Frente a las protestas desatadas por el fraccionamiento del pago del bono vacacional conquistado hace décadas por los docentes, empleados y obreros del sector educativo, el Gobierno se vio obligado a retroceder, luego incluso de haber llegado a un acuerdo con algunos representantes gremiales del oficialismo, que se comprometieron con los ministros de Educación y de Educación Superior a aceptar la oferta de Nicolás Maduro.
La primera víctima de ese desaguisado fue el director de la Oficina Nacional de Presupuesto –Onapre-, comisionado por Maduro para reducir el gasto público a expensas de quitarles ese beneficio a los trabajadores de la enseñanza. Beneficio nominalmente llamado ‘bono vacacional’, pero que desde la aparición de la hiperinflación es utilizado por los beneficiarios para cubrir los enormes déficits provocados por los miserables salarios mensuales que se devengan.
La retórica del régimen ha tratado de mostrar el cambio de actitud como una muestra de la generosidad de Nicolás Maduro, el ‘presidente obrero’. Pero nadie muerde la caña. La gente sabe que la presión desatada por la combativa y unida dirigencia sindical y gremial democrática y las bases sociales, fue demasiado elevada para un régimen que vive viendo amenazas de insurrecciones populares por todos lados y que le teme a que una revuelta masiva genere crisis similares a las producidas durante los años recientes en Cuba, Chile, Colombia, Panamá, Ecuador y Bolivia. En todas estas naciones los ciudadanos se han movilizado en gran escala exigiendo mejoras salariales, control de la inflación –especialmente de los precios de los productos de primera necesidad-, mejoras en los servicios públicos y elevación de la calidad de vida.
El caso de Cuba debe tener muy preocupada a la alta jerarquía del madurismo. La situación de deterioro de la isla ha llegado a niveles alarmantes. Tan graves o peores que los registrados durante el ‘Período Especial’, cuando –luego del colapso de la Unión Soviética- Rusia le suspendió abruptamente el millonario subsidio que durante décadas le había concedido a la dictadura castrista. Esa bombona financiera la mantenía a flote. Una explosión social de grandes dimensiones en Cuba, que obligue a la anquilosada nomenclatura comunista a introducir cambios democráticos importantes, cambiaría el panorama internacional del esquema madurista y debilitaría la fuerza del padrinazgo ejercido por los mentores políticos del mandatario venezolano.
Además de evidenciar el miedo cerval que Maduro le tiene a las movilizaciones populares, la lucha por lograr el pago inmediato y total del bono vacacional de los trabajadores de la educación dejó varias enseñanzas.
Cuando la gente cuenta con razones concretas para movilizarse, lo hace. Se activa. Pierde el miedo. Esa movilización se potencia y se torna más eficaz cuando se entrelaza con una dirección unitaria y combativa que la guía. La cohesión gremial y sindical fue determinante para incrementar la fuerza de las protestas. En las marchas no participaron solo los sectores que tradicionalmente se identifican con la oposición al régimen. También actuaron grupos de las bases chavistas-maduristas afectados por la nefasta decisión de fragmentar y postergar el pago del bono vacacional. Este hecho circunstancial debe haber encendido las alarmas de las salas situacionales que monitorean el curso de la realidad nacional y les reportan a Maduro y demás jefes de régimen. No se trataba de una denuncia circunscrita al ámbito de los ‘opositores’, sino de una queja planteada por los grupos cercanos al Gobierno. De quienes giran en su órbita de influencia. Este acontecimiento cambió el cariz del reclamo.
Los diferentes gremios y sindicatos salieron fortalecidos. Esta victoria tan significativa y rápida debe revitalizarlos, al igual que a otros sectores del país, que pueden ver cómo a través de la organización y movilización pueden alcanzarse metas importantes. En el horizonte más cercano se encuentra la derogación del instructivo Onapre, adefesio jurídico que no fue discutido con los gremios del sector, crea una amplia gama de desincentivos laborales y, de nuevo, atenta contra viejas conquistas laborales. En el caso de los docentes, elimina del salario integral las primas concedidas por la obtención de títulos de maestría o doctorado, o por antigüedad, en el caso de los docentes o investigadores que logran ascender al escalafón de profesor Titular, el máximo que un docente puede obtener en su carrera académica.
Con este triunfo parcial, pero tan significativo, los sindicatos y gremios, igual que sus asociados, se encentran en excelentes condiciones para combatir los atropellos del Gobierno. Mucho mejor que antes, cuando daba la impresión de que el régimen podía cometer cualquier abuso sin que nadie se inmutara. Los maltratados quedaban a la espera de que un nuevo atropello se cometiera.
Hay que potenciar esta jornada en la que hasta los propios chavistas se alzaron contra Maduro.
@trinomarquezc