprehendido por la Digepol y purgó condena en la Cárcel Modelo.
El Anzoátegui terminó sus días de navegación en 1987, cuando fue vendido para desguace por Venezolana de Buques C.A. (Venebuques), que lo adquirió en 1977 luego de ser reparado tras una colisión el 27 de enero de 1971, embestido con daños de consideración en aguas de Galveston, EE. UU por el buque de su misma bandera “Roraima”, propiedad de Naviera del Orinoco (Navioca).
El buque mercante Anzoátegui
Fuente:
Juan Carlos Díaz Lorenzo. Buques de la CAVN: “Anzoátegui” (1955-1977). Crónica de un secuestro. Revista Puente de Mando. 15 de agosto de 2019.
Alfredo Schael y Fabián Capecchi. Portaviones USS Intrepid recoge al astronauta Scott y persigue al secuestrado carguero CAVN Anzoátegui. De Babor a Estribor. T. II. USA 2015.