La turbación leninista decimonónica sobre el concepto de la religiosidad, pareciera patentizarse, cintemporáneamente, en la esencia de la dictadura oprobiosa de los Ortega Murillo mediante la rasia agravada de la libertad de religión en Nicaragua, que aparte de acosar y criminalizar a los liderazgos políticos y sociales, así como de cercenar, radicalmente, toda libertad de expresión y prensa, avanza, además, contra los líderes episcopales católicos, los sacerdotes y las religiosas, hasta extrañándoles del territorio nacional, tal y como lo hiciera con las Misioneras de la Caridad. El propósito es evidente, pretende destruir los valores culturales y espirituales del pueblo nicaragüense con la finalidad de dejarlo en la anomia y hacerlo presa fácil de dominio mediante la destrucción de su dignidad y el quiebre de sus raíces lingüísticoculturales, a juzgar por la recién clausurada Academia nicaragüense de la Lengua, más unas 86 ONGs. Asimismo, nos inquieta la iconoclasia, por la quema de templos y la destrucción vandálica de las imágenes del culto católico, en una línea de destrucción de bases socioantropológicas, que nos evoca la incineración de libros judíos, socialistas y pacifistas, así como de bibliotecas enteras a manos de los adáteres del régimen nacista (1933-45) a cargo de su líder indiscutido, Adolf Hitler.
Aboquémonos, pues, a declarar y mantener una repuesta comprometida contra el repudio y rechazo a este morbo amenazante de la paz; que todas las congregaciones religiosas manifiesten su censura; y, en lo particular, a lo que acontece bajo el oprobio de la dictadura Ortega Murillo.
En efecto, exhortémonos a una postura firme y tajante en la defensa del pueblo nicaragüense y su libertad religiosa por SS Fancisco, quien encabeza la Iglesia Católica universal.