Mientras Maduro y su gobierno avanzan en el control de la economía, la sociedad, y la política para afianzar su visión autoritaria del poder, y su hegemonía, no se vislumbra una articulación alternativa para la construcción de la gobernabilidad requerida.
A pesar de la multiplicidad de voces que reclaman la discusión amplia de un programa que resuelva la crisis, tanto en el corto, como en el mediano y largo plazo, no hay oídos en el seno de las oposiciones para aproximarse a una discusión con todos los sectores de la vida nacional, y hallar salidas democráticas realistas.
El país sigue sin luz, sin agua, sin Metro, sin salud, pero Maduro entendió que debe reunirse directamente con el gobierno de Biden, y lograr levantar algunas sanciones, esta vez, para que el gobierno de los EEUU autorice la intervención de una empresa tan importante como la alemana Siemens, para atender con prioridad la solución al problema de la energía eléctrica.
Otro tanto ha hecho para conseguir que empresas norteamericanas regresen a aportar su tecnología para la recuperación de la industria petrolera, y ojalá por esa vía, el país pueda tener acceso a gasolina en todos los rincones, y mejor desarrollo de las actividades conexas, como en la democracia civil.
No se nos olvida que la destrucción del país en todos los órdenes es responsabilidad de estos 23 años de gobiernos ininterrumpidos de Chávez, y ahora de Maduro, pero en algún momento había que proceder a crear soluciones, que todavía son tímidas y a veces contradictorias, como en el caso de la economía que se ha convertido en un vaivén insoportable de incoherencias, que terminan perjudicando la capacidad de los venezolanos de acceder a bienes y servicios esenciales.
Maduro no termina de atreverse a abrir la economía, y suponemos que hay fuerzas contrapuestas dentro del seno del propio gobierno que intentan evitarlo, pero tampoco es capaz de negociar las reformas necesarias con otros sectores: empresariales, y laborales.
Fíjense que solo sugerí negociaciones con empresarios, y trabajadores organizados, por la razón obvia de que las oposiciones políticas en su atomización, o división extrema, son incapaces de presionar al gobierno para conseguir resultados favorables a la población.
Me refiero a que la astucia de Maduro, no solo logró dividirlas, sino que las convirtió en grupos menguados, y perfectamente prescindibles a la hora de tomar decisiones. Lo lamentable es que el gobierno teniendo a mano todas las instituciones por el regalo de la AN con la abstención suicida de la oposición del G4, tampoco se atreva a enderezar el rumbo ampliamente deletéreo que impuso Chávez con sus odios y complejos.
El gobierno tiene ahora la obligación de derrotar a sus enemigos internos para poder acometer la solución de los problemas fundamentales que prolongan la agonía de los venezolanos. No puede seguir escudándose en la mentira del ¨bloqueo¨, y actuar de inmediato.
Debe renovar el cuerpo ministerial para poner gente que sepa lo que hace desde el punto de vista profesional, y que el país arranque a trabajar; brindar confianza, y seguridad jurídica para la inversión nacional e internacional, porque ya sabemos que el ardid del socialismo, no se lo cree ni el propio Maduro.
Deje los complejos Presidente, y póngase a trabajar desde la perspectiva del capitalismo y la libertad económica. La sociedad está harta de discursos vacíos y de esperanzas que jamás se cumplen. Trabaje.
Por nuestra parte, insistiremos en la necesidad de la construcción de un programa de gobernabilidad que resuelva los problemas de verdad, y luego auspiciar una candidatura de consenso que pueda resultar triunfante en 2024, habida cuenta de que las primarias excluyentes y sectarias de un reducido sector ¨opositor¨ van a profundizar la crisis opositora. Venezuela merece mejor destino.
@romanibarra