Monseñor Juan Antonio Cruz Serrano, observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de los Estados Americanos.
La OEA condenó a Nicaragua por su “acoso” contra la Iglesia católica, el “cierre forzoso” de las ONG y la “persecución” de la prensa, e insistió a fin de que el gobierno de Daniel Ortega libere a los presos políticos. Intervención del observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de los Estados Americanos, monseñor Juan Antonio Cruz Serrano.
La Organización de Estados Americanos, OEA, condenó el viernes 12 de agosto a Nicaragua por su “acoso” contra la Iglesia católica, el “cierre forzoso” de las ONG y la “persecución” de la prensa, e insistió a fin de que el gobierno de Daniel Ortega libere a los presos políticos.
27 votos a favor de los 34 miembros activos
La resolución sobre la situación en Nicaragua – presentada por Antigua y Barbuda – fue aprobada con 27 votos a favor de los 34 miembros activos, uno en contra (San Vicente y las Granadinas) y cuatro abstenciones (Bolivia, El Salvador, Honduras y México). Las delegaciones de Colombia y Nicaragua estuvieron ausentes.
En su intervención, el observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de los Estados Americanos, monseñor Juan Antonio Cruz Serrano, durante la sesión extraordinaria del Consejo permanente de la OEA celebrada en su sede de Washington, dirigiéndose a la presidenta, afirmó:
La Delegación de la Santa Sede toma nota de la convocación de esta Sesión extraordinaria del Consejo permanente sobre “la situación en Nicaragua”, en la que se ha aprobado la resolución “la situación en Nicaragua”.
En ella se hace referencia a personas e instituciones de la Iglesia católica, como también a otros actores políticos y sociales, que se ven afectados por lo que está sucediendo en aquel país.
La Santa Sede no puede dejar de manifestar su preocupación al respecto, mientras asegura su deseo de colaborar siempre con quienes apuestan por el diálogo, como instrumento indispensable de la democracia y garante de una civilización más humana y fraterna.
En tal sentido, la Santa Sede hace un llamado para que las partes puedan encontrar caminos de entendimiento, basados en el respeto y en la confianza recíproca, buscando ante todo el bien común y la paz.
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