Me ¨robo¨ por un instante el título de la famosa canción del salsero dominicano, José Alberto El Canario, para recordar el pegajoso coro: Que paren el reloj/ que suban esa música/ que bajen esa luz/ que quiero bailar contigo.
Me refiero a que el reloj de la política venezolana no se detiene, e inadvertidamente, los actores llamados a desarrollar una estrategia; un programa de gobernabilidad; una ruta creíble, e ilusionante para la ciudadanía, con la cual derrotar al gobierno mediocre que destruye la nación, siguen perdiendo el tiempo en adoptar la mejor ¨pose¨ para una foto que puede terminar desfigurada por el desprecio y el olvido.
Por su inconsistencia; incoherencia, y fatuidad, la política terminó por volvérseles esquiva e inalcanzable, para sus propósitos inmediatistas, llenos de clichés y lugares comunes. Perdieron el sentido; son arrítmicos, y sin compás. Viven sin ton ni son.
Por su parte, el gobierno cada día más cruel y sinuoso, sigue su marcha pensando en cómo destruir a sus oponentes –internos y externos- pero sobre todo, con la mira puesta en 2024, fecha prevista para las elecciones presidenciales, aunque si les conviene la pueden modificar, gracias a la inexistencia de estado de derecho, y el control total de las instituciones de que disponen, debido a la abstención de los genios del G4.
Frente a los ojos del país, los docentes; trabajadores, y jubilados del sector público, con sentido unitario y coherencia en la lucha por sus reivindicaciones, hicieron retroceder al gobierno en su perversa actitud de pagarles a cuentagotas, y finalmente aceptaron pagarles –como debe ser- el total de sus legítimas peticiones.
Todo ello, haciendo caso omiso de la satrapía orquestada más arriba, y ejecutada por un bocazas grotesco desde la televisión que a nadie asusta; un diputado engolado con cara de circunstancia, y corbata de Louis Vuitton agrediendo a los trabajadores con su ¨verdad¨, más allá de que ignore lo que dice, y una ministra malandra irreversible (a) Mi ¨Gorda Bella¨, siempre al servicio de su amo, y no de los ciudadanos.
Esto demuestra a todas luces que la unidad bien entendida; sin exclusiones; con un plan coherente, y una determinación clara tras la búsqueda de un objetivo, hace posible el éxito.
Esto debería ser un alerta para la ¨dirigencia¨ de las oposiciones venezolanas, para ver si con un mínimo esfuerzo de desprendimiento, y abandono de la megalomanía que les arropa, logran hacer un llamado amplio para la discusión de ideas que conduzca a la creación de un plan de gobernabilidad.
El país no puede seguir sin luz; sin agua; sin Metro; sin hospitales; sin vialidad; sin seguridad de las personas y sus bienes; sin empleo bien remunerado; sin infraestructura física escolar; de educación media y universitaria, no podemos vivir el ¨sálvese quien pueda¨, y todos con un cuchillo entre los dientes a ver quien le quitamos algo!
Detenerse a pensar y a actuar con sentido estratégico pasa por dejar a un lado la ambición desmedida y extemporánea de todos esos candidatos precoces, para pensar más en las necesidades del país y sus ciudadanos. No estamos para aventuras egocéntricas, necesitamos resolver la crisis de manera perentoria, y crecer económicamente.
La gravedad de este tiempo que nos ha tocado vivir en Venezuela, requiere la discusión y creación de un plan que incluya a todos los ciudadanos, sin mezquindades ni exclusiones.
Hoy se hace cada vez más urgente el cubrir las necesidades básicas de la población, que además comportan respeto por los DDHH: agua; luz; educación; salud; transporte; empleo, protección de personas y bienes, y libertad.
Que no sea este el último baile. Bailemos (en democracia) otra vez. Que paren el reloj/ que suban esa música/ que bajen esa luz/ que quiero bailar contigo.
@romanibarra