Gustavo Tovar-Arroyo: La familia Requesens

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El secreto y el silencio

Escribo desde París ciudad que desde la primera vez que visité me sedujo no sólo por su majestuosidad y lucidez, su memoria histórica o deslumbrantes encantos arquitectónicos, sino especialmente por sus silencios y secretos. Caminarla, explorar sus infinitos recovecos y grietas urbanas, nos facilita entender a Baudelaire, Rimbaud, Voltaire, Montesquieu, Monet, Picasso, Gauguin, Eiffel, Zola, Hugo, Paz, Cortázar y tanta otra grandeza fascinada históricamente por su hechizo.

Fue aquí que me enteré de la criminal noticia -otra más- sobre la abominable sentencia que encarcelaba al diputado Juan Requesens a años de cárcel.

Pensé en su familia.

Repudio eterno a los tiranos

No he tenido la oportunidad de conversar con Juan Guillermo Requesens Gruber, padre del diputado, como quisiera, espero algún día poder hacerlo. Sé de él por la lúcida defensa pública que ha hecho debido a la arbitraria detención, salvaje tortura e ignominioso juicio que se le ha seguido a su hijo, el admirado diputado venezolano. Sé de él también por sus eruditas sentencias en la red social twitter: “Repudio eterno a tiranos y tiranía. Ahora y siempre que así sea.”

Sé de él por su maestría y espiritualidad, por su ejemplo y devoción a la enseñanza, por su ecuanimidad y dignidad.

Sé de él especialmente por sus hijos.

El temple y la profundidad

Rafaela y Juan son dos jóvenes cuya convicción, elocuencia y fortaleza moral son inusuales. Pocos en su generación muestran un temple ético y profundidad de criterio como la de ellos. Obvio, en el tenor de los años trágicos que ha padecido Venezuela con la peste chavista, no siempre he estado de acuerdo con sus criterios, pero cierto es que los he admirado y admiro por su inteligencia, integridad y entrega por un ideal. Son idealistas de los buenos, es decir, de los que luchan, de los que encarnan en vida sus valores y principios.

Venezuela es y será mejor por espíritus como los de ellos, su involucramiento con la política garantiza que un día ella -la política- se purificará, será mejor.

Y como la política, el país.

Paula Martínez, la madre

Es un tema de cuna, sí, de la cuna húmeda, cálida y afectiva que representa un vientre materno. Es ahí donde la figura de Paula Martínez, madre del diputado Requesens, adquiere una significancia entrañable. Sí, entrañable, porque desde las entrañas ambos jóvenes han recibido amor y sabiduría, disciplina y ética. No es casual entonces el brillo espiritual de Rafaela y Juan, su cuna, su hogar, su familia, son brillantes y representan la célula fundamental de una sociedad que aspira a liberarse y renovarse desde el espíritu.

Escuché en una ocasión decir a Paula Martínez que ella no es persona de andar hablando y entendí instantáneamente su grandeza. Ella no habla; madre cabal, ella edifica en silencio.

Junto a Juan Guillermo edificó una gran familia.

Yo no me rindo

Uno entiende la inclemencia de la tiranía respecto al diputado Juan Requesens y su familiares por contraste. Una familia de miserables y bandidos como lo representa la familia de Cilia y Nicolás, repleta de narcotraficantes, corruptos, bandoleros y asesinos, no puede tolerar ni tolera, familias decentes en Venezuela, mucho menos si ellas están vinculadas con la política. No es nuevo, es un mal histórico y nuestro país está padeciendo la más terrible de las pestes de inmoralidad y crimen que haya padecido jamás.

Por eso, también por contraste, yo no me rindo, permanezco junto a la familia Requesens porque representan la Venezuela que sé que somos pese al chavismo. Hay aliento, mucho aliento, es decir hay esperanza. Seguimos vivos, prevalecerá la virtud. ¡Triunfaremos!

Las calles de Paris, su estatuaria, me lo recuerda y dice…

 

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